En
un encuentro con personajes de la farándula y las artes de
Brasil, en el cual sirvió de anfitrión el cantante y
ministro Gilberto Gil, el presidente Lula da Silva - según
la cadena O Globo- afirmó que “No voy a hacer ningún
chavismo. Primero, porque no soy Chávez. Segundo, porque
este país no es Venezuela. Este es un país que tiene una
tradición en sus instituciones". El calor de la campaña
electoral para las elecciones presidenciales del 01 de
octubre está creciendo y, pese a las encuestas que le dan
altas opciones de ganar la reelección, el
presidente-candidato brasileño da muestras de sensibilidad
sobre algunos temas, uno de ellos sus vinculaciones con el
gobierno venezolano.
El “factor Chávez”
Con
motivo del entusiasta apoyo de Brasilia al rápido proceso de
ingreso de Venezuela al Mercosur, concretado en julio con la
firma en Caracas del Protocolo respectivo, Lula fue objeto
de señalamientos sobre su relación con Chávez.
El ahora candidato de la oposición, el
tucano socialdemócrata Geraldo
Alckmin acusó a Lula de "colocar
el interés político e ideológico por encima del interés
nacional". Para Alckmin, el
ingreso de Venezuela como miembro pleno dañaba la “seriedad
del proceso de integración” ya que "Venezuela estaba en el
Pacto Andino; ahora viene al Mercosur; y no se discutió nada
de eso". La estatización boliviana del gas y la expropiación
de los activos de Petrobras estaban muy cerca en el tiempo,
y entre la clase política de Brasil, el tema Chávez está
indisolublemente relacionado con la amenaza boliviana. De
las palabras del candidato-presidente se desprende que en
Brasil, como ocurrió en México, Bolivia y Perú, el llamado
“factor Chávez” ya ha saltado a la palestra en medio de la
campaña electoral, y Lula se muestra apurado por separarse
de ello nadando entre dos aguas. Mientras Petrobras confirma
sus negocios con PDVSA, Lula hace que sus diplomáticos
divulguen que Brasil no apoya la creación de un banco del
sur, proyecto en el cual Chávez ya logró involucrar al
presidente argentino Néstor Kirchner como consecuencia de la
masiva compra-venta de bonos de deuda pública argentina.
Esos mismos bonos que tanto complacen a Buenos Aires serían
la razón para que Brasilia rechace el plan financiero
suramericano de Chávez.
Al lograr
posponer las negociaciones exigidas por el gobierno de Evo
Morales para acordar un nuevo esquema de precios del gas que
llega de Bolivia, el gobierno Lula pudo empujar la arruga
hasta después de las elecciones. En un país profundamente
ensimismado en sus dimensiones de gigante geográfico, un
aumento en el precio del gas importado, o su eventual
carencia, podría despertar el interés general de los
electores en la conducción de la política exterior del país.
Tema que por ahora sigue en manos de académicos, empresarios
de alto rango y algunos políticos, quienes han ido
presentando una lista de los daños que la política exterior
Lula habría causado al país: distracción procurando acuerdos
con pequeños socios y progresiva pérdida de los grandes
mercados para la exportación, estatización en Bolivia,
divergencias con Paraguay sobre la generación eléctrica de
Itaipú, y pérdida de la
capacidad de influencia regional y global de Brasil. Esta
percepción se ha reforzado ante el reciente anuncio de
Washington sobre una reconsideración y eventual eliminación
de las ventajas arancelarias del Sistema de Preferencias
Generalizadas del que disfrutan las exportaciones brasileñas
hacia EEUU. El año pasado, el 15% de las ventas brasileñas a
EEUU entraron a ese país sin pagar aranceles, beneficiándose
de un programa de los años setenta para impulsar el
crecimiento de países en desarrollo del cual ahora Brasil
estaría a punto de ser borrado.
Alckmin
con los militares
Mientras
Lula procuraba distanciarse de la imagen de Hugo Chávez, su
contrincante socialdemócrata el tucano
Geraldo
Alckmin (del PSDB)
aprovechó la oportunidad de un encuentro con militares
retirados para exponer su posición sobre el tema castrense.
El pasado 22 de agosto, en la sede del Club de la
Aeronáutica del Río de Janeiro, y convocados por la Comisión
de Interclubes Militares de
Brasil, Alckim expresó una
serie de consideraciones sobre el tema de la política
militar brasileña.
Alckmin
veladamente prometió un aumento en los sueldos del personal
militar, tema que ha sido reiteradamente expuesto por las
clases militares incluso mediante protestas públicas en los
últimos años. Esto según la prensa que cubrió el evento,
agradó a los presentes. Pero aparte de temas de carácter
gremial, (“la recuperación del respeto al servidor público
militar y civil”) Alckmin expuso
una serie de ofertas electorales que de concretarse
tenderían a un refortalecimiento
del aparato militar de Brasil. El candidato ofreció la
designación de “alguien estrechamente vinculado con el área”
como Ministro de Defensa quien “revitalizará” a las Fuerzas
Armadas. Alckmin mencionó de
forma específica la construcción de una nueva central
nuclear y la retoma del proyecto de construcción de un
submarino con propulsión nuclear, ambos proyectos de alta
relevancia para la Armada brasileña. En su intervención,
Alckmin exaltó los logros
económicos de los gobiernos militares de su país, en
contraste con la política económica de Lula. Con ello el
candidato socialdemócrata se sumó a una corriente nada
subterránea dentro de la comunidad militar brasileña, que
está procurando revalorizar el papel cumplido por las
Fuerzas Armadas durante los años de las dictaduras militares
de los años sesenta y setenta.
La
presencia de Alckmin en un
ambiente militar habría sido propiciada por el general
retirado Gilberto Barbosa de Figueiredo,
actual Presidente del prestigioso Club Militar de Río de
Janeiro. Barbosa ha mantenido una posición altamente crítica
contra la política militar del gobierno Lula. En el acto de
su toma de posesión como Presidente del Club en junio
pasado, Barbosa emitió un polémico discurso. Entre los
párrafos pronunciados, Barbosa afirmó: “Me preocupa la fase
de turbulencia política que nuestro país atraviesa… Vivimos
una época en que la corrupción dentro de los propios poderes
de la República, es disimulada bajo las justificaciones mas
inconsistentes; las Fuerzas Armadas son convertidas en
chatarra, humilladas, mal remuneradas; la violencia
aterroriza, mina la auto estima del ciudadano de bien (…);
la dignidad nacional es arañada, causando perplejidad e
indignación a quienes se acostumbraron a ver a nuestra
diplomacia, a través de la historia, actuar con envidiado
provecho, siempre en defensa de los intereses de Brasil. Y
el caso de Bolivia, que aún no se ha cerrado, es el más
inquietante.
La foto
del candidato Geraldo
Alckmin aparece en la página
web de Club Militar, en lo que
pareciera la continuación de la sostenida protesta de la
clase militar brasileña contra la política de Lula da Silva.
Ayer jueves 24 de
agosto, Alckmin calificó como
“indecisa y sumisa” la conducta de Lula ante el gobierno de
Evo Morales…
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Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA |