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Brasil-Venezuela:
Relaciones peligrosas

por Edgar C. Otálvora
viernes, 21 julio 2006

 

Los militares brasileños están preocupados por las tendencias políticas en lo que hasta hace poco consideraban un vecindario sin potenciales enemigos.

La primera advertencia surgió el 14 de mayo pasado, mediante la filtración de un documento de inteligencia militar publicado por el periódico de Brasilia, el Correio Brasiliense. En el informe, nunca desmentido, se calificaba al presidente Hugo Chávez como un “elemento desestabilizador del continente”, se proponía un reordenamiento del emplazamiento de las unidades militares brasileñas y se proponía un plan de gastos para la renovación de su aparato de guerra convencional. Garantizar la capacidad para soportar dos conflictos convencionales simultáneos con países vecinos es uno de los objetivos marcados por el informe militar brasileño, el cual recomendaba reducir el actual envío de tropas a la frontera colombiana para reforzar las unidades en la frontera con Bolivia.

Luego, el 24 de junio el diario Estado de Sao Paulo difundió un informe elaborado por el gobierno de EEUU y suministrado a Brasil (ver Zeta del 30-06-06) en el cual se enumeran las compras de equipos bélicos y el incremento del tamaño del pie de fuerza que el gobierno venezolano se proponía realizar. La llegada de armas rusas a Venezuela, la creación de unidades de milicianos paralelas a las Fuerzas Armadas y el sostenido discurso militarista de Caracas, confirmaba las previsiones de aquel documento elaborado por el Departamento de Estado de EEUU en el 2004.   

Chávez asecha en el patio trasero brasileño

El ascenso de Evo Morales a la Presidencia de Bolivia, su inclusión formal como parte del Eje La Habana-Caracas el 29 de abril y, la creciente presencia de agentes venezolanos y cubanos en Bolivia sólo incrementó el nivel de preocupación de los planificadores militares brasileños. Luego, la estatización de los hidrocarburos en Bolivia el 01 de mayo, con el cariz militar que le imprimió Morales, y la manifiesta presencia de venezolanos como asesores de un proceso que afectó negativamente los intereses empresariales de Petrobras y geopolíticos de Brasil, evidentemente aceleró la reacción brasileña ante lo que consideran el peligro militarista venezolano.

Ya el 09 de mayo, durante la comparecencia del Canciller Celso Amorín ante la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Senado brasileño, se dejaron escuchar gruesas acusaciones contra el gobierno venezolano. Fue en aquel escenario donde Amorín confesó que el presidente Lula había transmitido a Chávez su malestar por la presencia de personal de PDVSA en Bolivia antes de la nacionalización. Ese día diversos senadores presentes manifestaron dudas sobre la conducción de Lula en su política exterior hacia Venezuela y Bolivia. El senador Pedro Simon del PMDB acusó a Chávez de “exagerar y querer aparecer de más” en el caso boliviano. Simon afirmó que la respuesta de Lula a la acción boiliviana había sido demasiado suave. El senador Arthur Virgílio del oposicionista PSDB dijo que se estaba creando un nuevo eje de poder formado por Argentina y Venezuela dejando a Brasil en segundo plano. “¿Hasta cuando Brasil se quedará mirando sin reaccionar cómo Chávez amaza un liderazgo latinoamericano?” se preguntaba el senador por el fronterizo estado Amazonas.

En declaraciones dadas por Lula da Silva al Financial Times de Londres la semana pasada, el mandatario brasileño dijo que "la derecha conservadora brasileña quería que empezáramos una guerra contra Bolivia. Yo preferí negociar y empezar a buscar una solución". En la misma entrevista, Lula remarcó su rol de intermediario entre Washington y Chávez, y mencionó sus esfuerzos para atemperar la conducta del gobierno venezolano y  “mantener la armonía regional”. Pese a que Lula afirma no compartir sus opiniones, sus declaraciones  confirman la existencia en su país de sectores que están enfocando las acciones de Chávez y de su socio boliviano,  desde una perspectiva de amenaza externa que ameritaría una respuesta militar.  

José Sarney advierte

La expresión más acabada de esta ola de preocupación en la alta elite dirigente brasileña ha sido el artículo de prensa publicado por el expresidente José Sarney, en el diario Folha de São Paulo del pasado 14 de julio bajo el título de “Luz roja”, y que ha sido citado extensamente por agencias de noticias y comentaristas políticos desde entonces.

Sarney hacer referencia a los planes de Chávez de gastar US$ 60 mil millones en armas, “transformando a Venezuela en una potencia militar” lo cual es “una amenaza al continente”.

 El expresidente José Sarney (76 años) es actualmente Senador electo y milita en las filas del PMDB, partido que vivió en los últimos meses una seria confrontación interna  en la cual se debatía el lanzamiento de una candidatura propia o el apoyo a la reelección de Lula da Silva. En el 2003, Sarney fue llevado a la Presidencia del Senado gracias a un pacto con  el oficialista partido PT, y desde aquel entonces expuso la idea de la reelección de Lula, por lo cual encabeza dentro de su partido la fracción que defiende la continuidad de la alianza  con el gobierno petista y que a la larga se impuso.

Sarney quien es un hombre de centro-derecha, hizo vida política oficial durante los gobiernos militares de su país, y llegó a la Presidencia en 1985 abriendo durante su gobierno una línea de comunicación directa con Venezuela. En 1986 viajó a Caracas, en una de las primeras visitas que un jefe de Estado brasileño realizaba a territorio venezolano y que demostraba la relación especial que creó con el gobierno del presidente Jaime Lusinchi.

Ahora Sarney se pregunta por el destino que Chávez dará al armamento que está comprando, poniendo en duda que sea para un enfrentamiento con EEUU. “¿quién puede saber si un presidente de Venezuela no creerá que debe ocupar la Amazonia (brasileña) para evitar su internacionalización? escribe Sarney colocando sobre la mesa la hipótesis, impensable hasta ahora, de una posible aventura militar venezolana sobre territorio brasileño.  Ante esta posibilidad, Sarney  comenta que  los militares brasileños están en la disyuntiva de "demandar recursos, o al menos pedirán al presidente Lula que haga ver a Chávez que la democracia militar que implanta debe detenerse para no detener nuestra democracia de más pan y menos armas".

Lo que comenzó con la filtración de un informe de inteligencia militar ya ha ganado cuerpo como una posición política compartida por diversos sectores brasileños. El afloramiento del tema militar transcurre en paralelo a la firma del Protocolo de ingreso de Venezuela al Mercosur, documento que aún espera por la aprobación de los parlamentos de los cuatro países miembros.  

La prueba del helicóptero  

El pasado 09 de julio llegaron a Venezuela los primeros helicópteros Mi-35 adquiridos a Rusia. Este equipo que forma parte del primer pedido de helicópteros rusos y ha sido rebautizado por el gobierno venezolano como “piraña”, es un equipo especializado para el combate. No es un helicóptero de paseo, es un arma de guerra dotada de tecnología misilística y con capacidad para transportar pequeños grupos de fuerzas especiales. Estos helicópteros han sido asignados al Ejército y no a la aviación, confirmándose el rol de “caballería del aire” que se le confiere en el actual modelo  bélico venezolano. Analistas de temas de seguridad brasileños consultados, han afirmado que la adquisición de este tipo de aparato denota un cambio en el patrón armamentista venezolano, el cual se estaría preparando para combates terrestres en alguna de sus fronteras. La llegada del Mi-35 así como las exhibiciones hechas en Venezuela del avión ruso Su-30, fueron seguidas con especial atención por expertos y publicaciones de temas militares brasileños. Según difundió la agencia AFP esta semana, durante la próxima estadía de Hugo Chávez en Rusia se firmaría el contrato por US$ 1000 millones, para la compra de 24 aviones de combate Su-30.

Los voceros oficiales venezolanos han manifestado que entre sus hipótesis de conflicto externo se encuentra un ataque desde Colombia auspiciado por EEUU. Pero en Brasil, los planificadores militares, así como sectores políticos y empresariales, comienzan a evaluar que el creciente militarismo venezolano podría redirigirse en contra de Brasil. Quienes sostienen la grandeza de Brasil como discurso y práctica para la cohesión nacional están evaluando las compras militares venezolanas y a su agresiva diplomacia, como un peligro para la estabilidad y el rol del estado brasileño en la región.

 

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  Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA

 
 
 
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