Aparte
de las consideraciones políticas o éticas del hecho, la
sentencia de pena de muerte dictada
el pasado domingo
contra el ex dictador iraquí
Saddam Hussein, llamó la atención por la fecha cuando fue
conocida. La suspicacia ganó cuerpo a pesar que el vocero
presidencial estadounidense Tony
Show, rechazó que la fecha de la sentencia hubiese sido
manipulada por Washington como un ingrediente para reforzar
la posición del gobierno antes de las elecciones
legislativas
que se producirían pocas horas después.
Perdiendo por Irak
La aparición del presidente George Bush el lunes para
apoyar la sentencia, en medio de su agenda electoral,
confirmó que sin querer queriendo, Washington se proponía
sacarle provecho al caso Hussein para demostrar la
conveniencia de la campaña en Irak. Habiéndose convertido la
guerra en Irak en una de los temas que más afectaban las
posibilidades de los candidatos republicanos, la Casa Blanca
decidió jugarse la arriesgada carta de dar pruebas del éxito
de su incursión en tierras mesopotámicas. El electorado no
compró la mercancia y los resultados ya se conocen: el
Partido Demócrata ha conquistado la mayoría en ambas cámaras,
dejando al presidente Bush en una situación politicamente
débil y comprometida. La oposición a la guerra de Irak y el
rechazo a la firma de acuerdos de libre comercio con
Latinoamérica, dos temas de política exterior, dieron al
traste con el poderío republicano en el Congreso de EEUU.
Lula da lecciones
Al contrario de Bush, el reelecto Luiz Inacio Lula dió una
lección de cómo aislar los potenciales impactos negativos
que su política exterior pueda tener sobre los resultados
electorales. Para distanciarse - al menos provicionalmente-
de la imagen de Hugo Chávez, Lula aprovechó una fiesta
bohemia en casa de su Ministro de Cultura, el cantante
Gilberto Gil, para decir como quien no quiere, que Brasil es
muy distinto de Venezuela. Ergo: Lula es muy distinto de
Chávez. Y sobre el otro problema que acarreaba Lula
proveniente del exterior, el gobierno brasileño logró
convencer al presidente Evo Morales para que el aumento del
precio del gas boliviano sólo se produjera luego de las
elecciones. De hecho, a pocas horas de la victoria de Lula
en segunda vuelta, la Petrobras notificó que precio del gas
que nutre fábricas y hogares brasileños subirá muy pronto...
Por ahora...nada de alcaldes ingleses
En el caso de las actuales elecciones presidenciales
venezolanas, el impacto de los asuntos internacionales ha
adquirido una dimensión nunca vista en estas latitudes. Por
una parte, la percepción de que el gobierno de Chávez regala
dinero a otros países en desmedro del bienestar nacional, es
una idea que habría calado fuertemente en la opinión del
hombre de la calle, según se desprende de diversas
encuestas. Esto habría llevado a que el gobierno redujera
sustancialmente el tema de las ayudas internacionales de la
agenda de actividades presidenciales de estos días. El caso
más notorio lo constituyó el desaire de Chávez al Alcalde de
Londres,
Ken
Livingstone, quien
esta semana debió suspender su viaje a Caracas justo -según
nota de prensa de la propia alcaldía londinense- cuando se
disponía a tomar un vuelo desde La Habana a Maiquetía. El
gobierno venezolano no hizo el menor esfuerzo para ocultar
el hecho de que Chávez simplemente no recibió al inoportuno
viajero inglés.
Livingstone,
miembro del ala izquierdista del Partido Laborista fue
presentado hace algunos meses como un importante aliado de
Chávez quien anunció un programa de suministro de
combustible subsidiado para los “pobres” de Londres. La
lección aprendida emanada desde Caracas es simple: En días
de campaña, no es muy recomendable que un alcalde londinense
venga a Venezuela a recoger la ayuda que el gobierno le
ofreciera.
Ortega a cambio de la ONU
Pero, al igual que en el caso de Bush y sus auto-proclamados
éxitos en Irak, el gobierno venezolano también ha
incorporado su agenda internacional como parte del listado
de ofertas electorales. La imagen de Chávez como paladín
anti-Bush se encuentra entre las bondades que el candidato
ofrece a un segmento del electorado gustoso de esas
epopeyas antiimperialistas. En esa línea que convierte la
confrontación contra EEUU en una oferta electoral, ocupan
especial espacio los auto-proclamados éxitos de la
diplomacia bolivariana. De hecho, diversos comentaristas
políticos extranjeros sólo encontraron razones de orden
electoral para explicarse la infructuosa insistencia de
Chávez de medirse en la ONU por el puesto en el Consejo de
Seguridad, aún cuando ya tras las primeras quince rondas de
votación era imposible que Venezuela ganara esa posición.
Por cierto, el gobierno venezolano sobrevaluó (con o sin
conocimiento de causa) el asiento en la ONU, suponiendo que
lo ganaría y podría mostrarlo como una contundente prueba de
triunfo internacional. A falta de ONU, el gobierno
bolivariano ha debido conformarse con la victoria de Daniel
Ortega en Nicaragua, debidamente publicitada en avisos
oficiales con fotos a todo color de Chávez y el
nicaragüense.
La política exterior se metió en las campañas electorales
tanto en la capital del imperio como en la capital de la
revolución…
BOCADILLOS
En la década de los setenta, los sandinistas llegaron al
poder en Nicaragua con el amplio respaldo financiero y
político de Carlos Andrés Pérez CAP.
En aquel entonces, hijos y nietos de prominentes
adecos formaron parte de las
fuerzas guerrilleras sandinistas que combatieron la
dictadura de Anastasio Somoza.
En 1989, el segundo gobierno de CAP
apoyó financiera y políticamente el ascenso al poder de la
señora Violeta Chamorro, como la opción democrática entre el
marxismo sandinista y la contra derechista. En 1993, una
conspiración encabezada por Rafael Caldera, Ramón Escobar
Salom, José Vicente Rangel,
Miguel Angel Burelli Rivas y
Arturo Uslar Pietri tumba a
CAP, llevándolo a la cárcel
precisamente por el dinero aportado para la seguridad de la
señora Chamorro. Ahora, en el 2006, el sandinismo llega
nuevamente al gobierno con el abierto respaldo financiero y
político de Hugo Chávez. Esta es sólo una brevísima relación
de los ascensos y descensos políticos de Daniel Ortega a
cuenta de los petrodólares venezolanos de ayer y hoy…
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Artículo publicado originalmente en el diario El
Nuevo País |