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La satelización de Bolivia
por Edgar C. Otálvora
viernes, 13 octubre 2006

 

La variable militar en el contexto de las relaciones entre el Eje La Habana-Caracas y el gobierno de Evo Morales hizo su aparición en la temprana fecha del mes de diciembre del 2005. Camino a su viaje a Europa como Presidente electo, Morales fue objeto de un apoteósico recibimiento por el gobierno venezolano, el cual incluyó un acto realizado en el Palacio presidencial de Miraflores, transmitido por radio y TV, durante el cual el presidente venezolano ofreció el envío de personal castrense del área de ingeniería militar para tareas de asfaltado de vías. Al apoyo venezolano y cubano se sumaba la decisión de Morales de rechazar el apoyo militar estadounidense relacionado con el combate a los cultivos de coca.

El acuerdo Chávez - Morales

Durante el primer semestre del año, Hugo Chávez realizó varias visitas a Bolivia, una de ella cumplida a finales del mes de mayo. Junto al vicepresidente cubano Carlos Lange, Chávez viajó a Bolivia para animar el inicio de la campaña electoral para elegir la actual asamblea constituyente. En esa ocasión fueron suscritos diversos acuerdos entre Caracas y La Paz, los cuales según las noticias de aquel momento, versaban sobre aspectos tan variados como Telesur, compra de hoja de coca por parte de Venezuela, financiamiento venezolano para instalar radios “comunitarias”, inversiones de PDVSA en plantas petroquímicas, entre otros. El tema militar no fue mencionado públicamente en aquella ocasión, pero en los siguientes meses comenzó a difundirse la versión sobre un pacto de defensa suscrito por ambos gobiernos. El mismo, suscrito el 26 de mayo, fue definido oficialmente como un Acuerdo de Defensa y curiosamente se ampara en un previo acuerdo de “Cooperación Técnica” suscrito  en  1973 por los gobiernos de Rafael Caldera y Hugo Banzer el cual ni remotamente se refiere a ayuda financiera venezolana para fines militares. El Acuerdo expresa que su objetivo es el mejoramiento “y la complementación” de la capacidad de defensa.

El acuerdo Baduel - San Miguel

Como un desarrollo de la diplomacia militar de Caracas hacia Bolivia, en el mes de agosto el Ministro de la Defensa de Venezuela visitó La Paz. En esa ocasión se suscribió otro acuerdo de cooperación militar entre Bolivia y Venezuela, el segundo en menos de tres meses. El contenido del segundo acuerdo no fue hecho público y los medios sólo difundieron una nota oficial emitida en Caracas, según la cual el acuerdo firmado por los  ministros de Defensa boliviano, Wálker San Miguel, y de Venezuela, general Raúl Isaías Baduel se refería a “cooperación para el intercambio de visiones y posturas estratégicas de defensa”. Caracas se habría comprometido a suministrar cursos de "formación, tecnificación, capacitación y especialización" para oficiales bolivianos así como a colaborar en planes de mejoramiento vial en Bolivia. Lo que hasta ese momento eran percibidos como acuerdos de cooperación militar más o menos usuales, cambió de perspectiva a mediados de septiembre cuando el presidente Morales anunció desde Nueva York, que Venezuela financiaría la construcción de instalaciones militares en Bolivia como parte de los acuerdos firmados. Desde Lima y Asunción se dejaron oír las primeras quejas vecinales sobre lo que comenzaba a percibirse como una militarización de la frontera boliviana financiada desde Venezuela.

Vecinos en alerta

Luego, a finales de septiembre, prendió el escándalo en el Senado boliviano por los términos del acuerdo de defensa suscrito en el mes de mayo. El instrumento que había pasado sin levantar polvo por la Cámara de Diputados, fue sometido a consideración del Senado bajo control de la oposición la cual se niega a aprobarlo. Senadores del partido Podemos resaltan que el acuerdo incluye “niveles de relación en áreas que son preocupantes para la seguridad interna de Bolivia”.  La inclusión en el Acuerdo de la cooperación venezolana para la “gestión de crisis", fue evaluada por parlamentarios de oposición como  la puerta para la intervención de militares venezolanos en la solución de crisis sociales internas bolivianas. Igualmente, es rechazada la “estandarización y la interoperatividad" porque podría significar que las fuerzas militares bolivianas se vean forzadas a adoptar el modelo venezolano de organización castrense.

El tema del financiamiento venezolano a los militares bolivianos ocupó el titular principal de la edición dominical del diario chileno El Mercurio del 08 de octubre. El periódico publicó una versión facsímil del texto firmado en mayo por Caracas y La Paz, con lo cual se hizo público que en esa ocasión, Chávez se había comprometido a construir “como cooperación en el área de la industria de defensa”, un puerto sobre el río Paraguay y un cuartel en la frontera con Brasil. Las estimaciones de prensa colocan en US$ 50 millones la erogación que haría el gobierno venezolano para atender estas dos promesas. El Mercurio informó además que Bolivia está pronta a concluir la construcción y puesta en funcionamiento de un puesto militar en la zona del río Silala en la fachada con Chile. Ese puesto - según el diario -, forma parte de un plan de Morales para construir 24 bases militares en sus zonas fronterizas para lo cual contaría con el apoyo venezolano. El gobierno de Morales reaccionó rápidamente al informe chileno, mostrando contradicciones en sus explicaciones. El diplomático Roberto Calzadilla, a nombre de la Cancillería boliviana, alegó que la construcción del Puerto Guijarro sobre el río Paraguay tendría como objetivo facilitar el comercio de soya hacia el Atlántico. El ministro de Defensa por su parte afirmó que el compromiso con Venezuela es para construir una “base naval” para “resguardar la Amazonía”. 

La geopolítica de Caracas

La publicación de El Mercurio sobre la amenaza que representa para Chile el apoyo de Chávez a Morales, fue una jugada de billar a tres bandas. Presentó argumentos  sobre el rol confrontacional de Chávez en la región, recordó a los chilenos que Bolivia ha renovado diversos reclamos fronterizos contra ese país, y llamó la atención al gobierno de Michelle Bachelet sobre la inconveniencia de que Chile vote para Chávez para coloque a un vocero suyo en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los tres aspectos están relacionados con una onda que está conmoviendo las agendas diplomáticas suramericanas: lo que expertos califican como un peligroso énfasis de la geopolitica en las relaciones subregionales ante las pretensiones expasionistas del Eje la Habana-Caracas y los temores que ello causa en las élites de Brasil y Chile. La actual ola armamentista venezolana está siendo analizada en las instancias militares de toda Suramérica, y el hecho de que Bolivia gire alrededor de los intereses geopolíticos del Eje La Habana-Caracas y de su confrontación contra EEUU, se ha transformado en uno de los elementos que conforman un escenario de potenciales tensiones regionales.
 

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  Artículo publicado originalmente en el semanario ZETA

 
 
 
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