La
variable militar en el contexto de las relaciones entre el
Eje La Habana-Caracas y el gobierno de Evo Morales hizo su
aparición en la temprana fecha del mes de diciembre del
2005. Camino a su viaje a Europa como Presidente electo,
Morales fue objeto de un apoteósico recibimiento por el
gobierno
venezolano, el cual incluyó
un acto realizado en el Palacio presidencial de Miraflores,
transmitido por radio y TV, durante el cual el presidente
venezolano ofreció el envío de personal castrense del área
de ingeniería militar para tareas de asfaltado de vías. Al
apoyo venezolano y cubano se sumaba la decisión de Morales
de rechazar el apoyo militar estadounidense relacionado
con el combate a los cultivos de coca.
El acuerdo Chávez
- Morales
Durante el
primer semestre del año, Hugo Chávez
realizó varias visitas a Bolivia, una de ella cumplida a
finales del mes de mayo. Junto al vicepresidente cubano
Carlos Lange, Chávez viajó a
Bolivia para animar el inicio de la campaña electoral para
elegir la actual asamblea constituyente. En esa ocasión
fueron suscritos diversos acuerdos entre Caracas y La Paz,
los cuales según las noticias de aquel momento, versaban
sobre aspectos tan variados como
Telesur, compra de hoja de coca por parte de
Venezuela, financiamiento venezolano para instalar radios
“comunitarias”, inversiones de PDVSA en plantas
petroquímicas, entre otros. El tema militar no fue
mencionado públicamente en aquella ocasión, pero en los
siguientes meses comenzó a difundirse la versión sobre un
pacto de defensa suscrito por ambos gobiernos. El mismo,
suscrito el 26 de mayo, fue definido oficialmente como un
Acuerdo de Defensa y curiosamente se ampara en un previo
acuerdo de “Cooperación Técnica” suscrito en 1973 por
los gobiernos de Rafael Caldera y Hugo
Banzer el cual ni remotamente
se refiere a ayuda financiera venezolana para fines
militares. El Acuerdo expresa que su objetivo es el
mejoramiento “y la complementación” de la capacidad de
defensa.
El acuerdo Baduel - San Miguel
Como un
desarrollo de la diplomacia militar de Caracas hacia
Bolivia, en el mes de agosto el Ministro de la Defensa de
Venezuela visitó La Paz. En esa ocasión se suscribió otro
acuerdo de cooperación militar entre Bolivia y Venezuela,
el segundo en menos de tres meses. El contenido del
segundo acuerdo no fue hecho público y los medios sólo
difundieron una nota oficial emitida en Caracas, según la
cual el acuerdo firmado por los
ministros
de Defensa boliviano, Wálker
San Miguel, y de Venezuela, general Raúl Isaías Baduel se
refería a “cooperación para el intercambio de visiones y
posturas estratégicas de defensa”. Caracas se habría
comprometido a suministrar cursos
de "formación, tecnificación, capacitación y
especialización" para oficiales bolivianos así como a
colaborar en planes de mejoramiento vial en Bolivia. Lo
que hasta ese momento eran percibidos como acuerdos de
cooperación militar más o menos usuales, cambió de
perspectiva a mediados de septiembre cuando el presidente
Morales anunció desde Nueva York, que Venezuela
financiaría la construcción de instalaciones militares en
Bolivia como parte de los acuerdos firmados. Desde Lima y
Asunción se dejaron oír las primeras quejas vecinales
sobre lo que comenzaba a percibirse como una
militarización de la frontera boliviana financiada desde
Venezuela.
Vecinos en alerta
Luego, a
finales de septiembre, prendió el escándalo en el Senado
boliviano por los términos del acuerdo de defensa suscrito
en el mes de mayo. El instrumento que había
pasado sin levantar polvo por la Cámara de Diputados, fue
sometido a consideración del Senado bajo control de la
oposición la cual se niega a aprobarlo. Senadores del
partido Podemos resaltan que el acuerdo incluye “niveles
de relación en áreas que son preocupantes para la
seguridad interna de Bolivia”. La inclusión en el Acuerdo
de la cooperación venezolana para la “gestión de crisis",
fue evaluada por parlamentarios de oposición como la
puerta para la intervención de militares venezolanos en la
solución de crisis sociales internas bolivianas.
Igualmente, es rechazada la “estandarización y la
interoperatividad" porque podría significar que las
fuerzas militares bolivianas se vean forzadas a adoptar el
modelo venezolano de organización castrense.
El tema del financiamiento
venezolano a los militares bolivianos
ocupó el titular principal de la edición dominical del
diario chileno El Mercurio del 08 de octubre. El periódico
publicó una versión facsímil
del texto firmado en mayo por Caracas y La
Paz, con lo cual se hizo público que en esa ocasión,
Chávez se había comprometido a construir “como cooperación
en el área de la industria de defensa”, un puerto sobre el
río Paraguay y un cuartel en la frontera con Brasil. Las
estimaciones de prensa colocan en US$ 50 millones la
erogación que haría el gobierno venezolano para atender
estas dos promesas. El Mercurio informó además que Bolivia
está pronta a concluir la construcción y puesta en
funcionamiento de un puesto militar en la zona del río
Silala en la fachada con
Chile. Ese puesto - según el diario -, forma parte de un
plan de Morales para construir 24 bases militares en sus
zonas fronterizas para lo cual contaría con el apoyo
venezolano. El gobierno de Morales reaccionó rápidamente
al informe chileno, mostrando contradicciones en sus
explicaciones. El diplomático Roberto Calzadilla, a nombre
de la Cancillería boliviana, alegó que la construcción
del Puerto Guijarro sobre el río Paraguay tendría como
objetivo facilitar el comercio de soya hacia el Atlántico.
El ministro de Defensa por su parte afirmó que el
compromiso con Venezuela es para construir una “base
naval” para “resguardar la Amazonía”.
La geopolítica de Caracas
La
publicación de El Mercurio sobre la amenaza que representa
para Chile el apoyo de Chávez
a Morales, fue una jugada de billar a tres bandas.
Presentó argumentos sobre el rol confrontacional de
Chávez en la región, recordó a los chilenos que Bolivia ha
renovado diversos reclamos fronterizos contra ese país, y
llamó la atención al gobierno de Michelle Bachelet sobre
la inconveniencia de que Chile vote para Chávez para
coloque a un vocero suyo en el Consejo de Seguridad de la
ONU. Los tres aspectos están relacionados con una onda que
está conmoviendo las agendas diplomáticas suramericanas:
lo que expertos califican como un peligroso énfasis de la
geopolitica en las relaciones
subregionales ante las
pretensiones expasionistas del
Eje la Habana-Caracas y los temores que ello causa en las
élites de Brasil y Chile. La
actual ola armamentista venezolana está siendo analizada
en las instancias militares de toda Suramérica, y el hecho
de que Bolivia gire alrededor de los intereses
geopolíticos del Eje La Habana-Caracas y de su
confrontación contra EEUU, se ha transformado en uno de
los elementos que conforman un escenario de potenciales
tensiones regionales.