El
triunfo de Rafael Correa en las elecciones presidenciales
de Ecuador puede representar un terremoto en el frágil
equilibrio político de Suramérica. En el lado interno, el
correismo procurará una
reforma política de fondo, amparada en la convocatoria a
una Asamblea Constituyente a la cual aspiran otorgarle
carácter originario y poderes para disolver
el Parlamento. En el frente externo -desde ya- Correa se
asoma como la nueva pieza del rompecabezas izquierdista
latinoamericano, beneficiándose de los simultáneos
galanteos de Caracas y Brasilia.
Proyecto con olor a petróleo
El
epicentro de la estrategia planeada por Correa se asienta
en la política petrolera. Los altos niveles
de precios de los hidrocarburos serían, en remedo de la
experiencia chavista en Venezuela, el garante del
experimento izquierdista que Correa y sus conmilitones se
proponen imponer en Ecuador.
En primer
término, el correismo entiende
que el poder que brinda el ingreso petrolero depende de
variables externas. En consecuencia, Ecuador reingresaría
a la OPEP y adelantaría planes de “integración energética”
con Venezuela. Ejemplos de esa “integración” sería la
ejecución de la idea de intercambiar productos refinados
(proporcionados por Venezuela) a cambio de crudo
ecuatoriano. Este plan fue concebido pero no ejecutado en
el 2005, al principio del gobierno de Alfredo Palacio,
cuando Correa actuando como Ministro de Economía inició su
aproximación hacia Hugo Chávez.
El anunciado Ministro de Economía, Ricardo Patiño, fue el
viceministro de Correa durante su corta presencia en el
actual gobierno.
En términos
internos, el correismo se
propone revisar todos los contratos de explotación de
hidrocarburos que mantiene la estatal
Petroecudor con empresas extranjeras. En tiempos de
altos precios de hidrocarburos, Ecuador se suma a la
tendencia de los gobiernos que procuran incrementar su
margen de participación en los beneficios por concepto de
renta petrolera. La española REPSOL
figura en la lista de las empresas que deberán atenerse a
las nuevas reglas que imponga Correa.
El sector
petrolero durante el nuevo gobierno, será dirigido por el
economista Alberto Acosta, una
de las figuras más relevantes del movimiento
académico-político que ideó el proyecto Correa. La
designación de Acosta como Ministro de Energía y Minas ya
había sido anunciada a finales del mes de septiembre.
El cuadre internacional
El nuevo
gobierno ecuatoriano se inaugurará con una agenda
internacional conflictiva. Aparte de las predecibles
tensiones con empresas petroleras, el
correismo se propone renegociar los términos del
pago de la deuda externa del país. Acosta ha puesto en
tela de juicio la legalidad misma de la deuda, por lo cual
la declaración de suspensión de su pago entra dentro del
cuadro de posibilidades.
El
correismo ha hecho carrera
política utilizando, entre otras banderas, su rechazo a la
firma de un tratado de libre comercio TLC con EEUU. Ya
Correa anunció que no negociará un TLC, con lo cual se
separa de las líneas que en ese sentido siguen los
gobiernos de Colombia y Perú. El escenario de la Comunidad
Andina de Naciones CAN pareciera que tenderá a agriarse
con la llegada de este nuevo actor. Una
vez más el futuro de la CAN se ha
puesto en entredicho.
Las
relaciones de Correa con los
vecinos no comienzan con buen pie. En medio de la campaña
electoral, el ahora presidente electo sostuvo un
intercambio de declaraciones poco amistoso con el
presidente colombiano Alvaro Uribe, alrededor del tema de
la guerrilla. Según el ecuatoriano, las FARC y el ELN no
son organizaciones “terroristas”, en contravía de la
visión de Bogotá. Correa, en todo caso, aclaró que no
permitirá la presencia de la guerrilla colombiana en
territorio de su país. Este es un tema especialmente
álgido ya que la región norte de Ecuador incluso en áreas
de producción petrolera, en sus linderos con Colombia, es
zona de actuación de narcotráfico y guerrilla. En Colombia
temen que la llegada de Correa al poder pueda significar
una -aún- menor acción de los militares ecuatorianos en
las fronteras.
El tema de
las alianzas militares regionales será puesto igualmente
sobre el tapete por el gobierno Correa. En este momento,
EEUU está procurando la firma de un acuerdo con Ecuador
que permitiera el uso por fuerzas militares
estadounidenses de la Isla de Baltra (Galápagos) para
ampliar el radio de acción del Comando Sur. En
contrapartida, Correa ha anunciado reiteradamente que no
renovará los actuales acuerdos que permiten la utilización
por parte de EEUU de las instalaciones de la Base de
Manta. Esto significa que Ecuador lejos de ampliar su
participación en el esquema de seguridad regional
promovido por Washington, tenderá a apartarse del mismo.
La
arquitectura de defensa de los EEUU en la región tenderá a
verse afectado directamente
con el ascenso de Correa. Basta aún por saberse la
orientación regional que Ecuador tomará en materia de
defensa.
Correa entre Lula y Chávez
Durante la
campaña electoral, Correa osciló entre ocultar,
relativizar o vanagloriarse de sus vínculos con Chávez.
En ocasiones se autocalificó de “bolivariano”, en otras
afirmó que pese a su amistad con “Hugo” no permitiría
injerencia venezolana durante su gobierno. Apenas el
martes pasado, Correa repitió que en Ecuador no mandarán
“ni Bush ni Chávez”. No deja de ser relevante que la
primera visita internacional de Correa no sea a Cuba o
Venezuela como fuera el caso de Evo Morales. Correa deberá
estar llegando a Brasilia el próximo 07 de diciembre para
un encuentro con el presidente brasileño, en el cual
coincidiría con Hugo Chávez. Correa viajará al día
siguiente -en el avión presidencial brasileño-
acompañando a Lula hasta Cochabamba (Bolivia), sede de la
II Cumbre de la Comunidad
Suramericana de Naciones. El anfitrión de la cita
presidencial suramericana, Evo Morales, ya extendió
invitación para que Correa participe.
Correa
muestra prisa de lanzarse al ruedo de la política
internacional. Lula y Chávez
parecieran interesados en -cada uno por su lado- servir de
padrino del nuevo gobierno ecuatoriano.