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La nueva doctrina militar  (VI)
Paralelismos cubanos en la revolución bolivariana

por Elizabeth Burgos
París, junio 2005


La nueva doctrina militar 

No disponemos del espacio para profundizar en la  caracterización del fenómeno político que constituye el castrismo, así como tampoco, la “revolución bolivariana”. Nuestro propósito es poner en evidencia  ciertas peculiaridades y ciertos mecanismos del castrismo que se están aplicando hoy en Venezuela, que le imprimen una particularidad al modelo bolivariano, al servirle de instrumento en la transformación del Estado y de la sociedad, con vistas a implantar un tipo de régimen político que garantice  la perennidad del régimen y la permanencia ilimitada en el poder del líder de la revolución. 

Fidel Castro. Primeras fotos tras su operación.
La Habana, 13 de agosto de 2006.

Si nos remitimos a las premisas del castrismo, constatamos que éste sentó sus bases como un aparato militar que tenía por misión la desestabilización de la dictadura de Batista, en el marco de una estrategia de terrorismo urbano y no guerrillero como lo impuso la versión oficial de la historia de la revolución. La representación de la figura del  guerrillero ha determinado el modo de actuar del castrismo y  es constitutivo de su identidad orgánica en la acción política. [1] La revolución cubana debe su éxito internacional en la gran capacidad de su líder como forjador de imágenes “destinadas a inventar y a mantener un pasado que nunca tuvo lugar”. Fabulosos laboratorio de imágenes, la revolución cubana inaugura la era de la política bajo el influjo de la imagen a gran escala. Para Castro la imagen es un arma mayor de guerra que ha incorporado al arsenal de las técnicas de la guerra de guerrillas y es el instrumento por excelencia del culto de su propia imagen.[2] 

Modelo cubano se contrapone al del modelo leninista del partido, que consiste ante todo, en una escuela de formación de cuadros políticos. Posteriormente, y si las exigencias del momento revolucionario lo requerían, podía  transformarse en una instancia  militar, pero siempre prevalecía el partido como instrumento político. Es conocida la oposición de León Trotski à la guerra de guerrillas por el peligro que según él, conllevan de convertirse en bandas delincuentes.  En cambio la característica del castrismo, son sus reflejos guerrilleros que Castro nunca ha dejado de aplicar a la  política, y a la diplomacia por lo que siempre les imprime una dinámica de enfrentamiento. No hay que olvidar, que el arte de la guerra de guerrillas  es la práctica por excelencia de la astucia, el ardid, la artimaña. Las relaciones del caudillo cubano con el grupo de favoritos que integran el primer anillo del poder, es lo más parecido a las de un jefe de banda que bien puede ser de guerrilleros o de cualquier otra cosa.   

El castrismo, en tanto que aparato de gobierno, es el precipitado del modelo leninista, pasado por el molde del estalinismo, a lo cual se agrega la tradición pretoriano- caudillista de América Latina. El castrismo, consiste ante todo, en la aplicación pragmática de  una  técnica para gobernar cuyo objetivo es la centralización absoluta del poder del Estado, detentado por el líder único, auxiliado por dos pilares principales: las Fuerzas armadas y el Ministerio del interior. La legitimidad del castrismo y del chavismo se lo otorga la existencia de los pobres. La pobreza le da el sustrato carnal a la revolución, por eso la pobreza, no sólo no puede dejar de existir en ese tipo de regimenes, sino por el contrario, la hacen progresar pues la pobreza les imparte una legitimidad proporcional a la cantidad de pobres existentes. (De hecho, la pobreza y el desempleo han aumentado vertiginosamente desde la llegada de Chávez al poder. Al igual que la corrupción que ha alcanzado niveles nunca vistos, al punto que los detractores de la “revolución bolivariana” le han acuñado el término peyorativo de “Robolución”.) Pueden violar la constitución, fusilar, coartar la libertad de prensa, permanecer de por vida en el poder, todo se les perdona, pues actúan y se expresan en nombre de los pobres. Los pobres les otorgan la legitimidad que al resto de países les otorga la constitución. Los pobres constituyen una renta política asegurada. 

Al igual que en Cuba, en donde el antiguo ejército regular, tras haberse entregado al grupo guerrillero triunfante,  fue substituido por  jóvenes, que primero formaron la  milicia revolucionaria, luego,  pasaron a integrar el nuevo ejército revolucionario que dio origen a las FAR (Fuerzas armadas revolucionarias), el gobierno de Chávez se ha abocado en los últimos años a la tarea de la formación del núcleo del nuevo ejército revolucionario. Ha ido preparando el terreno con el claro empeño de deshacerse del ejército regular. Por causas diversas, ha ido pasando a retiro a la alta jerarquía militar; y ya anunció la creación de milicias, que según él, deberían alcanzar los dos millones de efectivos cuya jefatura dependerá del presidente de la República directamente, lo que le da todos los visos de convertirse en un ejército privado, dependiente de la voluntad de su comandante en jefe.  

Integrantes de la Reserva de la FAN venezolana
Fuerte Tiuna - Caracas 2005

El mismo número de dos millones de efectivos fue el  alcanzado por las milicias cubanas en el momento de su creación. Esa cifra, sin duda, obedece a cálculos militares pre establecidos por el propio Fidel Castro. No es difícil imaginar, que esas milicias, en un futuro cercano, se conviertan  en el Ejercito revolucionario bolivariano. La imitación al pie de la letra del modelo cubano no deja dudas. Y en este sentido, la presencia de Cuba como poder militar en la nueva doctrina militar venezolana, ya es un hecho asumido públicamente.  El propio presidente Chávez anunció en la última comparecencia semanal de su programa “Aló Presidente”  que Fidel Castro iba a ser el padrino de  promoción del curso del Estado Mayor  de oficiales superiores que se gradúan próximamente.

La idea de otorgarle el grado de comandante en jefe del Ejército Venezolano y hacerlo acreedor de los “Tres soles”, máxima distinción militar  venezolana, a Fidel Castro en una ceremonia que debía realizarse en su presencia, y en el propio Campo de Carabobo en el transcurso del tradicional desfile militar del 24 de junio, aniversario de la batalla de Carabobo con la que se signa la independencia de Venezuela., fue desechada a último momento. Las reacciones en  el seno de las fuerzas armadas, sin duda, obligaron a  renunciar a la ceremonia, que finalmente se celebró en Cuba, en presencia de Fidel Castro y del grupo de oficiales recién graduados que acudieron a ese efecto a La Habana. Pese a las sistemáticas campañas de depuración de las que han sido objeto las fuerzas Armadas,  parece existir aún núcleos de descontentos en su seno. De hecho, el propio Chávez anuló el desfile que todos los años tiene lugar en el campo de Carabobo, aduciendo el reiterado peligro de magnicidio.[3]  Para calmar la crisis, haciendo uso una vez más de la tradición venezolana, la compra de adhesiones, el presidente anunció un aumento del salario de los militares del 40 al 60% :  petro- dólares lo permiten… 

El único de la jerarquía chavista que parece profesar un cierto misticismo revolucionario, es el ex oficial de aviación , antiguo compañero de conspiración del presidente, hoy, vice-ministro de Relaciones Exteriores, para Asia, Medio Oriente y Oceanía, quien en una reunión con nuevos miembros del cuerpo diplomático, les pidió “recordar siempre que nuestro proceso revolucionario busca romper con el orden material de las cosas para sustituirlo por el orden espiritual del ser.” [4] 

La cancelación de la visita de Castro a Venezuela, y de su incorporación a la jerarquía militar venezolana, no parece haber amilanado al comandante en jefe cubano que el 16 de junio se reunía  en el Palacio de gobierno con una delegación militar venezolana, del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional, “para intercambiar experiencias como el sistema defensivo cubano y abordar temas económicos y sociales de interés para ambos países” dice el escueto comunicado publicado en el Granma. 

Lo de los temas económicos tratados por Fidel Castro con delegaciones militares debe ser tomado al pie de la letra, pues  de lo que seguramente se trata , y ya no deja dudas la fusión con el modelo cubano, sería la adopción por Venezuela de lo que el experto en temas militares cubanos, Brian Latell llama, las empresas pretorianas de las FAR . En un esclarecedor estudio sobe el ejercito cubano, el académico norteamericano analiza al detalle, cómo las FAR cubanas se han ido transformando hasta ocupar todos los estratos de la economía. Como poco se conoce y se estudia el sistema  de poder cubano, y menos aún sus fuerzas armadas, nos parece pertinente citar el análisis in extenso:  

En años recientes, exhortados por Fidel Castro, los oficiales de más alta jerarquía han estado preparándose abiertamente para asumir el control de la transición después de su muerte. Por lo menos al principio, es probable que cuenten con el apoyo de la mayoría dentro de la elite oficial del país, y que transfieran al nuevo régimen a cierto número de civiles que actualmente ocupan altos puestos en el gobierno y en el Partido Comunista. Estos últimos ayudarán a reforzar la legitimidad de un gobierno pretoriano a nivel nacional e internacional, y algunos de los civiles ejercerán una influencia considerable, especialmente en lo referente a cuestiones económicas y financieras. Sin embargo, ningún dirigente de  otra institución, incluyendo el partido, diversas entidades estatales y gubernamentales o las organizaciones de masa, podría rivalizar con los jefes militares, ni imponer políticas a las que se opusiera una dirigencia uniformada unida y disciplinada. Hay una serie de factores que explican la supremacía del ejército:

El Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) comenzó a funcionar como la organización de vanguardia más confiable del régimen por lo menos cinco años antes de que el Partido Comunista fuera creado en 1965. Unas dos terceras partes de los miembros del Comité Central original del partido eran oficiales del ejército o veteranos de la lucha guerrillera. Hoy día, Raúl Castro y otros cinco generales prestan servicio en el Buró Político, compuesto de 23 miembros. A diferencia de lo ocurrido en la mayoría de los demás países comunistas, el partido se formó a partir de las fuerzas armadas, y jamás ha rivalizado con las mismas en cuanto a influencia. 

Desde 1989, año en que los servicios policíacos, de seguridad y de inteligencia del Ministerio del Interior (MININT) quedaron bajo el control de las FAR, éstas han ejercido un monopolio absoluto de fuerza coercitiva en la isla. Con un personal militar regular cuyos integrantes se calculan entre 50,000 y 60,000, y otros miles en el MININT, así como en las fuerzas auxiliares, de reserva y de milicia, el número de cubanos que llevan uniforme sobrepasa los 2 millones.[5]

Por consiguiente, desde los primeros días del régimen de Castro las relaciones entre civiles y militares han tenido menos altibajos que en cualquier otro de los países de América Latina.  A diferencia de casi todos ellos, en Cuba, durante más de 43 años, nunca ha habido ni el más mínimo indicio de que se tramara un golpe militar o una conspiración contra Castro, que siempre se las ha arreglado para dar la impresión de ser simultáneamente un líder civil y un líder militar. 

En cambio, durante los 30 años aproximadamente en que las FAR estuvieron recibiendo apoyo material masivo de la Unión Soviética sus jefes conservaron completa autonomía operativa e interna. Cuba nunca fue un integrante del Pacto de Varsovia ni se subordinó estratégicamente al Alto Mando de las fuerzas armadas soviéticas. Las fuerzas armadas de los países de Europa Oriental, por el contrario, nunca tuvieron departamentos de planificación estratégica y, después del comunismo, no estaban preparadas para llevar a cabo una planificación independiente de defensa ni siquiera para preparar sus propios presupuestos.[i]  En Cuba, en cambio, los hermanos Castro por sí solos han planificado y llevado a cabo estrategia y tácticas militares sin interferencia del exterior.

No obstante, bajo su mando, las FAR han sido la Institución más estable y mejor dirigida de Cuba. Es la única que ha experimentado un alto grado de continuidad en su liderazgo, alta moral y profesionalidad. A lo largo de estas décadas sólo ha habido unas pocas defecciones de altos oficiales [ii] y no hay síntomas de que se hayan tramado golpes, de que haya habido descontento organizado o rebeliones por parte de oficiales jóvenes. Las FAR son probablemente lo que más se aproxima a una verdadera meritocracia dentro de las instituciones y organizaciones revolucionarias de Cuba. Los ascensos y puestos en los escalones bajo y mediano del cuerpo de oficiales históricamente se han basado de una manera abrumadora en el desempeño y los logros, en lugar de en los méritos políticos. Si bien es indudable que hay excepciones importantes a esta regla -- y en los escalones más altos es esencial la absoluta lealtad a los Castro -- ninguna otra institución se ha mantenido tan aislada de los reconocidos caprichos y afición a microadministrar de Fidel Castro como las FAR. Raúl Castro ha sido el único oficial de rango, militar o civil, a quien se le han dejado las manos relativamente libres. Así pues, el crédito por los logros de las FAR corresponde en su mayor parte a su habilidad de dirección y de liderazgo. Su historial no tiene paralelo entre los ministros de defensa de ningún otro país de la América Latina moderna.

A medida que coroneles y generales se iban haciendo cargo de la jefatura de estas actividades diversas, se hizo evidente que había surgido un tercer tipo de oficial: el “soldado-empresario”.[iii]  A diferencia del clásico soldado-cívico y del “soldado tecnológico” que había generado el SPE que aplicaba técnicas de gerencia de Occidente en compañías militares, los soldados empresarios se dedican a actividades con fines de lucro que pueden lograr divisas fuertes para el régimen. Trabajan en compañías que son propiedad del Estado pero administradas privadamente, en empresas mixtas, y en nuevos proyectos que hacen negocios con inversionistas extranjeros y tratan con el mundo capitalista.[iv]

El gobierno cubano no ha dado datos fiables acerca de estos oficiales y las empresas pretorianas que dirigen. Un estudio académico que se hace eco de informes de medios de comunicación cubanos, indica que estas empresas producen “el 89 por ciento de las exportaciones, el 59 por ciento de los ingresos por turismo, el 24 por ciento de los ingresos de servicio productivo, el 60 por ciento de las transacciones al por mayor de divisa fuerte, el 66 por ciento de ventas al por menor de divisas fuertes, y emplean al 20 por ciento de los trabajadores estatales”.[v]  No está claro si estas cifras incluyen el trabajo en la agricultura por parte del Ejército Juvenil de Trabajo y de tropas regulares puestas a trabajar también en los campos, pero sean cuales fueren las cifras exactas, no hay duda de que las FAR generan una parte considerable, y al parecer creciente, de la producción económica nacional.

El delegado de Raúl Castro, Primer Viceministro del MINFAR (General de Cuerpo del Ejército y miembro del Politburó) Julio Casas Regueiro encabeza el gran Grupo de Administración Empresarial GAESA, que tiene la responsabilidad general de estas actividades. Un yerno de Raúl Castro, el Comandante Luis Alberto Rodríguez, es su director ejecutivo.[vi] Ellos dirigen a una plana mayor de oficiales, muchos de ellos aparentemente formados en Europa y América Latina, pero no existe evidencia de que Casas haya estudiado en el extranjero métodos occidentales de administración de empresas. En todo caso, su nombramiento para que supervisase estos programas parece tener más relación con sus credenciales políticas que con sus aptitudes de administrador. Casas tenía 22 años cuando se unió a las guerrillas de Raúl Castro en 1958, y ha sido uno de sus asociados más cercanos y uno de los raulistas más poderosos del régimen durante varias décadas.

De hecho, las empresas pretorianas parecen funcionar, más que otra cosa, como monopolios protegidos, concedidos a los favoritos del régimen con fines políticos y económicos. Solamente los raulistas leales, aparentemente, cuentan con la suficiente confianza de los Castro para tener acceso a actividades empresariales que dependen de capital extranjero. Sin duda el régimen acepta, como parte del trato, que la mayoría de estos oficiales se involucren en   alguna forma discreta de malversación de bajo nivel para mejorar su estándar de vida. Posiblemente exista también una especie de entendimiento de que ellos puedan apartar unos ahorros como seguro personal contra la incertidumbre de la era post-Castro. Tal convenio fáustico por parte del régimen puede producir importantes beneficios a corto plazo pero, con el tiempo, es probable que socave la unidad y la profesionalidad dentro de las fuerzas armadas y, por consiguiente, enturbie las perspectivas de una transición sin sangre.[6] 

           Este análisis es esclarecedor a más de un título pues es una manera de tender un espejo hacia el futuro inmediato venezolano y tal vez al de América latina, porque el cubano representa el modelo perfecto que tanto han soñado os militares latinoamericanos imbuidos del sentimiento de considerarse como los únicos y legítimos dueños del poder y los únicos capaces de realizar el desarrollo del país. La visión que han tenido los militares reformistas-nacionalistas del desarrollo, coincide con la del ejército secretado por el castrismo, y llevada hoy al paroxismo por el chavismo: la del pueblo infantilizado, incapaz de desarrollarse por sí mismo, siempre víctima, al que no se le puede concebir  como a un ciudadano digno, debiendo rendirle pleitesía al caudillo, imagen de padre a quien se le debe estar agradecidos de por vida.  

Heinz Dieterich
politólogo alemán, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana de Mexico

El modelo del ejército dueño de la economía y de los estamentos del poder del Estado, como queda excelentemente explicado en la cita de Blatell, fue el modelo que impuso el general  Pinochet  en Chile y vigente hoy en la Cuba de Fidel Castro. La importación de ese modelo a Venezuela, y dado el activismo revolucionario que despliega el presidente venezolano, no sería imposible que la idea del modelo cundiera entre los ejércitos de la región. De hecho, existe ya un plan llamado de Integración Militar del Bloque regional de poder latinoamericano, [7]elaborado por uno de los  teóricos extranjeros importados a Venezuela, el alemán afincado en México, y muy allegado al circulo del poder cubano: Heinz Dieterich. En dicho volumen, aparecen publicadas entrevistas de oficiales simpatizantes con el proyecto mencionado, provenientes de las distintas fuerzas armadas del continente. En la entrevista del presidente venezolano, este expresa de los gobiernos de Colombia, Perú, Chile, Bolivia (aún no había caído el presidente Carlos Mesa), calificándolos de “eje monroeista” al que se debía poner fin. 

Una de las características principales de los regimenes populista es fomentar un estado de crisis permanente con el fin de mantener a la población movilizada y al mismo tiempo justificar  el régimen de excepción que el gobierno revolucionario se ve “obligado” a imponer para defenderse de los ataques provenientes de la oposición interna y de los proyectos de “invasión por parte de los Estados Unidos.” En Cuba, Fidel Castro ha usado y abusado de esa técnica. Pero, mientras que en Cuba, el régimen que implantó Fidel Castro fue el resultado de la lucha contra una dictadura, y luego, producto del enfrentamiento con los sectores que se oponían a la instauración de un régimen comunista apoyado por la URSS; en Venezuela , Hugo Chávez fue elegido democráticamente para que corrigiera la mala administración que aquejaba al Estado, y desde el principio tuvo el apoyo de Estados Unidos que no les convenía tener malas relaciones con uno de sus principales proveedores de petróleo. Pero la  voluntad de equipararse a Cuba y de imitar al modelo cubano, para  promover la movilización del “pueblo revolucionario “  de Venezuela, y encender la llama de la revolución en el resto del continente,  han llevado al presidente bolivariano, imitando a Fidel Castro, a emitir declaraciones diarias denunciando la invasión que prepara Estados Unidos contra Venezuela. Hasta amenazó con la ruptura de relaciones diplomáticas. Según el presidente, Venezuela, al igual que  en Irak, debe prepararse para la eventualidad de una guerra asimétrica. Por su lado en Cuba, Fidel Castro declaró que si Venezuela era invadida, era como si Cuba lo fuese también. Cuba realizó maniobras militares de amplia envergadura en diciembre 2004.  

El “coup de théâtre” del anuncio de la invasión de Estados Unidos, y la amenaza de ruptura de relaciones diplomática, intervino tras el silencio observado por Washington ante las declaraciones del teniente-coronel, que  fiel a la buena tradición cuartelaria, trató a Condoleeza Rice de “analfabeta” y de “frustrada sexual”. Según el presidente venezolano,  la Señora Rice tiene sueños eróticos con él, que el se niega  a satisfacer, de allí la animadversión, que según él, ella  le profesa.


[1] Ver a propósito de la preeminencia del terrorismo urbano en la caída de Batista, Sweig E. Julia, Inside The Cuban Revolution, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, London, England, 2002, 254 p.

[2] Ver a propósito de la influencia de la imagen:  Serge Gruzinski, La guerre des images, Fayard, Paris, 1990.

[3] El diario caraqueño El Nacional reporta en su edición del 24 de junio : El presidente de la República, Hugo Chávez, encabezará los actos para celebrar el 184º aniversario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército. Estos actos fueron modificados debido a las versiones sobre una supuesta preparación de magnicidio contra el jefe de Estado. Chávez se contentó con una parada militar en el patio de la Academia Militar, en el Fuerte Tiuna.  

[4] El Nacional, Caracas, 21 junio 2005

[5] La misma cifra avanzada por Chávez para conformar las milicias de Venezuela.

[6] Brian Latell, El ejército cubano y la dinámica de la transición, Miami, Cuban TransitionProject, Institute for Cuban and American studies, University of Miami,2003.

[7] Publicado por : Alcaldía de Caracas, República Bolivariana de Venezuela, 2004



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