Venezuela : pieza prioritaria
del dispositivo castrista
La presencia del castrismo en Venezuela fue precoz.
La expansión de la revolución obedeció a una decisión
temprana de la jerarquía cubana. Ese deseo temprano de
expansión, hizo de Cuba un vector temprano de la
mundialización que no ha cesado de practicar de manera
sistemática. Por ello no fue casual la visita de Fidel
Castro a Caracas unos días apenas después de su entrada a La
Habana en enero 1959. El pretexto fue sumarse a los festejos
del primer aniversario de la caída del general Marcos Pérez
Jiménez derrocado el 23 de enero de 1958. Aquel 23 de enero
de 1959 Fidel Castro aprovechó la ocasión para declarar que
el futuro de la Cordillera de Los Andes debía ser
convertirse en la Sierra Maestra de América Latina.
En un país en donde acababan de realizarse las elecciones
que inauguraban la institucionalización de la democracia,
aquel discurso significaba una declaración de guerra contra
la democracia y así lo entendió Rómulo Betancourt, el
presidente recientemente elegido.
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Rómulo Betancourt y Fidel Castro
Caracas 1959
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Nadie imaginó entonces que en aquel 23 de enero de 1959 en
Caracas se inauguraba un período de enfrentamientos entre
dos concepciones opuestas de la política y del ejercicio del
poder cuyas consecuencias hoy están más vigentes que nunca.
Desde 1959, como consecuencia del advenimiento del poder
castrista, el forcejeo entre democracia y fractura
institucional violenta ha marcado el panorama político del
continente. La opción de la democracia, personificada
entonces por Rómulo Betancourt, y la de la violencia radical
y la fractura de las instituciones, por Fidel Castro y
Ernesto Guevara: entre esos dos polos ha oscilado en los
últimos decenios el destino del continente.
Cuba alcanzaba un liderazgo innegable en el continente, lo
que a su vez convertía a América Latina en zona de expansión
soviética. Para poner en obra su proyecto, Fidel Castro se
dotó de un modelo de intervención que fijaría las pautas del
modo de relacionarse con los países latino-americanos en el
que prevalecía y prevalece: por un lado, la presencia de
personal militar y de inteligencia (en las guerrillas en los
años 1960, y hoy, bajo la fachada de técnicos de toda
especie), y, por el otro, un trabajo de penetración de los
estamentos institucionales mediante una diplomacia de la
injerencia y del hecho consumado.
Cuando en Venezuela se percataron de la poca inclinación
hacia la democracia del presidente que habían elegido, y
para más pruebas, la fascinación que ejercía sobre el
aprendiz venezolano, el caudillo cubano, muchos voceros de
la opinión pública comenzaron a preocuparse y a emitir
comentarios en el sentido de que en Venezuela no sucedería
lo mismo que en Cuba. La oposición venezolana no huiría a
Miami como fue el caso de los cubanos. Otros, más recientes,
a raíz de los resultados del Referéndum Revocatorio,
declaraban con énfasis, su firme rechazo a la probabilidad
de emigrar a Miami y tajantemente declaraban la intención de
permanecer en su puesto de combate defendiendo la
democracia.
Pero en la medida en que se recurre al caso cubano como un
contra ejemplo de lo que puede ocurrir en Venezuela, no está
demás recordar el contexto en que tuvo lugar el exilio
masivo de cubanos a Miami para evaluar, de manera precisa lo
ocurrido con la oposición cubana tras la toma del poder por
Fidel Castro pues como bien lo saben los historiadores, la
reescritura de la historia es el recurso más exitoso de los
regimenes totalitarios y el cubano ha usado y abusado a
gusto.
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modelo castrista del poder