Cuba:
política, afecto y pasión
En un
esclarecedor estudio el politólogo cubano-americano , Damián
J. Fernández,
[1]analiza
el impacto del afecto y de lo emocional en la política en
Cuba. El autor apunta que en el ámbito de Cuba, la política
gira entorno a dos polos : la política de la pasión y la
política del afecto. La del afecto gira en torno a las
personas que se conoce y se les quiere. La política del
afecto, crea lazos de amistad, de parentesco, de
compadrazgo, de clientelismo. Aunque lleguen a trascender
la esfera pública, son relaciones personales, de orden
privado que rigen las bases de la solidaridad y la condición
del orden social.[2]
En cambio la “política de la pasión” es
pública y reviste un carácter excepcional y le imprime a los
acontecimientos una carga de alta intensidad. Es la
expresión de un compromiso fundacional profundo, material y
moral que demuestra la existencia de lazos afectivos . “ La
política de la pasión conlleva ambas : la forma y la
sustancia. Se expresan en torno a acontecimientos cruciales
y constituye una manera de conducir la política”[3]
, apunta Fernández.
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Diciembre 1994
Chávez llega por primera vez a Cuba |
Es de
conocimiento público en Venezuela, y por cierto no en el
exterior, el carácter pasional del afecto que une Hugo
Chávez a Fidel Castro. No es el momento ni disponemos aquí
del espacio para desarrollar con amplitud el tema.[4]
Detenerse en ese aspecto merecería un trabajo de largo
alcance, sin embargo, ignorarlo, significa descartar un
rasgo esencial de la contemporaneidad venezolana. El propio
Chávez es muy consciente del alcance de esa relación
pasional. En una entrevista concedida al periodista cubano
Luis Báez, a raíz de los festejos de conmemoración de los
diez años de amistad entre los dos hombres celebrados en La
Habana en diciembre 2004 con rango de fecha histórica de la
mayor trascendencia, Chávez narró los sentimientos que le
despertaba Fidel Castro, aún antes de haberlo conocido.
Tratándose de un ejemplo que ilustra en todas sus facetas la
“política del afecto” y la “política de la pasión”, lo
privado y lo trascendental, hemos considerado conveniente
incluir esta extensa cita:
P
- “Su hija María Gabriela nos dijo hace un rato: “Quiero
a Fidel como a un abuelo, porque él quiere a mi padre como a
un hijo”.
Es verdad. Fidel es como un padre. Así lo veo
yo también, y una vez hasta se lo escribí. Desde hace mucho
tiempo, él ha sido para mí una referencia obligada. En la
cárcel leí mucho
La historia me absolverá,
sus discursos y entrevistas… ¿Saben qué le pedí a Dios en la
cárcel?: “Dios mío, quiero conocer a Fidel, cuando salga y
tenga la libertad para hablar, para decir quién soy y qué
pienso”. Pensaba mucho en eso: en salir para conocernos.
Luego se produjo el encuentro en La
Habana —ahora en diciembre se cumplirán 10 años—. Esa
reunión fue para mí maravillosa, y no olvidaré aquel
contacto, las primeras horas de conversación. A medida que
han pasado los años, Fidel se ha venido erigiendo como un
padre. Así lo vemos mis hijos y yo, y hasta el nieto
Manuelito, que dicen que se destornilló de la risa cuando
vio a Fidel.
El día que
él entró a la casita de la abuela en Sabaneta tuvo que
agacharse. La puerta
es bajita y él, un gigante. Yo lo veía,
¿no?, y le comenté a Adán, mirándolo allí, como si fuera un
sueño: “Esto parece una novela de García Márquez”. Es decir,
40 años después de la primera vez que escuché el nombre de
Fidel Castro, él estaba entrando en la casa donde nos
criamos. Recuerdo aquel acto en la Plaza Bolívar, que
pusieron la tarima donde no era por un problema de
seguridad: ¡Ay, Dios mío! Esto es como una novela de esas
que escribe el Gabo, pero en vez de 500 años de soledad,
nosotros tendremos 500 años de compañía.
Fidel
es para mi un padre, un compañero, un maestro de estrategia
perfecta. Algún día habrá que escribir tantas cosas de todo
esto que estamos viviendo y de los encuentros que he tenido
con él…’
Se ha venido fraguando una relación tan
profunda y tan espiritual, que estoy convencido de que él
siente lo mismo que yo: ambos tendremos que agradecerle a la
vida el habernos conocido
Cuenta
también la primera vez que escuchó la voz de Fidel Castro,
siendo un joven oficial:
De
repente, se escuchó a alguien hablando, una voz que no
conocíamos y que denunciaba el golpe de Estado en Chile y la
muerte de Allende: “Esto está bueno” —dije yo. Era Fidel, a
través de Radio Habana Cuba.
Se nos grabó una frase para siempre: “Si cada trabajador, si
cada obrero, hubiera tenido un fusil en sus manos, el golpe
fascista chileno no se da”. Aquellas palabras nos marcaron
tanto, que se convirtieron en una consigna, en una especie
de clave que solo nosotros desentrañábamos.”
[5]
“Maestro de
estrategia perfecta” y ducho en el manejo de lo simbólico,
además de experto en deseos y añoranzas humanas, Fidel
Castro retribuye las demostraciones de afecto de Hugo Chávez
(entre otras cosas en forma de 53.000 barriles diarios de
petróleo: es la cifra oficial, pero según medios
diplomáticos alcanzarían a los 90.000 barriles.) con el
presente que más puede conmover a un hombre que persigue tan
fervientemente el reconocimiento y la idolatría.
El acto de
celebración del “Décimo aniversario de la amistad” de Fidel
Castro y Hugo Chávez, tuvo lugar en el prestigioso teatro
Karl Marx de La Habana (antiguo teatro Chaplin), el 14 de
diciembre 2004, en presencia del Comité central del PCC, del
Consejo de Estado y de la plana mayor de alta jerarquía
cubana.
En clave
protocolar del castrismo, lo que allí sucedía, era la
oficialización de la entrada del venezolano a la muy
selecta oligarquía revolucionaria cubana. No es difícil
imaginar el sentimiento que embargaba a Hugo Chávez, - él
que alude sin cesar a sus orígenes humildes y expresa un
resentimiento profundo hacia las elites venezolanas y para
quien la imagen del padre es difusa y sin consistencia – en
aquellos momentos en que era ungido por el padre ideal que
lo había adoptado y elevaba a la membresía de la única real
oligarquía que existe hoy en el continente. Es fácil
imaginar también la plusvalía de energía y de poder que ello
significa para un hombre como Chávez poseído por una fuerza
mesiánica tan avasalladora.
Y fue nada
menos que de la pluma de Celia María Hart; hija de Haydée
Santamaría - heroína del Cuartel Moncada - y de Armando
Hart; la pareja histórica más emblemática del movimiento 26
de julio - a quien le correspondió dejar sentado para la
posteridad el sentido de la ceremonia:
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Diciembre 2004
La Habana - Teatro Karl Marx |
Y
llega el día 14 de diciembre, y el teatro Karl Marx será
esta vez testigo de una verdadera resurrección. Frente a
Chávez adquiere Fidel una compostura no habitual... Su
mirada es de orgullo con una placentera sonrisa como
diciendo: "Caramba, ahí anda el relevo". Es sintomático que
el relevo del comunista que más ha logrado vivir sea un
extranjero. Esto amerita un análisis: los llamados relevos
siempre son nacionales. El extremo de esto son los reyes
cuyos herederos son sus hijos, como si la sangre tuviera
algo que ver con la continuidad. Luego los grandes
caudillos, personalidades y guerreros buscan su continuidad
en compatriotas. Es natural que así sea. Pero uno de los
grandes descubrimientos de la teoría socialista es que el
futuro de una revolución no está tan sólo en las fronteras
nacionales. No hay quien no vea hoy que Chávez es el mejor
discípulo de Fidel Castro.[6]
De las palabras de Celia Hart se deduce que
Hugo Chávez no sólo forma parte de la elite cubana, sino
que se le ha conferido el título de Delfín encargado de la
misión de garantizar la continuidad de la obra de Fidel
Castro, pero, por supuesto, no dentro de las fronteras
nacionales pues gracias a la teoría socialista, la
revolución “no está tan sólo en las fronteras nacionales”.
El régimen cubano que tiene como norma de conducta la
ingerencia no admite reciprocidad en la materia: nunca
aceptó ni aceptará adjudicarle a un extranjero espacios de
influencia dentro de la isla. Nótese que Celia Hart , pese a
la tan pregonada hermandad latino-americana, en relación a
Chávez emplea el término de “extranjero” en su texto.
Este outsider no puede olvidar, que cuando
apenas era un ex golpista, acabado de salir de la cárcel,
Fidel Castro lo recibió con honores de jefe de Estado y así
lo expresa el propio Chávez:
Mira,
cuando yo salí de prisión, yo, un hombre de izquierda, yo
no concebí la izquierda latinoamericana. El único que tuvo
el olfato de viejo lobo de mar, fue Fidel Castro. Cuando fui
a Cuba, me esperó en la puerta del avión y me dio casi un
tratamiento de Jefe de Estado, aquel mismo año, en el 94,
hace diez años.
Pero
yo me fui por el continente y las fuerzas de izquierda,
cuando las concebí, me rechazaron. (…) El solo hecho de
decir, este es un coronel y además, si le agregas el
remoquete de golpista, ah, bueno, eso era terror.
Castro, que
siempre anduvo a la búsqueda de un doble, que garantizara la
continuidad de su obra revolucionaria en el continente,
intuyó en Chávez al buen alumno. El tratamiento de jefe de
Estado al que Chávez se refiere, significa que durante su
estadía en Cuba, gozó del mismo tratamiento que se le
prodiga al propio Fidel Castro. La sutileza psicológica del
cubano adivinó, que hacerle saborear al novato venezolano
las mieles del poder, y confirmarlo en su idea de ser él era
el continuador de la obra de Bolívar, le acentuaría su
pasión por el poder y haría de él un aliado incondicional.
[6]
Hart, Celia , “Fidel Castro y Hugo Chávez diez años
después: balance de sueños y resurrección en La Habana”
rebelión , 24, diciembre 2004.
http://www.alcaabajo.cu/sitio/pensamientoamericano/articulos/fidel_castro_y_hugo_281204.htm.
En ese mismo orden se acaba de anunciar, igualmente, la
presentación en La Habana de, Un hombre que anda por
ahí, libro sobre el presidente venezolano, cuya
autora no es otra que una de las hijas de Ernesto "Che"
Guevara, a cargo de la editorial australiana Ocean Press,
el libro será distribuido también en : Argentina,
Estados Unidos, Ecuador, Reino Unido y Venezuela.
7]
Heinz Dieterich, La integración militar del Bloque
Regional de poder latinoamericano, Instituto
Municipal de publicaciones de la Alcaldía de Caracas,
República bolivariana de Venezuela, 2004.
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Modificación
del sentimiento nacional