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Cuba: política, afecto y pasión (III)
Paralelismos cubanos en la revolución bolivariana

por Elizabeth Burgos
París, junio 2005


Cuba: política, afecto y pasión  

En un esclarecedor estudio el politólogo cubano-americano , Damián J. Fernández, [1]analiza el impacto del afecto y de lo emocional en la política en Cuba. El autor apunta que en el ámbito de Cuba, la política  gira entorno a dos polos : la política de la pasión y la política del afecto. La del afecto gira en torno a las personas que se  conoce y se les quiere.  La política del afecto, crea lazos de amistad, de parentesco, de compadrazgo, de clientelismo. Aunque lleguen a trascender  la esfera pública, son relaciones personales, de orden privado que rigen las bases de la solidaridad y la condición del orden social.[2] En cambio la “política de la pasión” es pública y reviste un carácter excepcional y le imprime a los acontecimientos una carga de alta intensidad. Es la expresión de un compromiso fundacional profundo, material y moral que demuestra  la existencia de lazos afectivos . “ La política de la pasión conlleva ambas : la forma y la sustancia. Se  expresan en torno a acontecimientos cruciales y constituye una manera de conducir la política”[3] , apunta Fernández. 

Diciembre 1994 
Chávez llega por primera vez a Cuba

Es de conocimiento público en Venezuela, y por cierto no en el exterior, el carácter pasional del afecto que une  Hugo Chávez a Fidel Castro. No es el momento ni disponemos aquí del espacio para desarrollar con amplitud el tema.[4] Detenerse en ese aspecto merecería un trabajo de largo alcance, sin embargo, ignorarlo, significa descartar un rasgo esencial de la contemporaneidad venezolana. El propio Chávez es muy consciente del alcance de esa relación pasional.  En una entrevista concedida al periodista cubano Luis Báez, a raíz de los festejos de conmemoración de los diez años de amistad entre los dos hombres celebrados en La Habana en diciembre 2004 con rango de fecha histórica de la mayor trascendencia, Chávez narró los sentimientos que le despertaba Fidel Castro, aún antes de haberlo conocido. Tratándose de un ejemplo que ilustra en todas sus facetas la “política del afecto” y la “política de la pasión”, lo privado y lo trascendental, hemos considerado conveniente incluir esta extensa cita:  

P - “Su hija María Gabriela nos dijo hace un rato: “Quiero a Fidel como a un abuelo, porque él quiere a mi padre como a un hijo”. 

Es verdad. Fidel es como un padre. Así lo veo yo también, y una vez hasta se lo escribí. Desde hace mucho tiempo, él ha sido para mí una referencia obligada. En la cárcel leí mucho La historia me absolverá, sus discursos y entrevistas… ¿Saben qué le pedí a Dios en la cárcel?: “Dios mío, quiero conocer a Fidel, cuando salga y tenga la libertad para hablar, para decir quién soy y qué pienso”. Pensaba mucho en eso: en salir para conocernos. 

Luego se produjo el encuentro en La Habana —ahora en diciembre se cumplirán 10 años—. Esa reunión fue para mí maravillosa, y no olvidaré aquel contacto, las primeras horas de conversación. A medida que han pasado los años, Fidel se ha venido erigiendo como un padre. Así lo vemos mis hijos y yo, y hasta el nieto Manuelito, que dicen que se destornilló de la risa cuando vio a Fidel. 

El día que él entró a la casita de la abuela en Sabaneta tuvo que agacharse. La puerta

es bajita y él, un gigante. Yo lo veía, ¿no?, y le comenté a Adán, mirándolo allí, como si fuera un sueño: “Esto parece una novela de García Márquez”. Es decir, 40 años después de la primera vez que escuché el nombre de Fidel Castro, él estaba entrando en la casa donde nos criamos. Recuerdo aquel acto en la Plaza Bolívar, que pusieron la tarima donde no era por un problema de seguridad: ¡Ay, Dios mío! Esto es como una novela de esas que escribe el Gabo, pero en vez de 500 años de soledad, nosotros tendremos 500 años de compañía.

Fidel es para mi un padre, un compañero, un maestro de estrategia perfecta. Algún día habrá que escribir tantas cosas de todo esto que estamos viviendo y de los encuentros que he tenido con él…’ Se ha venido fraguando una relación tan profunda y tan espiritual, que estoy convencido de que él siente lo mismo que yo: ambos tendremos que agradecerle a la vida el habernos conocido

Cuenta también la primera vez que escuchó la voz de Fidel Castro, siendo un joven oficial:

De repente, se escuchó a alguien hablando, una voz que no conocíamos y que denunciaba el golpe de Estado en Chile y la muerte de Allende: “Esto está bueno” —dije yo. Era Fidel, a través de Radio Habana Cuba. Se nos grabó una frase para siempre: “Si cada trabajador, si cada obrero, hubiera tenido un fusil en sus manos, el golpe fascista chileno no se da”. Aquellas palabras nos marcaron tanto, que se convirtieron en una consigna, en una especie de clave que solo nosotros desentrañábamos.” [5]

“Maestro de estrategia perfecta” y ducho en el manejo de lo simbólico, además de experto en deseos y añoranzas humanas, Fidel Castro retribuye las demostraciones de afecto de Hugo Chávez (entre otras cosas en forma de 53.000 barriles diarios de petróleo: es la cifra oficial, pero según medios diplomáticos alcanzarían a los 90.000 barriles.) con el presente que más puede conmover a un hombre que persigue tan fervientemente el reconocimiento y la idolatría.  

El acto de celebración del “Décimo aniversario de la amistad” de Fidel Castro y Hugo Chávez, tuvo lugar en el prestigioso teatro Karl Marx de La Habana (antiguo teatro Chaplin), el 14 de diciembre 2004, en presencia del Comité central del PCC, del Consejo de Estado y de la plana mayor de alta jerarquía cubana.  

En clave protocolar del castrismo, lo que allí sucedía, era la oficialización de la entrada del  venezolano a la muy selecta oligarquía revolucionaria cubana. No es difícil imaginar el sentimiento que embargaba a Hugo Chávez, - él que alude sin cesar a sus orígenes humildes y expresa un resentimiento profundo hacia las elites venezolanas y para quien la imagen del padre  es difusa y sin consistencia – en aquellos momentos en que era ungido por el padre  ideal que lo había adoptado y elevaba a la membresía de la única real oligarquía que existe hoy en el continente. Es fácil imaginar también la plusvalía de energía y de poder que ello significa para un  hombre como Chávez poseído por una fuerza mesiánica tan avasalladora. 

Y fue nada menos que de la  pluma de Celia María Hart; hija de Haydée Santamaría - heroína del Cuartel Moncada -  y de Armando Hart; la pareja histórica más emblemática del movimiento 26 de julio -  a quien le correspondió dejar sentado para la posteridad  el sentido de la ceremonia:  

Diciembre 2004 
La Habana - Teatro Karl Marx

Y llega el día 14 de diciembre, y el teatro Karl Marx será esta vez testigo de una verdadera resurrección. Frente a Chávez adquiere Fidel una compostura no habitual... Su mirada es de orgullo con una placentera sonrisa como diciendo: "Caramba, ahí anda el relevo". Es sintomático que el relevo del comunista que más ha logrado vivir sea un extranjero. Esto amerita un análisis: los llamados relevos siempre son nacionales. El extremo de esto son los reyes cuyos herederos son sus hijos, como si la sangre tuviera algo que ver con la continuidad. Luego los grandes caudillos, personalidades y guerreros buscan su continuidad en compatriotas. Es natural que así sea. Pero uno de los grandes descubrimientos de la teoría socialista es que el futuro de una revolución no está tan sólo en las fronteras nacionales. No hay quien no vea hoy que Chávez es el mejor discípulo de Fidel Castro.[6] 

De las palabras de Celia Hart se deduce que Hugo Chávez no sólo forma  parte de la elite cubana, sino que se le ha conferido el título de Delfín encargado de la misión de garantizar  la continuidad de la obra de Fidel Castro, pero, por supuesto, no dentro de las fronteras nacionales pues gracias a la teoría socialista, la revolución “no está tan sólo en las fronteras nacionales”. El régimen cubano que tiene como norma de conducta la ingerencia no admite reciprocidad en la materia: nunca aceptó ni aceptará adjudicarle a un extranjero espacios de influencia dentro de la isla. Nótese que Celia Hart , pese a la tan pregonada hermandad latino-americana, en relación a Chávez emplea el término de “extranjero” en su texto. 

Este outsider no puede olvidar, que cuando apenas era un ex golpista, acabado de salir de la cárcel, Fidel Castro  lo recibió con honores de jefe de Estado y así lo expresa el propio Chávez: 

Mira, cuando yo  salí de prisión, yo, un hombre de izquierda, yo no concebí la izquierda latinoamericana. El único que tuvo el olfato de viejo lobo de mar, fue Fidel Castro. Cuando fui a Cuba, me esperó en la puerta del avión y me dio casi un tratamiento de Jefe de Estado, aquel mismo año, en el 94, hace diez años.

Pero yo me fui por el continente y las fuerzas de izquierda, cuando las concebí, me rechazaron. (…) El solo hecho de decir, este es un coronel y además, si le agregas el remoquete de golpista, ah, bueno, eso era terror.[7] 

Castro, que siempre anduvo a la búsqueda de un doble, que garantizara la continuidad de su obra revolucionaria  en el continente, intuyó en Chávez al buen alumno. El tratamiento de jefe de Estado al que Chávez se refiere, significa que durante su estadía en Cuba, gozó del mismo tratamiento que se le prodiga al propio Fidel Castro. La sutileza psicológica del cubano adivinó, que hacerle saborear al novato venezolano las mieles del poder, y confirmarlo en su idea de ser él era el continuador de la obra de Bolívar, le acentuaría su pasión por el poder y haría de él un aliado incondicional.


[1] Cuba and the Politics of Passion, Austin, University of Texas Press, 2000.

[2] Idem, pag., 16

[3] Ibid., pág., 19

[4] Para ampliar el análisis acerca de la personalidad del presidente venezolano, remito a la obra de Frédérique Langue, Hugo Chávez et le Venezuela, Paris, L’Harmattan, 2002.

[5]. http://www.jrebelde.cubaweb.cu/2005/enero-marzo/ene-02/print/hugochavez.htm

[6] Hart, Celia , “Fidel Castro y Hugo Chávez diez años después: balance de sueños y resurrección en La Habana” rebelión , 24, diciembre 2004. http://www.alcaabajo.cu/sitio/pensamientoamericano/articulos/fidel_castro_y_hugo_281204.htm. En ese mismo orden se acaba de anunciar, igualmente, la presentación  en La Habana de, Un hombre que anda por ahí, libro  sobre el presidente venezolano, cuya autora no es otra que una  de las hijas de Ernesto "Che" Guevara, a cargo de la editorial australiana Ocean Press, el libro será distribuido también en : Argentina, Estados Unidos, Ecuador, Reino Unido y Venezuela.
[7] Heinz Dieterich, La integración militar del Bloque Regional de poder latinoamericano, Instituto Municipal de publicaciones de la Alcaldía de Caracas, República bolivariana de Venezuela, 2004.


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