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De donde somos 
por Eli Bravo
jueves, 30 marzo 2006

 

El fenómeno humano más importante del siglo XX fueron las migraciones y esto no cambiará en el futuro. En los últimos 25 años se duplicó el número de personas que cruzaron fronteras para redibujar el mapa social y político del planeta. Un 60% de los inmigrantes se encuentran en naciones desarrolladas, mientras aumenta la tendencia de movilizaciones “sur-sur”. Con su aporte de capital, conocimientos y riqueza cultural, los inmigrantes han impulsado el crecimiento de las sociedades que los amparan, a la vez que contribuyen con el desarrollo de sus países de origen: las remesas globales que envían a sus familias suman $167 millardos anuales con un subregistro calculado en 50%. Solo México en 2003 recibió más de $13 millardos en remesas, 140% más que las inversiones extranjeras captadas ese año.

            Detener este río humano es imposible. El Director General de la Oficina Internacional de Migración de la ONU, Brunson McKinley, deja en claro que “la gestión de la migración se ha convertido en uno de los principales retos políticos del siglo XXI”. La globalización con sus redes de transporte, comunicaciones y finanzas han hecho más fácil esta movilización, generando una dinámica que encauzada de forma correcta puede ofrecer más beneficios que costos.

Si bien la globalización ha sacado a millones de personas de la pobreza, mientras exista la brecha entre países ricos y pobres, la gente buscará un entorno mejor para vivir. Esto le ocurre al experto en tecnología que recibe visa y empleo de una compañía internacional, así como al campesino que trabajar ilegalmente recogiendo tomates. Y no podemos olvidar a los que son forzados a dejar su hogar a causa de conflictos armados, desastres ambientales y hambrunas. No todos emigran por voluntad propia.

El fenómeno es delicado pues toca aspectos como seguridad, identidad y prejuicios que encienden pasiones susceptibles a manipulaciones según los intereses políticos o electorales. Esto hace que los gobiernos sean conservadores y limitados en su visión, pero según el informe de la Comisión de Inmigración de la ONU de 2005, la influencia del sector corporativo puede reformular el debate al buscar mayor flexibilidad para empresas y empleados a fin de aumentar la competitividad y productividad global. En este sentido las corporaciones podrían ayudar a ver en la inmigración un poderoso motor económico.

Pero siempre estarán los grupos que propongan el cierre de fronteras para brindar una ilusión de tranquilidad a quienes ven con temor a los inmigrantes. Este es el camino equivocado porque alzar muros ante la necesidad, curiosidad y esperanza genera tensiones inútiles. Además en el mundo que vivimos diferenciar a los de aquí y los de allá es cada vez más difícil. En su canción De amor y de casualidad Jorge Drexler lo explica deliciosamente: en este mundo tan separado/no hay que ocultar de donde se es/pero todos somos de todos lados/hay que entenderlo de una buena vez.

ebravo@unionradio.com.ve 
 

 
 
 
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