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Trago mortal 
por Eli Bravo
viernes, 27 octubre 2006

 

          Por conducir en julio de 2005 a contravía en una autopista en estado de ebriedad y provocar una colisión en la que murieron dos personas, Martin Heidgen, de 25 años, fue acusado de homicidio por una corte de Long Island y espera una sentencia que podría llegar a cadena perpetua. La decisión del jurado abre las puertas para castigos más severos contra los conductores borrachos que ocasionan accidentes fatales, asunto que aplauden los familiares que han perdido seres queridos a causa de la irresponsabilidad ajena. Los abogados defensores en estos casos insisten en que la intoxicación por alcohol limita la responsabilidad del individuo, y por lo tanto, si mata a alguien fue un accidente y no un asesinato.

            Un conductor ebrio es un victimario en potencia y a pesar de los controles es casi imposible alejarlo del volante, por ello algunos piden sentencias ejemplarizantes que los mantengan a raya, mientras que otros consideran un exceso que sean juzgados con la misma severidad como si hubiesen disparado un arma. Lo cierto es que el año pasado murieron 13 mil personas en EEUU en accidentes viales relacionados al alcohol. En la Unión Europea esa cifra rondó los 10 mil. En Venezuela el 36% de las 3 mil personas muertas en la vía estuvieron relacionadas al trago.

            En el pasado manejé borracho varias veces. Una madrugada decembrina tomé la vía equivocada en la Autopista del Este, con la fortuna de reaccionar a tiempo y retroceder ante los faros de los otros autos. El jurado que sentenció a Heiden consideró que a este nunca le importó el daño que podía causar a otros y por ello aceleró a contravía hasta chocar. Yo pude haber ocasionado un accidente similar, sin desearlo, y también matar a dos personas. ¿Qué era en ese momento, un borracho al volante o un asesino en potencia?

            Podría ser condescendiente conmigo mismo, pero la verdad, en el momento que subí al auto tomé la decisión equivocada. Ciertamente el alcohol nubla la mente y perdemos la capacidad de decidir, pero hoy en día, cuando ya no bebo, pienso que en aquel entonces la carga de la culpa hubiese estado de mi lado.

            Tengo muchos amigos que llevan una botella de whisky por copiloto. Si algún día mataran a dos personas en la calle no sabría como juzgarlos. Lo que si se es que tuvieron la oportunidad de evitar la tragedia y no lo hicieron.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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