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Infierno catódico 
por Eli Bravo
jueves, 27 julio 2006

 

No estoy muy seguro de la existencia del infierno, y de existir, estaría en la cabeza de cada quien, como asegura el personaje de Benicio del Toro en la película 21 gramos. Pero si me tocara imaginarlo unas cuantas imágenes vienen a la mente, por ejemplo, un inmenso salón con millones de monitores pantalla plana que transmiten eternamente los peores programas de televisión de todos los tiempos. Incluyendo Sábado Gigante.

Como soy eso que los filósofos llaman un relativista, entiendo que mi lista de esperpentos podría resultar un catálogo de maravillas para otro espectador. Además, veo poca televisión, así que adolezco de moral para erigirme como juez, más allá de haber trabajado en algunas ocasiones para ese medio lleno de magia, mentiras y gerentes.

La imagen del infierno catódico surgió porque esta semana me dio por plantearme el equivalente comunicacional a la pregunta del huevo o la gallina. ¿La televisión hispana de los Estados Unidos es mala porque eso es lo que le gusta a la gente, o a la gente le gusta la mala televisión porque eso es lo que recibe? Al momento del cierre no encuentro respuesta satisfactoria. Quizás porque no la hay.

Igualmente me resulta un misterio por qué gente que se maneja con dignidad y buen gusto en su vida privada es capaz de crear programas que no vería si no fuese porque trabaja en ellos. La mejor pista para comprenderlo me la ofreció un productor de Despierta América: cada vez que pago el giro del carro y el apartamento que no podría comprarme allá en mi país, le doy gracias a todos mis nacos de California por preferirnos. Claro, hacer televisión es simplemente un trabajo. Como vender cigarrillos.

Puede que tengan razón mis amigos que me reclaman una actitud conservadora- reaccionaria, quizás producto de la edad. O puede ser que como estoy fuera del aire me consume la envidia. Incluso, cabe la posibilidad de no ser el target de esa programación, aunque no me siento tan especial como para considerarme más allá de la masa. El hecho cierto es que I can´t get no satisfaction y esto me convierte en parte de ese sector de público hispano-migrante al que le encantaría escuchar español en su TV, pero termina en los canales anglos. Eso mientras no me atraganten con Paris Hilton o Fox News.

Siempre he defendido la variedad como fórmula que asegure la libertad del público para escoger según sus preferencias, pero haciendo zapping por los canales hispanos no encuentro oferta a mis demandas. Y esta es una queja que escucho con frecuencia a mi alrededor, incluyendo gente que trabaja en el medio y termina por resignarse porque “esto es lo que hay”. Algún economista podría decir que existe un nicho de mercado a la espera de programación. O quizás no hay negocio en gente como yo y sencillamente tendré que conformarme con Discovery en Español.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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