La
primera vez que voté fue en 1988 cuando tenía 20 años y casi
hasta el último día pensé que lo mejor era abstenerme, total,
ninguno de los candidatos con posibilidades de ganar me decía
gran cosa y con un lustro en el ambiente la palabra crisis nos
tenía a todos los jóvenes aplastados. En aquel entonces
resultaba claro que el país en el que habíamos crecido no era el
mismo que nos esperaba para desarrollarnos profesionalmente, y
con la idea de que la política era asunto de pillos y
oportunistas, mejor era no embarrarse. Finalmente hice mi cola y
voté por Andrés Velázquez. Las elecciones no son una carera de
caballos, había dicho Uslar Pietri, y uno no debe votar
apostando a un ganador, sino apoyando un proyecto. Andrés sacó
poco más de 26 mil votos y en 1993 repetí con él. Para ese
momento superó el millón 200.
Para los comicios del 98 la plataforma militar de Chávez y su
pasado golpista me generaban total rechazo. Quería un cambio,
pero no con Chávez. Voté por Salas Romer sin mucha convicción,
pero mi otra opción era Miguel Rodríguez y aunque sus ideas me
parecían brillantes, sentía que le faltaba un componente social.
En el 2000 me arrepiento de haber votado por Arias Cárdenas. En
aquel momento escribí que la historia canalla de Venezuela nos
ofrecía viajar en primera o segunda en el Titanic y el compañero
de asonada de Chávez no me defraudo al revelar su estatura ética
y moral: luego de haber llamado asesino a Chávez y de solicitar
un juicio para el mandatario por los crímenes de Abril de 2002,
ahora lo defiende rodilla en tierra en la ONU. Todos tenemos
algo de que arrepentirnos en la vida. Debí haber votado por
Claudio Fermín.
Y
ahora votaré de nuevo. Me gustaría tener un candidato de
izquierda moderada, digamos que una Bachelet o un Rodríguez
Zapatero. Pero es 2006 en Venezuela. Si el proceso no hubiese
tomado el giro personalista, militar y de fanatismo ideológico
que exhibe, quizás lo hubiese apoyado. Pero no creo en líderes
sino en estadistas. No me abstendré y no votaré por el rojo
culto a la personalidad. Ahora que repaso mi historial veo que
siempre he votado por la oposición. Quizás porque creo en los
contrapesos y en la alternancia de poder. Espero poder seguir
teniendo la opción de elegir, y en el futuro, apoyar a un
candidato para ir a favor, y no solo en contra de alguien.
ebravo@unionradio.com.ve
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