Doscientos
mil es un número que en el aire dice poco. No vale lo mismo si
son dólares o bolívares. Asunto de las cifras, que si bien
tienen un valor absoluto, en la vida cotidiana se nos hacen
relativas. Pero al contar vidas ¿valen lo mismo doscientas mil
personas asesinadas en Sudán, que muertas en Bosnia? Desde
finales de 2003 el genocidio en Darfur, al oeste de Sudán, ha
desplazado a más de 3 millones de personas y más de doscientas
mil han sido asesinadas con metralla, machetes y palos.
Sudán tiene 20 años en guerra civil. A comienzos de 2003 grupos
rebeldes al presidente Omar al-Bashir atacaron posiciones
militares en Darfur y el gobierno respondió armando las milicias
árabes janjaweed que desde entonces se han ensañado
contra la población civil negra en una campaña de limpieza
étnica que la comunidad internacional no ha podido detener. La
pasada semana la Unión Africana decidió mantener por otros seis
meses sus 7 mil tropas mal equipadas en la región con la idea de
luego traspasar el mandato a las Naciones Unidas. Una decisión
más orgullosa que realista, pues hasta ahora la misión de la UA
ha sido un fracaso.
El
gobierno no quiere ver a los cascos azules en Sudán y denuncia
un intervencionismo patrocinado por Estados Unidos. Mientras
tanto, los janjaweed no solo continúan mutilando niños, violando
mujeres y asesinando hombres en Darfur, sino que desde hace
semanas cruzan la frontera al oeste con Chad para atacar los
campos de refugiados. El ejército de Chad no tiene los recursos
para proteger la frontera, y la situación es tan insegura, que
las organizaciones humanitarias han tenido que huir. Solo
Médicos sin Fronteras mantiene personal en la región.
El jefe de
operaciones de la ONU, Jan Egeland, ha dicho que “este es el
test para no permitir más Rwandas y más pérdidas masivas de
vidas inocentes, pero Darfur está regresando al abismo de
comienzos de 2004, cuando la región era el campo de la muerte de
este mundo”. La comunidad internacional no pasa el examen.
Irónicamente en las próximas semanas los presidentes de Egipto,
Libia y Sudán, un trío que sabe muy bien como marear a la
diplomacia, se reunirán en Trípoli para buscar alternativas.
Para rematar, desde el pasado miércoles 15, Sudán es miembro de
la nueva Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Hace 11 años
doscientos mil musulmanes serbios eran víctima de la limpieza
étnica de Milosevic que sobrepasó los esfuerzos de los cascos
azules. Tuvo que entrar la OTAN y bombardear Sarajevo para
detener al ejército serbio y forzar la paz en los Balcanes.
Simultáneamente, más de doscientas mil tutsis eran masacrados en
Rwanda ante los ojos de la ONU. Nadie movió un dedo y la cifra
final llegó al medio millón. Ahora son más de doscientos mil
muertos, otra vez.
Detener un
genocidio requiere más que buenas intenciones. La ONU tiene que
ser más firme y las potencias menos timoratas. Si quieres saber
más o ayudar a la gente en Darfur, visita unicef.org o
savedarfur.org
ebravo@unionradio.com.ve