Por
estos días la cosa está atómica en el vecindario oriental.
Mientras Irán asegura que su programa pacífico de
enriquecimiento de uranio va viento nuclear en popa, en
“confusas” declaraciones Ehud Olmert deja entrever que tiene su
arsenal a punto, no vaya a ser que Amadinejad decida pasar de
las palabras a los hechos con aquello de borrar a Israel del
mapa. Un poco mas allá Kim Jong-Il sigue ensayando la forma de
volar un misil norcoreano que aterre a sus vecinos a la vez que
negocia el control de sus reactores y en Washington el congreso
saliente ratifica la cooperación entre EEUU e India en programa
civiles, mientras Delhi tiene el derecho a mantener en la sombra
sus planes militares. Esto no agrada a sus vecinos los
paquistaníes y sus megatones a dudoso resguardo: no olvidemos
que ciertas naciones o agrupaciones terroristas han recibido su
manual de cómo fabricar un arma atómica gracias a la generosidad
de Abdul Qader Khan, no solo el padre de la bomba pakistaní,
sino también el progenitor no tan secreto de un buen número de
vástagos atómicos alrededor del globo.
El
club de los cinco ya no es tan exclusivo. Ahora EEUU, Reino
Unido, China, Rusia y Francia tienen nuevos miembros con poderío
y algunos de ellos con serias enemistades. Si en algún momento
Kennedy y Kruschev se asomaron los dientes, una situación
similar con personajes como los actuales frente a los botones da
miedo. Prefiero a Peter Sellers en Doctor Strangelove. Ahí al
menos hay tiempo para reírse.
Y
como las escaladas son así, el canciller japonés asomó que su
país debería debatir la estrategia militar frente a Corea del
Norte, a lo que el primer ministro Abe respondió que nada de
bombas en Tokio, y caso cerrado. Pero las presiones han sido
sembradas. Indonesia, tras intentar fabricar una bomba en los
60, tiene actualmente un programa nuclear pacífico. Las naciones
del Golfo Pérsico han manifestado su interés en conocer más de
estas tecnologías y Arabia Saudita está explorando en serio. La
amenaza de Irán es demasiado poderosa como para sentarse a
esperar.
En
América Latina solo México, Brasil y Argentina enriquecen uranio
en un contexto mucho más pacífico. El pasado año Hugo Chávez
asomó su curiosidad atómica pero no insistió mucho: una noticia
bomba sería el primer reactor bolivariano.
Mundo peligroso este, donde las pasiones amenazan con honguitos.
ebravo@unionradio.com.ve
|