Querida
Isabel: seguramente llegará el día cuando tu y tu hermanit@,
quien todavía flota feliz en la noche uterina, se hagan algunas
preguntas difíciles sobre las religiones y lo que nosotros los
humanos hacemos con ellas. ¡Y cómo no preguntarse, si hay tantas
cosas incomprensibles que necesitan una explicación! Yo espero
tener algunas para ese entonces, pero recuerden que serán solo
una cara de esa luna fascinante que es la realidad. Y también
recuerden que tan importante como las respuestas, son las
preguntas. Mientras tengamos la curiosidad de preguntar,
mantendremos vivas las ganas de aprender.
Esta semana del 10 al 16 de abril es de verdad muy especial. Más
de tres cuartas partes de la humanidad están de fiesta, cada uno
a su manera. Los cristianos conmemoran la muerte y resurrección
de Jesús durante la Semana Santa. Los judíos recuerdan el éxodo
de los israelitas desde Egipto con el Pesaj. Muchos musulmanes
celebran el nacimiento de su profeta Mahoma en el día que llaman
Mawlid-al Nabi y otros tantos budistas se felicitan por su día
de año nuevo. ¡Todo eso en la misma semana! Sería fácil pensar
que teniendo sus fiestas tan cercanas, también tendrían muchas
cosas en común. Y la verdad es que si: todas las religiones son
un camino espiritual para que los seres humanos nos acerquemos a
la energía vital, que si quieren la pueden llamar Dios, con el
objetivo de construir un mundo mejor en el cual vivir. Hasta
aquí todo suena muy bonito, pero como ustedes dos se darán
cuenta algún día, en nombre de la religión pasan cosas
espantosas y la gente es capaz de hacerse mucho daño.
Una explicación a esa contradicción es que muchas personas
confunden el camino con el objetivo. Creen que su camino es el
correcto y les da por obligar a los demás a tomarlo, con lo cual
los otros, que también creen estar en lo cierto, comienzan a
discutir y de golpe ya están peleando. También resulta ser que
hay gente un tanto malvada a la cual no les resulta difícil usar
el nombre de Dios para conseguir sus intereses personales, así
que manipulan a los creyentes y los convencen de hacer cosas que
la misma religión prohíbe. En otras ocasiones las religiones
dejan de ser una ventana a la divinidad para convertirse en
murallas que no dejan ver la maravillosa diversidad en la que
vivimos. Incluso, se pueden convertir en relojes de piedra: se
usan para detener el tiempo y negar que el mundo cambia sin
cesar, así hay gente que quiere interpretar unas palabras
escritas hace miles de años como si fuesen el periódico del día
de hoy.
Pero no porque exista gente que haga mal uso de la religión,
esto quiere decir que sean malas. Ya les tocará hacerse su
opinión al respecto. Solo una cosa les puedo asegurar: si las
millones de personas que están celebrando su fe esta semana se
concentraran más en el objetivo que en el camino, dejando que
cada quien crea en lo que quiera creer, todos llegaríamos más
felices a donde queremos llegar.
ebravo@unionradio.com.ve
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