Es
realmente un compromiso el que tiene por delante, señor Maduro.
No solo con el presidente, sus seguidores y el resto del país,
sino con el mundo. Usted sabe que la cancillería es un puesto
delicado y que vivimos en un planeta con intereses cruzados e
intrigas profundas. Por eso permítame sugerirle: mantenga la
cabeza fría, cuando declare piense lo que va a decir y considere
que más allá del gabinete de ministros existe algo llamado
historia y comunidad internacional. Recuerde que batir el cobre
allende las fronteras resulta más complicado que hacerlo en la
Asamblea.
Como a muchos,
su inexperiencia diplomática me preocupa, pero usted ha
demostrado que aprende rápido. También me inquieta su vehemencia
en predios donde la ponderación y la sutileza son tan útiles. Se
muy bien que en los últimos meses su labor internacional ha sido
intensa, y no creo que la decisión del presidente haya sido
improvisada. Él ha visto en usted algo, espero que más allá de
la fidelidad, para encargarle un factor tan importante en su
estrategia de gobierno. No aplaudo su elección, pero tampoco
puedo detenerla. Por el bien de todos, espero que haga un buen
trabajo.
El asunto es
este: los enredos y conspiraciones no son exclusividad de EEUU,
así que no se deje engatusar con el voluntarismo revolucionario
y considere que su responsabilidad e influencia es ahora mayor.
No sea ingenuo, no active la solidaridad automáticamente y
entienda que no solo desde Washington se urden estrategias para
intervenir en el mapa mundial. Lo mismo hace Teherán, Moscú,
Damasco, y por qué no, Caracas. Y voy más allá, con el debido
respeto: marque distancia de esa bizca moralidad de izquierda y
derecha según la cuál la misma acción es un ataque si la comete
un enemigo, pero un acierto o defensa si la comete un aliado.
Por ejemplo, cuando lo escuché denunciar fraude en las
elecciones mejicanas o peruanas, recordé sus airadas
declaraciones cuando lo mismo se sugirió en Venezuela. Claro que
en la política se juega con varios discursos, pero mi punto es,
a la hora de declarar recuerde que no es Nicolás el
ex-conductor, sino Maduro El Canciller.
Hace un año en
Choroní conocí a un agradable joven quien se me acercó para
conversar. Al extenderme la mano dijo que era su sobrino y sus
facciones no lo contradecían. Para él, usted era motivo de
orgullo. Terminamos en el malecón disfrutando del espectáculo de
marionetas que presentaba un artista chileno. Ahora que es
canciller, piense mas allá del futuro de su sobrino y quienes lo
respaldan. Por favor, no meta al país en conflictos, no se
enrede en asuntos ajenos, y no se refiera a la cancillería como
una trinchera revolucionaria. Pero sobre todo, no actúe como si
estuviese atado por hilos a la voluntad de otra persona. Su
compromiso es con 24 millones de venezolanos, aunque este nuevo
cargo no lo haya obtenido por votación popular.
ebravo@unionradio.com.ve