El
afán de la administración Chávez por marchar a contravía de los
Estados Unidos es una carrera de espaldas a las tendencias
modernizadoras. Su discurso social tiene la garra para ganar los
votos y corazones que su política económica jamás lograría
atrapar, de no ser por un petróleo sobre los $60 que le permite
vender una ilusión de prosperidad con máscara endógena.
La
administración Chávez ve el mundo a través del prisma ideológico
y actúa por motivaciones políticas. Mientras tanto, buena parte
del mundo, incluyendo sus aliados y clientes alternativos,
actúan según estrategias económicas para desarrollar políticas
sociales. Por ello negocian con EEUU defendiendo sus intereses
nacionales: Tabaré Vázquez estuvo en la Casa Blanca para
asegurar que Uruguay no dejará el MERCOSUR pero seguirá
negociando con Washington acuerdos comerciales. Lula continúa
buscando el liderazgo regional de Brasil y se molesta por la
injerencia venezolana en asuntos de integración, a la vez que
visita el Foro de Davos y se reúne con Condoleeza Rice. Hu
Jintao visitó la planta de Boeing en Seattle con una sonrisa
cordial mientras China continúa las reformas capitalistas que
hacen más aguerrida la competencia entre ambas naciones.
Manmohan Singh fue capaz de firmar un acuerdo nuclear con Bush
gracias a su política exterior en Asia a pesar de que India sacó
la mejor parte y EEUU recibió las críticas por su doble estándar
en el tema atómico. Cuatro líderes en busca de un desarrollo
justo y que entienden la necesidad de mantener los vínculos
comerciales y políticos con la primera potencia del planeta.
A la par,
la administración Chávez insiste en una retórica
altermundialista radical mientras aumenta su comercio con el
imperio del mal. Las exportaciones a EEUU crecieron casi $ 19
millardos de 2001 a la fecha y las importaciones aumentaron casi
$ 800 millones, relación favorable gracias a la gordura de la
factura petrolera. Blandiendo objetivos sociales muy nobles en
los que ha conseguido algunos éxitos, el tren gubernamental va
comiéndose la flecha en la autopista del progreso poniendo en
peligro a todo el país. Lo grave no es que el presidente y sus
ministros controlen la locomotora, sino que millones de
pasajeros vayan sentados muy felices mientras ven a buena parte
del planeta avanzar en dirección contraria y piensen “estos
perdieron el sur”.
Venezuela
ha ganado un protagonismo internacional indiscutible cabalgando
el potro de la izquierda latinoamericana. De una parte de ella,
debería decir, pues hay otra que prefiere los métodos del siglo
XXI. Son los países que entienden las fuerzas mundiales que
están en juego y buscan aprovecharlas con menos retórica y más
pragmatismo. Dentro de 15 años, cuando toque hacer el balance,
quizás descubramos que fueron esos los países capaces de vencer
el subdesarrollo.
O quizás suceda todo lo contrario, y desde acá me comprometo a
reconocerlo. Espere los detalles en Mayo 2021.
ebravo@unionradio.com.ve
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