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No hay primera piedra 
por Eli Bravo
jueves, 9 marzo 2006

 

Nadie esperaba un ejercicio de introspección cuando el Departamento de Estado de los EEUU presentó su informe sobre derechos humanos donde analiza la situación en 196 naciones. La única mención al país se lee en la introducción: “el viaje hacia la libertad y justicia de los EEUU ha sido largo y difícil, y está lejos de terminar. Aún así, a través del tiempo la independencia en las ramas del gobierno, la prensa libre, nuestra apertura al mundo, y lo más importante, el coraje civil de impacientes patriotas nos ha ayudado a mantener la fe en nuestros ideales fundacionales y nuestras obligaciones internacionales con los derechos humanos”. No es fácil para una administración acusada de manejar dobles estándares convencer al mundo sobre su versión de la realidad, y quizás por eso el Secretario Adjunto Barry Lowenkron dijo al presentar el informe “consideramos que la actuación en Derechos Humanos de cualquier gobierno, incluyendo el nuestro, son una legítima materia de comentario y debate internacional”

            Guantánamo, Abu Ghraib y la invasión a Irak y Afganistán, los abusos de la guerra contra el terrorismo, los errores de la administración Bush se llevarían esta columna, y si revisamos el historial del siglo XX, la política exterior estadounidense está llena de historias negras. Por eso es fácil para los gobiernos de Korea del Norte, Irán, Myanmar, Zimbabwe, Bielarrusia, Cuba o Venezuela, entre otros señalados como casos especiales, desestimar las denuncias y ventilar los trapos sucios de Washington. Lo difícil es poder asegurar que en sus países hay transparencia democrática y que sus ciudadanos gozan de plenas libertades.

            Llevar el debate a la autoridad moral de EEUU para evaluar a otros países es una trampa, la percepción de la administración Bush es tan baja que cualquier señalamiento puede ser considerado intervencionismo. Sus errores son injustificables y ya organismos como Amnistía Internacional han sido muy duros ante las políticas de DDHH de Washington, así que el asunto está más allá, a diferencia de muchas naciones, en EEUU hay la posibilidad de debatir abiertamente las críticas, llevarla a tribunales y exigir respuesta a las autoridades. Quienes adversan al gobierno no son perseguidos sistemáticamente. Claro que está Cindy Sheenah, detenida el pasado lunes ante la ONU, pero difícilmente su caso se pueda comparar al de los presos políticos cubanos, chinos, rusos o iraníes. Y es verdad que existió una lista McCarthy, pero palidece ante el Archipiélago Gulag de Stalin. El sistema estadounidense es imperfecto, pero el antinorteamericanismo (que muchas veces es más antibushismo) no es suficiente para desestimar la capacidad de regulación y contrabalances que tiene.

            En temas de Derechos Humanos nadie está tan limpio como para lanzar la primera piedra, pero conviene evaluar quien está más dispuesto a ventilar sus pecados en público, de la manera más transparente posible.

ebravo@unionradio.com.ve 
 

 
 
 
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