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Encharretados 
por Eli Bravo
viernes, 7 julio 2006

 

          De haber sido una reflexión personal, se la habría achacado al efecto de la hamburguesa que una hora antes había engullido, pero fue mi amigo Marcos Salas quien comentó mientras explotaban los fuegos artificiales del 4 de Julio en el cielo de Miami: “fíjate tú, mientras esta independencia la celebra la gente en cada ciudad con una fiesta de comida, música y pirotécnica, mientras en Venezuela el 5 de Julio es un acto de militares, con desfile de tropas, aviones y fusiles en Los Próceres”. Un cohete estalló en una lluvia de chispas y traté de adivinar el titular de la Agencia Bolivariana de Noticias. No era difícil acertar: “Chávez vislumbra la unión de las fuerzas armadas de países del Mercosur”.

            Dejemos a un lado el alerta ante las compras de armamento venezolanas, los abusos y torpezas en la historia militar de EEUU o las elaboraciones sobre asimetría, intervencionismo y soberanía. Hay algo detrás de la frase de Marcos que me resulta más intrigante: ¿Cómo fue qué los ciudadanos se dejaron cercar por el sector militar hasta comprar la trinidad de Fuerzas Armadas-Pueblo-Estado? Y más aún ¿cómo es que tanta gente de izquierda, que coreaban consignas contra la bota militar en predios universitarios, se sienten cómodos ante el discurso oficial tan cargado de militarismo? En fin, ¿qué pasó con el espíritu cívico de la población que se ha mimetizado con el aparato militar y asimila como si fuera propio el credo de las Fuerzas Armadas?

            Soy capaz de entender la confianza popular en el esfuerzo social de la administración Chávez, la emotividad que despierta el carisma del líder y las huellas del caudillismo en el tejido nacional. Pero lo que no deja de sorprenderme al ver la conformación de milicias populares, los mensajes públicos en tono de arenga de cuartel y el ascenso de una clase militar con tanta hambre de dinero como sus antecesores, es que millones de personas apoyen la invasión de los espacios cíviles por las chaterras bolivarianas y consideren esto una muestra de solidez democrática

            En mis años de Scout lo mejor que tenían los militares eran sus chaquetas verde oliva para las frías noches de campamento y sus botas negras para subir al Avila. Pero desde entonces mantengo distancia del aparato militar y lo concibo solo como una institución dependiente del gobierno civil para labores de seguridad y defensa. No como una gorra que todo ciudadano deba calzarse como acto de voluntarismo revolucionario.

            Una cosa es la emoción nacional que despierten las tropas, asunto del que paso, pero otra es su presencia en todo ámbito de la vida civil y la forma alegre como los civiles se tragan sus municiones.

            Me encantaría tener una respuesta, especialmente de mis colegas columnistas que navegan mejor en las aguas del proceso y seguramente se han planteado estas interrogantes en alguna fiesta en el Círculo Militar.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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