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Fritos y revueltos 
por Eli Bravo
jueves, 1 junio 2006

 

Que antojadizas las palabras, siempre diciendo algo más de lo que podemos entender a simple vista u oído. Pongamos el ejemplo de sufragio, tan en boca de todos y desfilando sobre el papel impreso en estos tiempos. La Real Academia la relaciona con voto, que se define como gesto, papeleta u otro objeto con el cual se expresa una preferencia. La palabra nos llega del latín suffragare y lo realmente curioso está en su etimología tal y como nos la explica la página elcastellano.org: viene de la unión del prefijo sub con la raíz prehistórica bhreg que significa “fragmento” o “frágil”.

            Resulta ser que en sociedades antiguas el voto era expresado con pedazos de vasijas rotas, con el consiguiente riesgo de que los trozos se rompieran y el voto se duplicara. Dice la misma página web que algunos estudiosos piensan que en realidad esa raíz se refiere a la costumbre de algunos guerreros, quienes expresaban su voluntad golpeando sus lanzas como si las fuesen a romper. Total, desde sus orígenes los sistemas de votación han sufrido cierta debilidad estructural que permite multiplicar voluntades si no se manejan con cuidado. No soy etimólogo, pero alguna relación histórica debe haber entre fraude y sufragio. Ambas palabras al menos comparten cuatro letras.

            Debe haber una ley universal de la fragilidad que sostenga lo siguiente: al poder solo le preocupa la debilidad del sistema cuando este no juega a su favor. Según nos recordó Oscar Medina en El Universal el pasado domingo 28 de mayo, ante las elecciones presidenciales venezolanas de 1998, el Polo Patriótico que apoyaba a Hugo Chávez advertía sobre la manipulación del Consejo Supremo Electoral y anunciaban un fraude electrónico en conjunción con un padrón electoral amañado para arrebatarle así la victoria al teniente coronel. Asuntos de la circularidad de la vida, aquellas palabras son muy similares al clamor de la oposición venezolana de cara a las elecciones del 3 de Diciembre. En aquel entonces los chavistas denunciaban el control de Acción Democrática sobre las elecciones, y ahora no solo los adecos acusan al CNE de blindar los comicios a favor del gobierno. Los que una vez quebraron sus lanzas por elecciones transparentes y correctamente auditadas, ahora cierran filas cuando escuchan las mismas palabras desde la acera de enfrente.

            Quizás sea el momento de acuñar una nueva palabra: sufrito. Esto sería el sufrimiento que genera sentirse frito con tener que votar envuelto en tanta desconfianza. El neologismo nos permitiría desarrollar el concepto de “sufritanga a pero lento”, que sería el proceso de cocción de unos resultados, que si bien podrán contar con el aval de los observadores internacionales, estarían acompañados de una larga lista de peros que convertirían el acta final en un trozo de arcilla oficial.

            Si alguna vez Hugo Chávez se llenó de barro las botas en sus años de paracaidista, de ganar otras elecciones de frágil legitimidad estaría caminando sobre botas de barro.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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