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Adiós, hola 
por Eli Bravo
jueves, 29 diciembre 2005

 

Este año incumplí todas las resoluciones que con tanta seriedad me prometí el pasado 31 de diciembre, y quizás por ello, el balance de este 2005 lo ubica en la categoría “suave y sabroso”. Menos mal, porque hay años que no son así y más bien califican para el tipo “menos mal que se acabó”, es decir, años cuesta arriba y accidentados que si bien la distancia le va borrando sus peores filos, mejor es tirarlos en un baúl y botar la llave. Afortunadamente hay esos otros años plenos e inolvidables a los que consentimos en el recuerdo como los mejores de nuestras vidas y que nos lanzan llenos de esperanza al mes de enero. Son esos años cuando los días pasan ligeros y es fácil sonreír.

¡Vaya costumbre esta de guardar, pesar y etiquetar el tiempo en cajones mensuales! En realidad, el tiempo es lo más parecido a un gas, o robándole una imagen a Fito Páez, es un efecto fugaz. Aún cuando pareciera que aquella cuesta de 12 meses a pleno sol duró mucho más que esos otros 365 días que pasaron como un suspiro, la verdad es que tuvieron la misma duración que les dictó el sol. Claro, no es lo mismo un minuto sentado sobre una estufa que estando en brazos del ser amado, pero a lo que voy es que si bien subjetivamente hay tiempos más largos que otros, poco importa cuando los dejamos atrás y se convierten en materia del recuerdo. Total, ya no los tenemos. Se fueron haciendo fiiissss hacia el pasado.

Algo similar ocurre con el año que comienza. Todo un misterio, una incertidumbre que nos llena de expectativas, que si a ver vamos, son proyecciones de lo que llevamos por dentro, es decir, pura elaboración mental. El globo del futuro lo podemos llenar de gas por venir, pero nada nos puede asegurar que efectivamente despegará según lo planeado, o más aún, que no se reventará en el momento menos pensado. Podemos desear, imaginar y prepararnos para ese vuelo que nos espera, pero lo cierto es que no podemos vivir un año por adelantado.

Lo que nos deja con estos días bisagra que funcionan como un rito para cerrarle la puerta al año pasado y abrírsela al que viene. Días que sirven para despojarnos del equipaje innecesario y abrir espacio a lo que vendrá. ¿Qué tal si entre las resoluciones para 2006 nos proponemos vivir un día a la vez? No me refiero a pensar que no hay mañana y tirar los planes por la borda, sino más bien, a dejar que todo aquello que nos pasó en 2005 se desinfle y que todo aquello que nos pasará tome forma en su momento. Disfrutar el presente sin las anclas del pasado y las presiones del futuro.

¿Qué tal vivir el próximo año en el ahora, en el día de cada día?. que si a ver vamos, es lo único que realmente tenemos entre manos.

ebravo@unionradio.com.ve 
 

 
 
 
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