Inicio | Editor | Contáctenos 
 
Webarticulistas
Manuel Malaver
Eli Bravo
Luis  DE LION
Roberto Palmitesta
Lucy Gómez
Alexis Márquez Rodríguez
Ted Córdova-Claure
Antonio Sánchez García
Aníbal Romero
Charles Cholaleesa
 
 
 
 
 
 
 
 

 

referencement


 
 

Paseo Real 
por Eli Bravo
viernes, 24 junio 2005

 

La curiosidad del turista es un excelente negocio. En este mundo hay gente para todo, capaz de pagar sus buenos dólares por ver piedras gastadas, esqueletos apilados, la redondez de la tierra desde el espacio, mariposas enjauladas o prostitutas en vitrina. Y ahora resulta que hay turistas dispuestos a pagar por conocer a los pobres. No hablo de una caminata por Calcuta, El Cairo o Puerto Príncipe, donde para escapar de la pobreza hay que encerrarse en el baño de un hotel 5 estrellas, sino de un tour para ver, conversar y almorzar con pobres “de verdad verdad”.

Martín Roisi le cobra $60 a las personas que deseen pasar un día en la Villa Miseria de Lugano, Buenos Aires, con la promesa de que al final de la jornada disfrutarán un genuino asado obrero. Marcelo Armstrong hace lo mismo en las favelas de Río de Janeiro y hay operadores turísticos que visitan las aldeas asiáticas devastadas por el Tsunami. En diversas partes del mundo los “tours de realidad” se están convirtiendo en una especie de paseo antropológico, y también a su manera, una aventura auténtica. Para los que no quieren conocer el mundo desde un autobús con aire acondicionado, los boletos están a la venta.

            “La idea no es mostrar la pobreza sino la riqueza cultural del lugar” declaró Roisi a la periodista de The Miami Herald, Mei-Ling Hopgood, quien armada de su libreta visitó el comedor comunal Futuro para Todos y descubrió un Buenos Aires muy lejos de la vida nocturna de Corrientes. Los acompañó Elena Peralta, periodista de El Clarín, quien definió el paseo como “un mundo aparte, una excursión difícil de encasillar”. Una conversación que Peralta incluyó en su nota ilustra la brecha que hay entre residentes y visitantes: un joven llamado Cacho le preguntó a un turista inglés “Allá no hay pobres?” a lo que el londinense respondió “Si, muchos, pero viven en edificios altos, no como acá”

            La pobreza tiene sus máscaras. Hace unos meses un buen amigo, criado en la popular parroquia caraqueña de Catia, me pidió que lo llevara a ver las zonas pobres de Miami. Paseamos por Overtown, la Pequeña Haití, lo acerqué a los trailers y a los albergues de homeless en el Downtown. Como no vio ranchos, hacinamiento o aguas negras en el medio de la calle, su comentario fue: acá no hay pobres, acá hay gente sin dinero. Es cierto: existe una gran diferencia entre comprar alimentos con estampillas gubernamentales o irse a dormir con el estómago vacío. Pero también es cierto que ver la pobreza no es lo mismo que conocerla (mucho menos vivirla) y que desde el auto, con las ventanillas arriba, más que realidad vemos nuestros propios prejuicios.

            Marcelo Armstrong insiste en que su tour por las favelas de Río es una manera de entender la complejidad social de Brasil. Tiene razón. El barrio es un universo en si mismo, y quizás la mejor manera de eliminar esa imagen negativa que opaca a justos y pecadores, es abrir sus puertas a estos turistas, nacionales y extranjeros, que estén dispuestos a conocer la verdadera vida y muerte que encierran sus calles.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
© Copyright 2005 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.