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Titulares ínfimos 
por Eli Bravo
viernes, 23 diciembre 2005

 

 Por una suerte de desviación profesional los periodistas a veces nos sentimos capaces de entender al mundo. Ese mismo que antes se describía como ancho y ajeno y que hoy en día pareciera caber en las páginas de un diario o en la pantalla del televisor. Las informaciones que cubrimos nos dan una idea de eso que llamamos el acontecer, y con la mayor seguridad, se lo transmitimos a nuestro público: señores, esto es lo que pasó hoy, estas son las noticias; así está el mundo.

            Si en algo nos parecemos a los cuentacuentos es en la pretensión de envolver a la audiencia con una historia que la arrebate de la cotidianidad para que nos siga de principio a fin. Claro, los cuentacuentos se nutren de la fantasía o de los giros que la ficción le da a lo sucedido, mientras que los periodistas nos alimentamos de la realidad para darle a los sucesos relevancia, sentido y raiting. Quizás por ello escogemos del inmenso abanico que la realidad nos ofrece solo aquello que consideramos importante y un poco trágico, corrupto, oscuro o terrible.

            “Las malas noticias son periodismo, las buenas noticias son relaciones públicas” me dijo un veterano del oficio con aliento a tabaco, y a su manera tenía razón. La primera página del diario no está obligada a ser precisamente un guarapo dulce para comenzar el día, así como los primeros minutos de un noticiero no tienen que ser la oda a la alegría, especialmente cuando la “cosa está tan  pelúa” como en los tiempos que corren.

De todas formas, Rob Brenzy es de los que se preguntan por qué las noticias deben ser reportadas solo por periodistas. Para este escritor estadounidense disfrazado de astrólogo, más allá de nuestro radar pasan muchas cosas que no podemos percibir a causa de nuestra formación y temperamento. En su libro Pronoia es el antídoto para la paranoia, Brenzy dice que el nihilismo pop que vivimos hoy en día es producto de unos medios masivos que nos ofrecen una imagen limitada y negativa del mundo.

            Pronoia es una palabra inventada por John Perry Barrow, letrista de la banda de rock Grateful Dead, y es lo opuesto a paranoia. Un pronóico es alguien que cree que el mundo está conspirando para cubrirlo de bendiciones y que el universo es básicamente amigable. El concepto tiene su tufo a auto ayuda, pero en Navidad estas cosas se digieren más fácil.

            ¿A qué viene el cuento? En una primera lectura podría ser una invocación a poner el ojo en esas otras historias capaces de ofrecer un lado más brillante al día. Pero hay algo más allá: al exponer con crudeza lo negativo también podemos encontrar algún atisbo de belleza o justicia, y hablar de ello no es traicionar el impacto de la noticia. También Brenzy nos sugiere ejercitar algo parecido a la modestia y decir: señores, si bien se nos escapan la mayoría de las cosas que suceden en este planeta, aquí hay una pequeña muestra de las que recogimos hoy. Estas son nuestras noticias; así está una ínfima parte del mundo.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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