Por
una suerte de desviación profesional los periodistas a veces nos
sentimos capaces de entender al mundo. Ese mismo que antes se
describía como ancho y ajeno y que hoy en día pareciera caber en
las páginas de un diario o en la pantalla del televisor. Las
informaciones que cubrimos nos dan una idea de eso que llamamos
el acontecer, y con la mayor seguridad, se lo transmitimos a
nuestro público: señores, esto es lo que pasó hoy, estas son las
noticias; así está el mundo.
Si en algo nos parecemos a los
cuentacuentos es en la pretensión de envolver a la audiencia con
una historia que la arrebate de la cotidianidad para que nos
siga de principio a fin. Claro, los cuentacuentos se nutren de
la fantasía o de los giros que la ficción le da a lo sucedido,
mientras que los periodistas nos alimentamos de la realidad para
darle a los sucesos relevancia, sentido y raiting. Quizás por
ello escogemos del inmenso abanico que la realidad nos ofrece
solo aquello que consideramos importante y un poco trágico,
corrupto, oscuro o terrible.
“Las malas noticias son
periodismo, las buenas noticias son relaciones públicas” me dijo
un veterano del oficio con aliento a tabaco, y a su manera tenía
razón. La primera página del diario no está obligada a ser
precisamente un guarapo dulce para comenzar el día, así como los
primeros minutos de un noticiero no tienen que ser la oda a la
alegría, especialmente cuando la “cosa está tan pelúa” como en
los tiempos que corren.
De todas
formas, Rob Brenzy es de los que se preguntan por qué las
noticias deben ser reportadas solo por periodistas. Para este
escritor estadounidense disfrazado de astrólogo, más allá de
nuestro radar pasan muchas cosas que no podemos percibir a causa
de nuestra formación y temperamento. En su libro Pronoia es
el antídoto para la paranoia, Brenzy dice que el nihilismo
pop que vivimos hoy en día es producto de unos medios masivos
que nos ofrecen una imagen limitada y negativa del mundo.
Pronoia es una palabra
inventada por John Perry Barrow, letrista de la banda de rock
Grateful Dead, y es lo opuesto a paranoia. Un pronóico es
alguien que cree que el mundo está conspirando para cubrirlo de
bendiciones y que el universo es básicamente amigable. El
concepto tiene su tufo a auto ayuda, pero en Navidad estas cosas
se digieren más fácil.
¿A qué viene el cuento? En una
primera lectura podría ser una invocación a poner el ojo en esas
otras historias capaces de ofrecer un lado más brillante al día.
Pero hay algo más allá: al exponer con crudeza lo negativo
también podemos encontrar algún atisbo de belleza o justicia, y
hablar de ello no es traicionar el impacto de la noticia.
También Brenzy nos sugiere ejercitar algo parecido a la modestia
y decir: señores, si bien se nos escapan la mayoría de las cosas
que suceden en este planeta, aquí hay una pequeña muestra de las
que recogimos hoy. Estas son nuestras noticias; así está una
ínfima parte del mundo.
ebravo@unionradio.com.ve
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