De
niño escuché que los nacidos por cesárea no podían ser
astronautas. Jamás encontré la lógica tras esto, y años después,
un astronauta me dijo que era mentira. Menos mal, pues ya que en
EE.UU. 1 de cada 4 niños nace por cesárea, el universo de
cosmonautas disponibles se habría reducido considerablemente. Y
la cifra es conservadora, pues algunos hospitales tienen un 50%
de partos por cesárea. En América Latina el porcentaje general
es de 35%, llegando al 80% en clínicas privadas. La Organización
Mundial de la Salud considera que una cifra inferior al 10% es
razonable. Por encima de esto, es un práctica innecesaria.
La cesárea no es nueva. La
mitología griega dice que Apolo hizo posible el nacimiento de
Esculapio, fundador del culto a la medicina, haciendo una
incisión en el vientre de su madre Coronis. Los romanos
decretaron en el s. VII A.C. la lex cesárea que
establecía la cirugía para salvar a los bebés de madres muertas
durante el parto. En latín caedare significa cortar, y la
técnica siguió siendo peligrosa hasta el s. XIX con una
mortalidad cercana al 79%. Pero llegó el s. XX con su furor
científico y lo que había sido un procedimiento para casos
extremos, se convirtió en rutina. Para los médicos el parto dejó
de ser la fase final del proceso natural del embarazo y se
convirtió en una “condición” que requería atención especial.
Para ser más eficientes y
evitar demandas por mala práctica, los doctores recomendaron la
cesárea. Para no sufrir los dolores y poder planear el parto,
las mujeres la pidieron, y como es un procedimiento quirúrgico
que requiere quirófano y tratamiento, la industria médica
diagnosticó un negocio. El resultado son generaciones de madres
que reciben anestesia y horas después se despiertan preguntando
por su bebé.
Pero no siempre los riesgos de
esta operación están claros. La mortalidad de la cesárea es 5
veces más que la de un parto vaginal. Y las complicaciones son
muchas. Para la madre: hemorragias, infecciones del útero y
lenta recuperación. Para el bebé: el 50% nacen deprimidos, 5
veces más requieren asistencia respiratoria y 5 veces más
necesitan cuidados intensivos.
Y después viene le mito que tras una
primera cesárea no puede haber parto vaginal, lo cual no es del
todo cierto, pues con una correcta incisión y sutura
transversal, es posible y seguro que la mujer tenga su segundo
hijo de manera natural.
La
cesárea es una operación que puede salvar la vida de la madre y
el hijo en casos específicos como problemas con el cordón
umbilical, hemorragias en la placenta, enfermedades fetales o
preclampsia aguda. Pero la cesárea no es un procedimiento normal
o más seguro. Si estás embarazada, o planeas estarlo, aprende
sobre las ventajas del parto natural y averigua más allá de la
“sabiduría médica”. Te lo dice alguien que nunca dará a luz ni
llegó a ser astronauta, pero que vivió el momento más
maravilloso de su vida cuando vió nacer a su hija sin bisturí ni
anestesia.
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