Según
la versión canónica, la muerte de Ernesto Guevara de La
Serna fue obra del “imperialismo americano”, en particular,
de la CIA. No obstante, existe un protagonista fundamental
de primer orden, soslayado en las múltiples obras
consagradas al guerrillero, que era el país y las
circunstancias históricas en donde fue a desarrollar su
proyecto revolucionario. La mayoría de los especialistas
comparten la misma visión que llevó a Fidel Castro y Ernesto
Guevara a seleccionar a Bolivia como polo estratégico de su
proyecto militar.
Bolivia no era más que un espacio que gozaba
de la situación geográfica requerida para el proyecto, pero
con una especificidad histórica y política inadecuada para
adelantar esa empresa. Pero los estudiosos de la zaga del
Che no le han dado la menor importancia a estos dos puntos
fundamentales para cualquier análisis.
Tras el fracaso de la guerrilla para
convertir a Venezuela en cabeza de puente del proyecto
revolucionario continental promovido por La Habana -papel
que hoy recobra de nuevo Venezuela- escogió a Bolivia por
razones operativas, aunque todavía divergen las versiones
acerca de quién tomó la decisión: Fidel Castro o el propio
Guevara. Su centralidad continental, las cinco fronteras que
la circundan, su cercanía con Argentina, la ausencia de
intentos guerrilleros la mantenían fuera de las prioridades
de los servicios de inteligencia, pero constituía para el
aparato cubano un emplazamiento óptimo para irradiar la
guerra revolucionaria hacia los países limítrofes.
Cuando Ernesto Guevara ingresó a Bolivia
creyendo contar con un centro operativo ideal, resultó que
se encontró no sólo con un país desconocido, sino con uno de
los más complejos del continente. Su geografía, aún
inexplorada en su totalidad, es un reto en sí, y puede ser
mortal para una guerrilla extranjera.
La historia, una de las más densas y
complejas del continente, es una referencia permanente en la
vida política; y para mayor dificultad, cuenta con un
heterogéneo entramado social y lingüístico.
Pero no era la primera vez que Ernesto
Guevara demostraba esa ceguera hacia Bolivia. Tampoco se
percató de su especificidad cuando la visitó en 1953, en su
segundo recorrido turístico por América Latina. Esa nación
vivía entonces un momento crucial de su historia.
El país se encontraba en plena efervescencia,
enfrentado a una de las revoluciones más radicales del
continente.
Sin embargo, Ernesto Guevara, más allá de lo
anecdótico, no se sintió interpelado por lo que allí
sucedía: prefirió proseguir viaje a Perú donde le atraía la
mayor riqueza arqueológica.
Los preliminares
En verdad su descenso al sepulcro comenzó
cuando Fidel Castro hizo pública, en octubre de 1965, la
carta de despedida en la que Guevara renunciaba a sus cargos
y a su nacionalidad cubana para “prestar sus modestos
esfuerzos a otros pueblos del mundo”, mientras todavía se
encontraba en el Congo. Es necesario apuntar que esa carta
de renuncia dirigida al “Comandante en Jefe” se le exigía a
todos los cubanos que partían en “misiones
internacionalistas”, para que en caso de “accidente” (muerte
o prisión) Cuba se viera exenta de represalias legales por
parte de otros países.
Al hacerla
pública, Fidel condenaba a Guevara a una total
clandestinidad: ya era el preludio de su muerte. No
necesitaba apresarlo y condenarlo como a Huber Mattos ni
mandarlo a fusilar como al general Ochoa. De aparecer en
público, el Che Guevara perdería toda legitimidad y su aura
heroica. Así fue cómo, tras su derrota en el Congo, al verse
obligado a abandonar África, no le quedó otra alternativa
que refugiarse clandestinamente en Praga, desde donde
pensaba dirigirse a América del Sur.
Castro lo convenció de regresar
clandestinamente a La Habana, para que desde allí organizara
su expedición a América del Sur. El gobernante cubano, que
no deja al azar ningún detalle, sabía que el prestigio de la
revolución cubana, y el suyo propio, estaba en juego y se
verían seriamente afectados si el Che llegaba a caer
prisionero como cualquier hijo de vecino, en un aeropuerto u
hotel del continente.
Era necesario que el escenario fuera perfecto
y para montar escenarios, el caudillo cubano exhibe dotes
excepcionales.
El segundo acto de la trama comenzó cuando
negociaron Fidel Castro y Mario Monje, secretario general
del Partido Comunista boliviano que, como todos los partidos
comunistas del continente, exceptuando el de Venezuela por
un cierto lapso, no compartían la línea cubana de lucha
armada. Castro le solicitó ayuda, para “un amigo” que iba a
ingresar clandestinamente a Argentina, pero para ello debía
pernoctar en territorio boliviano.
Evidentemente se trataba de un engaño. Monje
ya había rendido servicios similares a La Habana cuando
prestó su colaboración al grupo de guerrilleros peruanos que
ingresaron a Perú desde Bolivia, como también al grupo
comandado por el argentino Ricardo Masetti para formar la
guerrilla de Salta, Argentina (1963-1964.) Para Monje esto
significaba garantizar que Bolivia se quedara fuera de los
planes foquistas-continentales de Castro.
Crónica de una muerte anunciada
Cada día existen más evidencias de que los
servicios de inteligencia habían sido alertados acerca de la
presencia en el continente de Ernesto Guevara. El Che fue a
La Paz el 3 de noviembre de 1966. Un cable cifrado del 24 de
noviembre emanado de la Comandancia de las Fuerzas Armadas
bolivianas, notificaba a las embajadas bolivianas
limítrofes, del ingreso del argentino a territorio
boliviano.
El general Federico Arana Serrudo, entonces
agregado militar de Bolivia en Bonn, confiesa en sus
memorias, que el 8 de diciembre de 1966, en el curso de una
recepción un personaje desconocido le reveló que Bolivia iba
a ser la plataforma para el lanzamiento de un foco
revolucionario en el continente y que un personaje de
estatura internacional iba a dirigirlo.
Serrudo informó a su gobierno, fue convocado
a La Paz y luego asumió el cargo de jefe de Inteligencia del
Ejército (G2).
En una conferencia de prensa realizada dos
semanas antes de la captura del Che, el general Alfredo
Ovando, Comandante en jefe del Ejército reveló pormenores
del proyecto guerrillero y confirmó que tuvo noticias desde
el 24 de noviembre de 1966 de la presencia de Guevara en el
país.
Los servicios de inteligencia contaban con
suficientes indicios como para orientar sus pesquisas. Desde
la propia Cuba, las señales se hacían cada vez más patentes.
Un ejemplo fue el discurso del 1° de enero de 1967, en la
celebración del 8vo aniversario de la revolución cubana.
Fidel Castro anunció que el “comandante
Ernesto Guevara, cual Ave Fénix, aparecerá naciendo de sus
propias cenizas. Algún día, muy pronto, tendremos noticias
muy concretas sobre el Che”.
El 16 de abril se leyó en la conferencia de
la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África y de
América Latina el famoso “Mensaje del Che” en el que pregona
la creación de “dos, tres, más Vietnam”. Guevara,
lúcidamente, escribió en su diario: “Es la confirmación de
mi presencia aquí ante la CIA”.
El 29 de enero de 1967, fue allanada por la
policía la Casa de Calamina, el primer campamento o
vestíbulo del foco guerrillero, tras una denuncia de un
campesino que los tomó por fabricantes de cocaína.
Las idas y venidas de hombres “grandes y
barbudos y con acento extranjero” alertaron a los
campesinos, además de ir armados y llevar mucho dinero
consigo. Compraban productos a precio alto sin chistar.
Un cable de AFP reportó que en un artículo
publicado en Clarín, y enviado desde La Habana, el senador
comunista Baltasar Castro narra una conversación que sostuvo
con Castro en un estadio, durante un partido de beisbol. “En
noviembre, habrá noticias sobre el Che” dijo, dejando
claramente entrever que estas novedades afectarán a
Argentina, porque “ellos tienen un líder en potencia”. El
gobierno argentino acogió sin sorpresas estas declaraciones,
pues “estaban informados de indicios sobre la presencia del
Che en la frontera argentino-brasileña a principios del mes
de enero”.
El 3 de marzo, Antonio Arguedas, ministro del
Interior de Bolivia, anuncia que pronto, presentará pruebas
de que en el país se están organizando guerrillas con
instrucción y dineros del extranjero.
El 9 de marzo investigan en Brasil la posible
presencia del Che. Brasil y Argentina realizaron consultas
al respecto.
El 13 de marzo se anunció que estaba en
funcionamiento el primer pozo perforado en Monteagudo,
localidad que se encuentra en las cercanías del campamento,
zona del enclave petrolero boliviano. De hecho, los primeros
en detectar a los guerrilleros fueron miembros del personal
de la compañía de petróleos de Bolivia, quienes dieron la
voz de alerta. El 11 de marzo, el grupo es observado por un
reconocimiento aéreo del Ejército y dos días después dos
desertores bolivianos de la guerrilla caen en manos del
Ejército y delatan todo cuanto sabían, incluso la presencia
de Ernesto Guevara.
De allí que el general David Lafuente,
comandante del Ejército, denunciara el 29 de marzo la
presencia de extranjeros que se hacían pasar por estudiantes
en geología y como tales ingresaban en la zona petrolera, en
su mayoría cubanos, entre los cuales hay un francés y un
chino.
El 12 de septiembre el presidente Barrientos
ofreció 50.000 pesos a quien entregara a Guevara vivo o
muerto. Se puso en marcha una campaña para su captura.
Aviones militares lanzaron miles de volantes para informar
sobre el ofrecimiento del gobierno. Los indicios señalan su
presencia en el sureste.
Nuevos datos habrían permitido localizar en
forma más o menos exacta el lugar en donde se halla
actualmente la columna. Los campesinos del lugar que desde
el comienzo delataron a la guerrilla, ahora se sienten más
motivados.
El 2 de octubre el diario Jornada (muy
cercano al Ministro del Interior, Antonio Arguedas) titula:
“Jefes militares aseguran que la captura del
Che es inminente. Podría caer preso o muerto en las últimas
horas”.
La zona y el campesinado
En el momento del estallido de la guerrilla,
debido al populismo ejercido por el general Barrientos,
nacido en una región eminentemente campesina, además de
hablar el quechua, regía el Pacto militar-campesino, en
virtud del cual el campesinado actuaba en concordancia con
el Ejército. En razón de las varias ocupaciones y guerras
que han enfrentado a Bolivia con sus vecinos, en todas las
zonas cercanas a las fronteras, o en las zonas neurálgicas,
está presente una división del Ejército, por lo que la
relación con el campesinado es muy estrecha, amén del hecho
de que el grueso del contingente está integrado por
indígenas.
En aquel entonces, los campesinos mayores en
donde decidió operar el foco guerrillero, eran ex
combatientes de la Guerra del Chaco -que opuso a Bolivia y
el Paraguay- y, muchos de ellos ostentaban la dignidad de
Beneméritos de la Patria. Muy respetados por la población,
para quienes los militares no eran enemigos sino “su”
Ejército. En cuanto a las reivindicaciones que proponía la
guerrilla, no podían seducirlos puesto que allí no se
planteaban problemas de tierras ni de latifundio ni de
servidumbre como en otras zonas del país.
Los campesinos allí eran propietarios de sus
tierras desde hacía varias generaciones. Pero el hecho que
contribuyó a poner a toda la población de la zona en contra
de la guerrilla fue el haber dado muerte, en el primer
enfrentamiento, a dos campesinos de la zona que le sirvieron
de guía al Ejército, pues ambos poseían lazos de familia muy
extensos con varios pobladores de la región, lo que
contribuyó al mayor aislamiento de la guerrilla, pues ni un
solo campesino se unió a ella. Por el contrario, hasta el
final, la guerrilla fue denunciada sistemáticamente ante los
uniformados.
En el plano nacional, el campesinado se
movilizó, pero en contra de la guerrilla. La Confederación
nacional de campesinos y la Federación departamental de
campesinos de La Paz, emitieron comunicados en el que
anunciaban el estado de emergencia en sus filas y ofrecían
su apoyo incondicional al gobierno.
El 1° de abril 320 campesinos, distribuidos
en 8 camiones, partieron rumbo a Camiri, para luego
trasladarse a la zona de operaciones de la guerrilla.
Existía un total de 1.300 milicianos perfectamente armados.
De Cochabamba salieron 600 campesinos también a combatir a
los subversivos.
Pero el hecho más grave que contribuyó a
mostrar a la guerrilla como un elemento negativo e
indeseable, fue haber provocado la interrupción de las obras
de la importante carretera Vallegran de Lagunillas que iba a
atravesar el emporio ganadero de Masicurí, y que
precisamente la construía un batallón de ingenieros del
Ejército.
La importancia de la obra rebasaba el plano
propiamente regional para alcanzar una magnitud nacional e
internacional.
En
efecto al conectar su punta terminal del sur con el
ferrocarril Yacuiba-Santa Cruz y la del Norte con la
carretera de Cochabamba Santa Cruz, en el estratégico punto
de Mataral, el camino abre dos inmensas perspectivas para el
intercambio nacional con el Norte de Argentina por una vía
más directa, evitando la vuelta inmensa por Santa Cruz.
Igualmente aproxima a las fértiles tierras del Abapó. “Los
campesinos están actuando con el Ejército contra los
guerrilleros, porque estos retrasan las obras de
construcción de sus caminos”, reza un titular de prensa de
la época.
El Che Guevara se convirtió en mito nacional
después de su muerte, porque como todo extranjero en Bolivia
se le mira con recelo, y cuando entra invadiendo y armado,
es un enemigo.
Otra hubiese sido la historia si Ernesto
Guevara se hubiese apoyado en los sindicatos mineros, y en
la todavía poderosa Central Obrera boliviana, pero el
Guerrillero Heroico consideraba a los sindicatos como poco
revolucionarios que luchaban por reivindicaciones pequeño
burguesas.
Se veía como el redentor de los campesinos
pobres, en situación de inferioridad, a quienes se debe
socorrer, así como lo requiere la relación que alimenta el
populismocaudillismo latinoamericano, figura que no parece
dispuesta aún hoy a desaparecer en nuestro continente.
“Cuando Ernesto Guevara ingresó a Bolivia
creyendo contar con un centro operativo ideal, resultó que
se encontró no sólo con un país desconocido, sino con uno de
los más complejos del continente”
“Su descenso al sepulcro comenzó cuando
Fidel Castro hizo pública, en octubre de 1965, la carta de
despedida en la que Guevara renunciaba a sus cargos y a su
nacionalidad cubana”
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Historiadora venezolana, consejera
editorial de webarticulista.net, experta analista del
castrismo, participó en la famosa Conferencia
Tricontinental de La Habana (1966) y recibió
entrenamiento militar en Cuba. |
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