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El llamado 
por Eli Bravo
sábado, 09 julio 2005

 

Cada domingo un fiel ejército toma las calles de Estados Unidos para atender el llamado de Dios. En algunos pueblos se reúnen en modestos edificios, mientras que en otras ciudades se congregan en gigantescos auditorios para más de 20 mil personas. Movidos por la fe y agrupados bajo distintas iglesias, este caudal humano se ha convertido en la fuerza que busca definir la identidad del país más poderoso del planeta. Desde el más sencillo granjero de Kansas, hasta el presidente de la nación (un cristiano renacido quien experimentó el rapto de fe que lo acercó a Jesús y salvó su vida) todos coinciden en defender los principios y valores estadounidenses. Definirlos, llevarlos a la vida pública y hacerlos parte de la agenda del gobierno se ha convertido en su misión terrenal.

            El creciente poder de los grupos conservadores de derecha se siente en el cabildeo para escoger al próximo magistrado de la Corte Suprema, en el debate sobre las uniones homosexuales, el aborto, e incluso en las exigencias de una mayor ayuda a los países pobres. En esta cruzada los sectores religiosos han tejido fuertes lazos con el partido Republicano, sofisticando sus estrategias y afinando su capacidad de organización para unir los esfuerzos de sus miembros más allá de las distinciones entre católicos y evangélicos, o entre blancos, negros y latinos. Grupos como Arlington, Foco en la Familia o la Asociación Nacional Evangélica movilizan millones de almas y dólares para campañas que respalden sus intereses. Su peso es innegable: una vez a la semana en la Casa Blanca se realiza un llamada en conferencia con algunos de estos líderes para consultar decisiones vitales. No en vano existe la preocupación de que la separación entre estado y religión esté desapareciendo.

            Para los estadounidenses la religión es asunto serio. Un 60% la considera parte importante de su vida y un 40% piensa que los líderes religiosos deberían influir más en la política. El activismo de esta fiel base, que le dio la victoria a George W. Bush en las pasadas elecciones, ha aumentado la división entre dos maneras de entender la identidad nacional. Como apunta Noah Feldman, profesor de la Universidad de Nueva York, por un lado están los “evangélicos por los valores” para quienes el gobierno debe basarse en la sabiduría de la tradición religiosa pues allí están los valores que unen a los ciudadanos; y por el otro están los “secularistas por la legalidad” quienes piensan que las diferencias religiosas son fuente de tensión y por lo tanto el gobierno debe apegarse a la ley, lejos de los predios de las iglesias.

            Las voces más alarmistas advierten sobre la amenaza de una teocracia en Estados Unidos. Los más cautos señalan que en realidad hay una danza entre el gobierno y la derecha conservadora, pero que estos últimos no son quienes marcan  el paso. Pero cada domingo pareciera que están más convencidos de que ha llegado el momento de llevar la voz cantante. Y no dan señales de cansarse en el intento.

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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