Dios
no ve con buenos ojos las ideas de Darwin. Para algunos devotos
es inaceptable una teoría de la evolución que contemple el caos
y excluya la mano divina, pues se riñe con la creencia en una
inteligencia superior que hizo el mundo tal y como lo conocemos.
Por más de 150 años el debate entre creacionismo y evolución ha
estado encendido, y si en un principio el furor victoriano se
opuso a las teorías de Darwin, la resistencia ha mutado hacia el
concepto del “Diseño Inteligente”, un conjunto de ideas según el
cual el universo es la causa de una intervención inteligente y
no el resultado de una selección natural aleatoria.
El conflicto es serio y tan generoso
en capas como una buena cebolla. Hace 80 años el profesor John
Scopes fue arrestado en Tennesse por enseñar la Teoría de la
Evolución y en 1987 la Corte Suprema de Justicia de EEUU
prohibió que el creacionismo, el origen del mundo basado en las
escrituras bíblicas, fuese impartido en las escuelas públicas.
El año pasado el Ministerio de Educación italiano enfureció a la
comunidad científica al eliminar las referencias a Darwin del
programa escolar, asunto que llevó a las disculpas públicas de
la ministra Letizia Moratti quien anunció el regreso a clases
del naturalista inglés. De todos los casos, quizás ninguno tan
emblemático como del estado de Kansas: en 1999 una Junta Escolar
conservadora eliminó las menciones al evolucionismo en el
material didáctico de las escuelas públicas, para luego ser
reintroducidas por la Junta siguiente. Pero hace pocas semanas
una nueva Junta Escolar con mayoría conservadora realizó
audiencias públicas para reconsiderar la enseñanza de Darwin y
darle trato equitativo en los programas educativos a teorías
alternativas, básicamente el Diseño Inteligente. La decisión de
la Junta se espera a finales de este verano.
Los matices ideológicos y religiosos
son sutiles. Los defensores del evolucionismo consideran que el
Diseño Inteligente es una suerte de creacionismo reloaded
sin bases científicas y que busca contaminar la enseñanza
pública con creencias religiosas. Del otro lado insisten en que
son agnósticos y no defienden los textos bíblicos sino las
nuevas tendencias científicas que indican la existencia de un
orden primigenio en el universo que se remonta al Big Bang.
El debate en
Kansas puede ser visto como una discusión científica, pero al
leer la encuesta en torno a la religión que realizó en mayo
Associated Press, y según la cual el 98% de los estadounidenses
dijo creer en Dios y un 40% está de acuerdo en que los líderes
religiosos influyan sobre los políticos, pareciera que la mano
de Dios desea borrar los límites entre Estado e Iglesia. Esto
incluye la educación pública, política exterior y el sistema
judicial. En la evolución de Estados Unidos, Darwin ha resultado
una figura non sancta.
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