Que
estamos sufriendo el cambio climático es algo científicamente
comprobable. El Centro Hadley para Investigaciones y
Predicciones Climáticas de Inglaterra señala que los últimos 10
años han sido los más calurosos desde que comenzaron las
mediciones confiables a comienzos del siglo XIX. Un reporte de
300 investigadores del grupo de Evaluación del Impacto Climático
en el Ártico dice que la capa de hielo en esta zona ha
disminuido 8% en los últimos 30 años, y que también su pérdida
es acelerada en Groenlandia. El Instituto Scripps de
Oceanografía en California ha concluido que los cambios en las
temperaturas del mar en los últimos 65 años se deben al efecto
invernadero, y los meteorólogos piensan que ésta es la razón
para la intensidad y cantidad de huracanes y tifones. Además,
The Economist reportó la semana pasada que otra consecuencia
de este calentamiento es la alteración del curso de las
corrientes marinas.
El cambio
climático no es paranoia de ambientalistas. La Administración
Nacional Atmosférica y Oceanográfica de EE.UU. coordina un
complejo sistema de boyas marinas, satélites, globos y torres de
medición en 60 países para entender mejor lo que está sucediendo
y aportar data. Para ofrecer soluciones globales, desde1992 se
vienen realizando cumbres mundiales, como la de esta semana en
Montreal. Hasta ahora los resultados han sido tímidos, pero al
menos hay mayor conciencia. Quizás ayuden declaraciones como las
del Dr. James Hanson, el primero en alertar sobre el fenómeno en
los 80: “un grado centígrado más de calentamiento, y la tierra
experimentará patrones climáticos que no se han registrado en
más de 500 mil años. Con la actual tasa de acumulación de gases
invernadero, en una década el planeta no tendrá remedio”.
Controlar
esos gases, especialmente los que vienen de quemar combustibles
fósiles, requiere voluntad política y tecnología. La primera
comienza a perfilarse, con el compromiso en Montreal de seguir
por 2 años las conversaciones para definir el marco que
suplantará en 2012 Protocolo de Kyoto de control de emisiones. A
pesar de las negativas de EE.UU. a comprometerse, el resto de
los países luce más interesado que nunca en afrontar el
problema. En cuanto a la tecnología, han avanzado mucho los
métodos para generar electricidad o transportación con menores
emisiones de dióxido de carbono. Algunas de las propuestas son
“enterrar” bajo tierra el CO2 que resulta de la combustión o
expandir las áreas forestales del planeta.
No todo es
responsabilidad de los gobiernos. Nosotros también podemos
aportar a la solución. Al escribir sobre este tema, algunos
lectores me han comentado que estas son preocupaciones
abstractas en medio de sus cotidianas angustias. Aunque siempre
hay la opción de obviar las señales y echarse fresco mientras
algo o alguien resuelve esto, la verdad pienso que este es uno
de esos temas donde podemos hacer sentir nuestro peso como
ciudadanos, consumidores e inquilinos de la tierra.
ebravo@unionradio.com.ve
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