Usted
está en pleno derecho de abstenerse en las elecciones
presidenciales del 4 de diciembre, pero no podrá abstraerse de
la consecuencia: la Asamblea Nacional con mayoría calificada
abrirá las puertas para la tercera reelección del presidente y
eso pone al alcance de la mano los planes de Hugo Chávez hasta
el 2019. Bastará un mínimo ejercicio de militancia para correr
la raya al 2021 o quizás más allá. En estos comicios venideros
no solo está en juego la conformación del legislativo. En
realidad se trata de pavimentar el camino a la legitimación
constitucional de la revolución y la permanencia de su líder en
el poder. Por eso el 4-D es a su manera una elección
presidencial.
La especie ya rueda entre los
partidos aliados al proceso. Está en la agenda del PPT y de
Unión, además de rondar la cabeza de los candidatos por el MVR.
Como ha sido costumbre, es guerra avisada y Chávez cuenta con
sus soldados. A pesar de las encuestas que señalan un deterioro
en la popularidad del presidente, una reactancia al discurso
gubernamental o una frustración ante el peso de la realidad vs.
la propaganda oficial, el hecho real es que el chavismo logrará
movilizar a su gente para que le firme un cheque en blanco a la
gestión de la Asamblea. Y con la ayuda de las morochas, no es
que tengan que esforzarse demasiado.
Para la oposición, inútil
decirlo, los escenarios son opacos: abstención militante,
desobediencia civil, participación en desventaja, defensa de
espacios políticos. En todos pierde de alguna manera, y lo que
es peor, en ninguno tiene la fuerza necesaria para contrarrestar
al gobierno. En esta carrera de resistencia que arrancó en 1998,
la oposición ha perdido el aliento.
Por eso es imprescindible votar
el 4-D, o retirarse a tiempo. El segundo camino es tan incierto
como el primero pero requiere además una estrategia para sacarle
verdadero provecho, y a estas alturas eso poco el capital
político que tiene la oposición en la escena mundial.
Internamente tampoco luce el músculo que otrora exhibió.
Retirarse ahora, cuando falta un mes para el 4-D, podría ser
efectivo si hay disposición para canalizar la avalancha que esto
desataría, utilizando argumentos por encima de pasiones.
Teniendo en cuenta, además, que esta batallando un gobierno que
tiene respaldo popular.
Por otro
lado, para la oposición el voto puede ser, como escribe Milagros
Socorro “un amuleto ritual, como muchos, inútil, para conjurar
esa perversión que abate el país”. Para el oficialismo es todo
lo contrario: una herramienta política, favorecida por el
aparato institucional y envuelta en el voluntarismo ideológico,
que solidifica su proyecto. Pero es la única opción viable en
estos momentos. Un retiro coordinado no luce probable y la
desobediencia civil no parece tener la consistencia para pasar
del dicho al hecho.
Es por ello
que abstenerse es hacerle el juego al gobierno. Sobre todo, a su
aspiración de Chávez hasta el 2021.
ebravo@unionradio.com.ve
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