Hay preguntas que no
se valen pues resultan imposibles de responder. El rostro de la
Miss Venezuela Mónica Spear cuando escuchó la pregunta que Miss
México armó para la ronda de las cinco finalistas al Miss
Universo fue fiel reflejo del desconcierto nacional. ¿Cuál es el
principal problema que atraviesa su país y qué haría para ayudar
a resolverlo? inquirió el co-anfitrión y sobrino del presidente
de EEUU, el afable Billy Bush. ¡Vaya tarea resumir y resolver el
drama venezolano en 30 segundos! Por la forma en que arqueó las
cejas, tomó aire y se mordió los labios, a Mónica le pasaron
demasiadas imágenes, nombres y sentimientos por su maquillada
cabeza. Estoy seguro que se reservó lo primero que le vino a la
mente.
Esa
pregunta fue como si alguna de las beldades sacase una aguja en
mitad del desfile para arremeter contra los pechos de silicona
de la favorita.
Mónica salió del paso con frágil
elegancia. Problemas económicos y políticos, dijo al universo en
un inglés titubeante, y una falta de solidaridad entre los
venezolanos que pensaba remediar. ¿Qué pasó con las preguntas
del libro, los sueños y los niños abandonados? Para los jueces
importaron más sus requiebros que la papa caliente en sus manos,
y como en esos predios de la belleza Venezuela es más bien cuna
de misses que corral de conflictos, la responsabilidad de Mónica
Spear era hilvanar frases sensibles y hermosas sin perder el
encanto. Lo que pase en Venezuela es irrelevante, lo que importa
es que la respuesta lleve el ritmo del show.
Asuntos de la sincronía, en esos
mismos días dos personas más elaboraron, con más tiempo y menos
audiencia, sus respuestas particulares a la candente pregunta.
Julio Borges y María Corina Machado sorprendieron con sus
audaces movidas a una oposición cautelosa (y ahora, por lo
visto, conservadora) así como a un oficialismo acostumbrado a
fijar la agenda. Las opiniones no han faltado: egocéntrico uno y
piti-yanqui la otra. Hace meses eran semi-héroes y ahora son
seudo-traidores. Todo porque no se quedaron callados, y más aún,
decidieron olvidarse del jurado. Claro que les interesa la
corona (de Machado no estoy tan seguro, por más que lo susurre
Jesse Chacón) y tienen muchas preguntas pendientes, desde el
decreto Carmona hasta su responsabilidad en el fracaso del
referéndum. Pero hay algo más importante, y no necesariamente
popular: ellos asumieron su posición, definieron su línea y
optaron por la acción en lugar de esperar los acontecimientos.
¿Se equivocan? Puede ser, pero me inclino por lo contrario.
¿Santos? No lo creo. ¿Están cavando su tumba política? Quizás,
pero también están haciendo política, lo cual pasa por decir y
hacer lo que se piensa, y no siempre lo que conviene.
Lo que me trae de nuevo a Mónica. Ni
ella ni nadie tiene la solución a los problemas de Venezuela,
pero de haber dicho lo primero que pasó por su mente, aunque
igual hubiese perdido la corona, seguro habría sorprendido,
literalmente, a todo el planeta.
ebravo@unionradio.com.ve
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