Escribo
hoy jueves 1 de diciembre a las 11:00 am. Si usted decide
hacerlo, me leerá días después, ya que en la dinámica de estas
páginas la fecha de entrega no se corresponde con la salida a la
calle. A estas alturas usted sabrá más que yo sobre el panorama
pre-electoral y quizás también sobre la secuencia de hechos que
nos arrojaron hasta él. En vista de mi desventaja temporal ante
la avalancha noticiosa, solo me queda cometer una
irresponsabilidad periodística: hacer predicciones para el lunes
5.
Amanecerá y veremos a un gobierno articulando su discurso
legitimador ante un país desganado, en sincronía con las
explicaciones del CNE sobre unos resultados difíciles de tragar.
Los observadores harán de su retórica diplomática el manual de
instrucciones para una comunidad internacional que
tangencialmente prestará atención a las noticias que llegan
desde Venezuela, antes de pasar al siguiente titular del día. En
los medios el tema será la abstención, en la calle el
desencanto. Los ganadores se felicitarán por haber conseguido la
mayoría absoluta de la Asamblea para el Ejecutivo y les sabrá a
casabe cualquier análisis sobre la deslegitimación, pues total,
los analistas oficiales tendrán una lectura del 4-D ajustada a
la ideología y voluntad popular. Desde los partidos opositores
saldrán declaraciones que busquen rescatar la utilidad política
de sus recientes acciones, y desde el oficialismo, especialmente
del MVR, se felicitarán por haber logrado la movilización
indispensable para salvar el proceso. También revisarán las
listas de militantes para castigar a los que no acudieron a la
cita obligatoria y esperarán las cartas de mea culpa que
enviarán aquellos quienes aspiren al perdón por su falta de
compromiso revolucionario.
Amanecerá y todo será diferente, es decir, lo mismo. Los
radicales habrán encontrado un alivio temporal a sus urgencias,
los moderados habrán perdido la oportunidad de accionar a largo
plazo, la abstención habrá desperdiciado la ocasión de
respaldarse con una estrategia y el voto se llenara de una
vacuidad pasmosa, algo así como un inmenso globo de aire
caliente que se perderá de vista con las navidades y reaparecerá
en el 2006 secuestrado por otros dilemas y argucias.
Amanecerá y el gobierno habrá ganado, perdiendo. La oposición
habrá perdido, ganando poco. La principal víctima habrá sido el
proceso eleccionario, convertido en simulacro democrático,
seguido por la política, reducida a máscara del poder y la falta
del mismo. En horas del mediodía tendremos miles de razones para
explicar lo ocurrido, las posiciones asumidas y vaticinar los
nuevos escenarios. Hacia la noche todo parecerá historia
consumada, y a medida que se acerque el viernes, aquel 4-D se
irá transformando en otro capítulo de esta novela que nos impide
ver el final porque estamos atrapados en sus páginas.
Y
porque la estamos escribiendo. Con lo que hacemos y dejamos de
hacer.
ebravo@unionradio.com.ve
|