La
puerta del ascensor se cerró, y de haber fallado la
electricidad, la espera no hubiese sido una agonía. Al frente,
de saco tweed y barbilla ligeramente alzada, García Márquez. A
la izquierda Tomás Eloy Martínez y Alma Guillermoprieto. En el
lado opuesto Sergio Dahbar, quien no lucía tan alto comparado
con Carlos Meza. Al fondo Carlos Monsiváis y entre las cabezas
podía ver a la de Teodoro Petkoff. ¿Qué hacía yo entre quienes
involuntariamente me habían enseñado el oficio periodístico?
Cuando las puertas se abrieron sentí algo parecido al alivio.
Invitado por la Corporación
Andina de Fomento y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano
fui a Monterrey, México, a participar de un nutritivo debate
sobre este oficio que atraviesa una crisis mundial. En el
vértigo diario no hay tiempo de reflexionar sobre nuestro
trabajo, mucho menos comparar nuestras experiencias con colegas
de otros países, así que durante dos días nos dedicamos a
pensar, autoflagelar y entender mejor lo que hacemos por pasión
y para ganarnos la vida.
Monsiváis señaló que la mayoría
de los latinoamericanos se enteran de las noticias por radio o
TV, medios donde prevalecen las emociones ante los hechos,
resultando un estruendoso melodrama que poco aclara lo sucedido.
Petkoff destacó como el régimen de Chávez, que no llega a ser
una revolución, desató una contrarevolución en la que los medios
ocuparon el espacio de los partidos políticos. Meza habló desde
su experiencia en Bolivia sobre el poder desestabilizador de los
medios cuando persiguen sus propios intereses y el peruano Raúl
Vargas señaló que si bien en el siglo XIX el periodismo era una
suerte de guía moral, actualmente no convenía tomar el papel de
apostolado redentor.
Patricia
Janiot, de CNN, insistió en las buenas prácticas y rigor al
manejar la información, sugiriendo a los medios tener, además de
un manual de estilo, un código de ética que se renueve
periódicamente. En torno a la vapuleada objetividad, Alejandro
Santos, editor de la revista colombiana Semana, dijo que la
prensa es por definición política y debe fijar posición de
manera honesta, mientras Aram Aharonian, vice-presidente de
Telesur fue más allá: el canal que representa es un proyecto
político-estratégico que quiere mostrar la realidad
latinoamericana tal y como es.
Los ánimos transitaron desde el
optimismo que se respira en internet, donde los cibernautas son
periodistas y crean sus propios espacios, hasta la preocupación
por la caída en la circulación de la prensa escrita o la
distancia entre las necesidades del público y la oferta de los
medios. Al momento del cierre, quedaron zumbando muchas
preguntas sin respuesta definitiva, pero al menos, con algunas
aproximaciones.
Alma Guillermoprieto opina que
el periodista debe amoblarse el cerebro. Revisando mis notas veo
que estos días en Monterrey me dejaron mucho más que un juego de
comedor.
ebravo@unionradio.com.ve
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