La
camisita azul y el discurso de amor fue una estrategia de
Chávez para disputarle a Rosales el cardumen de los
indecisos. Las redes, sin embargo, regresaron vacías. A esa
pesca infructuosa de voluntades se sumó la emigración
electoral de gruesos sectores populares que se cansaron de
encender velas en el altar del Caudillo.
Chávez tuvo
entonces que cambiar de estrategia. Ya no se trataba de
traer a los que estaban fuera del redil, sino de evitar que
se escaparan los que quedaban adentro. Embutió de nuevo sus
adiposidades en la camisa roja y desenvainó su facón
totalitario.
Avaló el
discurso delictivo de Rafael Ramírez, Presidente de PDVSA. Y
quiso hacerlo extensivo hasta la Fuerza Armada Nacional.
También la quería teñida de rojo. Algunos altos oficiales
fruncieron el ceño. Otros dijeron mucho con su silencio. Y
los menos, deseosos del aplauso presidencial, avalaron el
disparate. El contralmirante Luis Cabrera Aguirre fue uno de
ellos.
Cabrera
insurgió contra la Constitución el 27 de Noviembre de 1992.
Ahora, desde el poder, quiere dictar cátedra de
institucionalidad y de respeto a la norma.
Separado de
la FAN por su felonía, Cabrera fue reinsertado por Chávez y
hoy forma parte del Estado Mayor Presidencial, una especie
de junta de dinosaurios encachuchados que no se han dado
cuenta de que el mundo no es el mismo que existía cuando, en
sus años mozos, leyeron algún resumen del Manifiesto
Comunista.
El
contralmirante ha declarado que la FAN es revolucionaria y
roja. Y que todas las instituciones del Estado deben ser
así. Porque la Constitución es roja y revolucionaria. Para
poner la guinda a sus sandeces, Cabrera anuncia que quien
esté contra la revolución está contra la Constitución.
Lo del color
de la FAN es lo de menos. El daltonismo político de Cabrera
es problema suyo. Lo que sí es problema de todos es la
amenaza que subyace en la declaración: enfrentar lo que
ellos llaman revolución es ponerse al margen de la
Constitución. Y exponerse al castigo que toda herejía
política supone.
Pero cabe
preguntarse quiénes están realmente al margen de la
Constitución ¿Los revolucionarios de Hugo Chávez o quienes
se oponen a sus tétricos designios?
El Artículo
328 de la Constitución, por ejemplo, caracteriza a la FAN
como una institución profesional y sin militancia política,
que está al servicio de la Nación y no de persona o
parcialidad alguna. ¿No irán contra esta disposición quienes
quieren una FAN al servicio del proyecto político de Hugo
Chávez, Cabrera Aguirre incluido?
El Artículo
87 garantiza el derecho al trabajo. Y el Artículo 145
establece que los funcionarios públicos están al servicio
del Estado y no de alguna parcialidad. ¿No violenta esas
disposiciones el Presidente de PDVSA cuando amenaza con
echar a los gerentes que no se plieguen al proceso
revolucionario?
El Artículo
131 establece la obligación que tiene todo ciudadano de
acatar la Constitución, las leyes y toda norma emanada de
autoridad reconocida. ¿No violenta esa disposición el
Presidente de PDVSA cuando incita a sus gerentes a pasar
por encima de normas legales vigentes para complacer al Amo?
El Artículo
152 consagra el principio de la no intervención en los
asuntos internos de otras naciones. ¿No violenta esta
disposición la declarada y descarada participación de Chávez
en los asuntos de Bolivia, como a viva voz lo proclamó el
propio presidente de PDVSA?
La
conclusión parece obvia: es la revolución la que está en
contra de la Constitución. Y es Chávez y son los Ramírez y
los Cabrera Aguirre quienes que se han puesto al margen de
la Carta Magna.
* |
Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente
(Venezuela) |