Cuando
Mike Tyson le arrancó la oreja a Evander Holyfield… sabía
que estaba perdiendo y tenía miedo.
Si un
corredor de velocidad empuja a otro y lo derriba… es porque
se siente derrotado y tiene miedo
Si un jinete
cruza la línea de carrera de otro ejemplar para cortar su
atropellada… es porque presiente que éste lo va a adelantar
y tiene miedo.
Si un piloto
de Fórmula Uno topa intencionalmente el vehículo de otro
conductor y lo saca de la pista… es porque sabe que el otro
lo puede vencer y tiene miedo.
Si un
jugador de ajedrez patea el tablero y desparrama las fichas…
es porque tiene un jaque mate pintado en la frente y tiene
miedo
Si los
fanáticos de un equipo arrojan objetos al terreno de juego
para interrumpir un partido… es porque saben que su equipo
va a perder y tienen miedo.
En cualquier
competencia, sea deportiva o política, la agresión es una
forma de expresar el miedo. Violentar la norma es un modo de
manifestar temores. Alborotar es una manera de disipar el
pánico.
De suerte
que el perverso discurso del Presidente de PDVSA, las
amenazas de la Ministra de Alimentación, la alcahuetería del
Fiscal General y los desplantes del mismo Chávez no son sino
reflejo de un miedo espantoso de ser derrotados, más que por
un candidato, por la gente.
Tienen miedo
de perder el poder mal usado. Miedo de perder sus
privilegios y sus riquezas mal habidas. Miedo de tener que
pagar por sus delitos. Miedo de que se reescriba la
historia. Por eso agraden e irrespetan. Por eso le pasan por
encima a la Constitución y a las leyes. Por eso azuzan a su
jauría.
El miedo, al
parecer, cambió de sede. La gente de esta acera le ha ido
perdiendo el miedo a las amenazas y a las piedras. A los
insultos y a los botellazos. A las máquinas de votación y a
las captahuellas. A la lista de Tacón y software de
Maisanta.
El miedo se
ha instalando en otros pechos. ¿Quién carga el miedo? ¿Un
gerente de PDVSA que se siente coaccionado, amenazado y
perseguido? ¿O el Presidente de la empresa que se lo debe
todo a Hugo Chávez y no quiere volver a ser el bolsiclón de
siempre?
¿Quien tiene
más miedo? ¿El militar que se sabe vigilado porque cree en
la institucionalidad de la Fuerza Armada? ¿O el Comandante
en Jefe que adivina fracturas y reproches cuarteles adentro?
¿Quien
arrastra más miedo? ¿El empleado público que se siente
presionado, utilizado y obligado a mantener lealtades sin
afectos? ¿O el jefesote que lo obliga a vestirse de rojo
para no perder las prebendas que el Amo administra?
¿Quién va a
tener más miedo? ¿El elector que será llevado en camiones
para que vote por la ineptitud y el desorden? ¿O los que
pagan los camiones y no saben que diablos hará el elector
detrás de la cortina?
¿Quien tiene
más miedo? ¿El ciudadano que se encontrará a solas con su
conciencia frente a una máquina de votación? ¿O una élite
corrupta e incapaz que teme una rebelión electoral en su
granja?
Junto con el
miedo, le gente de a pie ha venido perdiendo la ingenuidad.
Ya no se deja enredar con cuentos de camino. Ha dejado de
creer en magnicidios y en atentados. En invasiones gringas y
en liderazgos mundiales. En amores de anime y en
arrepentimientos de utilería.
El miedo,
sin duda alguna, cambió de dueño.
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Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente
(Venezuela) |