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El miedo cambió de dueño
por Daniel Romero Pernalete  
jueves, 9 noviembre 2006

 

Cuando Mike Tyson le arrancó la oreja a Evander Holyfield… sabía que estaba perdiendo y tenía miedo.  

Si un corredor de velocidad empuja a otro y lo derriba… es porque se siente derrotado y tiene miedo

 

Si un jinete cruza la línea de carrera de otro ejemplar para cortar su atropellada… es porque presiente que éste lo va a adelantar y tiene miedo.

 

Si un piloto de Fórmula Uno topa intencionalmente el vehículo de otro conductor y lo saca de la pista… es porque sabe que el otro lo puede vencer y tiene miedo.

 

Si un jugador de ajedrez patea el tablero y desparrama las fichas… es porque tiene un jaque mate pintado en la frente y tiene miedo

 

Si los fanáticos de un equipo arrojan objetos al terreno de juego para interrumpir un partido… es porque saben que su equipo va a perder y tienen miedo.

 

En cualquier competencia, sea deportiva o política, la agresión es una forma de expresar el miedo. Violentar la norma es un modo de manifestar temores. Alborotar es una manera de disipar el pánico.

 

De suerte que el perverso discurso del Presidente de PDVSA, las amenazas de la Ministra de Alimentación, la alcahuetería del Fiscal General y los desplantes del mismo Chávez no son sino reflejo de un miedo espantoso de ser derrotados, más que por un candidato, por la gente.

 

Tienen miedo de perder el poder mal usado. Miedo de perder sus privilegios y  sus riquezas mal habidas. Miedo de tener que pagar por sus delitos. Miedo de que se reescriba la historia. Por eso agraden e irrespetan. Por eso le pasan por encima a la Constitución y a las leyes. Por eso azuzan a su jauría.

 

El miedo, al parecer, cambió de sede.  La gente de esta acera le ha ido perdiendo el miedo a las amenazas y a las piedras. A los insultos y a los botellazos. A las máquinas de votación y a las captahuellas. A la lista de Tacón y   software de Maisanta.

 

El miedo se ha instalando en otros pechos. ¿Quién carga el miedo? ¿Un gerente de PDVSA que se siente coaccionado, amenazado y perseguido? ¿O el Presidente de la empresa que se lo debe todo a Hugo Chávez y no quiere volver a ser el bolsiclón de siempre?

 

¿Quien tiene más miedo? ¿El militar que se sabe vigilado porque cree en la institucionalidad  de la Fuerza Armada? ¿O el Comandante en Jefe que adivina fracturas y reproches cuarteles adentro?

 

¿Quien arrastra más miedo? ¿El empleado público que se siente presionado, utilizado y obligado a mantener lealtades sin afectos? ¿O el jefesote que lo obliga a vestirse de rojo para no perder las prebendas que el Amo administra?

 

¿Quién va a tener más miedo? ¿El elector que será llevado en camiones para que vote por la ineptitud y el desorden? ¿O los que pagan los camiones y no saben que diablos hará el elector detrás de la cortina?

 

¿Quien tiene más miedo? ¿El ciudadano que se encontrará a solas con su conciencia frente a una  máquina de votación? ¿O una élite corrupta e incapaz que teme una rebelión electoral en su granja?

 

Junto con el miedo, le gente de a pie ha venido perdiendo la ingenuidad. Ya no se deja enredar con cuentos de camino. Ha dejado de creer en magnicidios y en atentados. En invasiones gringas y en liderazgos mundiales. En amores de anime y en arrepentimientos de utilería.

 

El miedo, sin duda alguna, cambió de dueño.

 

 *

  Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente (Venezuela)

 
 
 
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