Toda
batalla perdida desconcierta, individual y colectivamente.
Una reacción primaria es negar el suceso. Otra reacción
común es hallar y desollar culpables. La tercera es sentarse
a rumiar desesperanza. Ninguna de las tres conduce a nada.
Las tres paralizan, bloquean posibilidades.
Sería necio,
por ejemplo, negar la victoria del chavismo, sea cual sea su
verdadera dimensión. Hacerlo, sería desconocer la tarea
que tenemos por delante quienes creemos que el país no va
por el camino correcto. Sería también cerrarle la puerta a
la autocrítica, para corregir errores y enderezar rumbos.
Sería
mezquino, por otra parte, encender hogueras para quienes
dirigieron el proceso, para quienes asumieron el reto de
encabezar la lucha contra un régimen arbitrario e
inescrupuloso. Es injusto el insulto contra quienes en pocas
semanas descongelaron el ánimo de millones de venezolanos.
Sería
cómodo, por último, asumir el desencanto como norma de vida.
Sentarse a esperar pacientemente que ocurra lo que el amo
decida. Amarrar la esperanza a algún suceso, divino o
humano, que nos quite a Hugo Chávez de encima.
El país no
se acabó el 3 de diciembre. Medio padrón electoral está con
Hugo Chávez, por las razones que sean. La otra mitad se
negó a acompañarlo, de una u otra manera. Más de 4 millones
lo hicimos con la cara descubierta. Ese es un capital que no
se puede malbaratar.
El principal
accionista de ese capital político es, sin duda alguna,
Manuel Rosales. Con todos sus defectos y con todas sus
virtudes. Así lo ha entendido y así lo ha asumido. Y lo ha
hecho con valentía y con dignidad.
Rosales se
ha convertido, gústele a quien le guste, en una referencia
política obligada. Representa el liderazgo democrático
alternativo al de Hugo Chávez. Guáramo parece que no le
falta. Equipo, no se sabe…
¿Que Manuel
Rosales es un político imperfecto? Puede ser. ¿Pero acaso
anda uno buscando un hombre para que el Papa lo
beatifique?... ¿Que Rosales no tiene carisma? ¿Y? Bastante
daño le ha hecho a este país el carisma de un Hugo Chávez o
el de un Carlos Andrés Pérez.
¿Que Manuel
Rosales no tiene físico? ¿Y qué se anda buscando? ¿Un
hombre que liderice un proceso político o un candidato a
Mister Venezuela?
¿Que los
hombres que acompañan a Rosales no son los mejores? ¿Y qué
se puede hacer? Son los líderes que tenemos por ahora. Si
tuviéramos a Martin Luther King a lo mejor Teodoro Petkoff
saldría sobrando. Si Mahatma Gandhi estuviera aquí, quizás
no haría falta Julio Borges.
El
desencanto, a veces, no se conforma con destripar líderes, y
acuchilla a la masa. ¿Que Venezuela está plagada de
mendigos? Puede ser. Muchos prefirieron la limosna segura a
la posibilidad de un trabajo productivo.
¿Que en
Venezuela abundan los cobardes? Quizás. Muchos empeñaron el
futuro de sus hijos por un carguito público mal remunerado…
¿Que en este país hay mucho ignorante? Es posible. Muchos
han preferido no pensar y dejar que el amo los conduzca a
ciegas por el barranco de un socialismo sin sustancia.
Cobardes,
ignorantes o mendigos, son ellos el pueblo que tenemos. Y
sacudir su mendicidad, su ignorancia o su cobardía, es
tarea prioritaria de cualquier proyecto político. Porque sin
ellos será imposible detener el tránsito del país hacia el
despeñadero.
Venezuela
aún no ha naufragado. Tareas hay. Y uno mantiene la fe en
que la razón terminará imponiéndose.
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Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente
(Venezuela) |