El
chavismo chapotea en un estercolero moral ancho y espeso.
Dirigencia y bases renuncian a sus responsabilidades
personales y las colocan como ofrendas a los pies del
Caudillo. Apartan los compromisos institucionales para
obedecer la orden del Amo. Amarran cualquier representación
colectiva a los caprichos de Hugo Chávez.
Ese
desbarajuste ético ha germinado en todas partes. Se consigue
allá arriba, conviviendo con la élite económica, política y
militar. Y se encuentra allá abajo, haciendo vida marital
con la pobreza.
Esa quiebra
de valores se expresa de mil formas. A veces se resume en
una consigna. Otras veces es acción comprobable. De
cualquier forma, refleja la acelerada descomposición que
Hugo Chávez siembra y cosecha. El chavismo se ha convertido
en religión, en profesión, en oficio… en vicio.
Esa quiebra
se expresa, por ejemplo, en la declaración de una diputada
oficialista, según la cual a Chávez lo envió Dios y por lo
tanto hay que sometérsele. ¡Chavista antes que representante
popular! Y se expresa también en el militante de base que
repite que por encima de Chávez no hay nada ni nadie. ¡Chavista
antes que luchador social!
Se expresa
en el letrado que hipoteca su sesera para rendir tributo al
Gamonal. ¡Chavista antes que intelectual! Y se expresa en el
muchacho que en la propaganda oficialista llama a la
reelección porque Chávez es como un padre que nos protege. ¡Chavista
antes que individuo responsable de su propio destino!
Se expresa
en los directivos de la empresa petrolera estatal, que
ordenan miles de gorras y franelas rojas para vestir marchas
y concentraciones. ¡Chavistas antes que gerentes! Y se
expresa en el comunicado guapetón de los empleados y obreros
petroleros identificados con el proceso: con Chávez todo,
sin Chávez nada. ¡Chavistas antes que trabajadores!
Se expresa
en los altos funcionario que promueven sin rubor el
adoctrinamiento en las aulas a todos los niveles. ¡Chavistas
antes que ministros! Y se expresa también en el docente que
recita en su clase la historia falsificada que Hugo Chávez
ordena. ¡Chavista antes que maestro!
Se expresa
en el muchacho tigrense que deja a su mami encargada de la
Alcaldía mientras el sale a buscar votos para Hugo Chávez. ¡Chavista
antes que alcalde! Y se expresa en la señora que vocea su
chavismo frente a unos hijos con hambre y sin futuro. ¡Chavista
antes que madre!
Se expresa
en el alto oficial que pasando por encima de la Constitución
se encadena a los delirios de Hugo Chávez. ¡Chavista antes
que soldado! Y se expresa también en el militar de bajo
rango que acalla la protesta callejera a punta de bayonetas
y perdigones. ¡Chavista antes que pueblo!
Se expresa
en el industrial que conecta su negocio al surtidor del
Estado, a cambio de favores. ¡Chavista antes que empresario!
Y se expresa en el dirigente sindical que se opone a toda
movilización, por justificada que sea, que incomode al
candidato-presidente. ¡Chavista antes que gremialista!
Se expresa
en el pastor que predica que Cristo y el Ché Guevara están
hechos de la misma sustancia. ¡Chavista antes que cristiano!
Y se expresa también en el pobre cantante que alquila su
garganta para masajear el ego de Hugo Chávez. ¡Chavista
antes que artista!
Gris es el
futuro de Venezuela si terminara por imponerse esa forma
irresponsable de concebir el mundo y consumir la vida.
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Sociólogo, Profesor Titular de la Universidad de Oriente
(Venezuela) |