Danilo Anderson
1966 - 2004
|
El crimen sin comillas -
Américo Martin
Hablar en el caso del
horrendo asesinato de Danilo Anderson, de "supuesto crimen" es, a
mi muy personal manera de ver, una manifestación de doble moral.
Nos horroriza con toda razón el salvaje asesinato no probado pero
evidente de Maritza Ron y en cambio nos ponemos dudosos,
suspicaces y entrecomilleros cuando el asesinado es un emblema del
gobierno. No creo que prueba de firmeza sea dar por justificada
cualquier cosa que provenga de la oposición. Si está bien no
aceptar a las primeras que la mano homicida sea el fundamentalismo
opositor, está mal que se afirme que el gobierno es culpable, con
el argumento de que eso "lo favorece", prueba "irrefutable de que
lo cometió".
También el affaire
Carmona terminó favoreciendo al régimen, que ha desatado una
cacería contra los que le creyeron a Lucas Rincón. Éste sigue
intocado en el disfrute de sus prebendas, y no por eso vamos a
creer que todo fue un truco del señor Chávez. Es más, los varios
errores de la oposición han favorecido al gobierno lo cual no
prueba que el gobierno los haya causado. Así como también vale lo
contrario. Es verdad que el régimen se conduele por Danilo y se
alegra por los muchos caídos de la oposición. Esa es su naturaleza
y por eso somos de oposición. Pero hacer lo mismo nosotros es
practicar un chavismo al revés. Suprema y final derrota sería esa.
El crimen de Anderson reúne agravantes:premeditación, alevosía y
brutal ferocidad. En Venezuela esa no ha sido práctica corriente y
los políticos que excepcionalmente la hayan cultivado no pueden
santificarla alegando las más nobles razones.
Si fuera cierto que
el fin justifica y no envenena el medio, Osama pasaría por santo y
nosotros seríamos sus seguidores "al revés"...
Afortunadamente, casi todos los matices de la oposición han
condenado el crimen. Creo que en este momento hay tres autorías
posibles: a) los Carapaicas, según cierto vídeo que no he visto, y
que cuando menos prueba que palabreramente hablando estos señores
sugirieron algo contra Anderson, Rangel Avalos, Barreto. Hay que
investigarlo pese a que del dicho al hecho hay su buen trecho b)
el gobierno porque el asunto lo "favorece" y c) un cierto
fundamentalismo opositor, enemigo a ultranza del comeflorismo, de
los "políticos" (así, en abstracto) y que se inclina por la acción
directa, alegando que la vía electoral está cerrada (aunque, al
igual que los Carapaicas, del dicho al hecho...).
Honradamente, no me
convence el argumento que inculpa directamente al régimen. Ni
Hitler pudo mantener oculto un crimen como el del incendio del
Reichstag. Y si se abriera un espacio a la duda, el régimen se
dividiría inmediatamente. ¿Qué dirían los familiares y quienes
sinceramente han marchado tras el cadáver de Anderson si
bruscamente descubrieran que el autor es su propio gobierno? Es
un riesgo demasiado grande. Dudo por eso. Quedan los Carapaicas y
el fundamentalismo llamado opositor. Como no podemos culpar,
tampoco debemos absolver a priori. Y lo mejor y más sano es
deslindarse directa, frontal y claramente del terrorismo. Mucho
perderá la oposición dejándose salpicar por un hecho tan
miserable, que además podría abrir un ciclo salvaje como en
Colombia, Inglaterra o España, para no decir el Medio Oriente. Un
crimen, que ninguna conciencia éticamente fundada puede aceptar o
encubrir. Eso lo digo por dos razones: una razón moral: el
terrorismo no puede justificarse políticamente, es una úlcera
purulenta que debe ser rechazada. La otra es política: si
permitimos que prospere así sea una vaga idea de que la oposición
cultiva o se aprovecha del terrorismo perderemos mucho, pero mucho
terreno. Es la antipolítica, no la política. Y la antipolítica es
el suicidio premeditado.
|
|