Cuando
me dispongo a escribir sobre Corea del Norte, inmediatamente
surge una sensación interplanetaria, como si se tratara de una
crónica de ciencia ficción, a decir de las pocas imágenes e
informaciones objetivas que se poseen, así como por el
hermetismo, la lejanía y el aislamiento al cual mantiene Kim
Jong II sometida a Corea del Norte.
Pero
en algo más terrenal, como lo es la lucha contra la
proliferación de armas de destrucción masiva, el gobierno
norcoreano, desde hace años mantuvo unas conversaciones
imprecisas, con declaraciones ambiguas, llenas de chantajes y de
desplantes. Por lo que el anuncio realizado el pasado viernes 11
de febrero desde Pyongyang oficializando el hecho que Corea del
Norte es poseedora del arma nuclear, confirma las sospechas que
se tenían al respecto.
La
noticia trajo una sobrentendida carga antinorteamericana, cuando
en el propio anuncio oficial se señala que la fabricación del
arma nuclear se hizo con el único fin de defenderse de la
amenazante política de Bush.
Tampoco es casualidad que el anuncio se haga justo en el momento
en que el mundo entero – y no solo los EE.UU. – se pregunta si
Irán no estaría a punto de hacer un anuncio similar. Sin olvidar
que en el pasado reciente Irán y Corea del Norte intercambiaron
misiles, entre otras cosas.
En
concreto, el hecho es que Corea del Norte enriqueció su Uranio,
¿estará Irán enriqueciendo el suyo? si la respuesta a ésta
interrogante es afirmativa, automáticamente la política mundial
de no proliferación de armas nucleares habrá llegado a su fin.
El
momento es delicado y los EE.UU. deben manejarse con guantes de
seda, particularmente con Irán, por cuanto ésta nación ha jugado
un papel importante, en el proceso de democratización y
reconstrucción de Irak y desde Teherán verían con muy malos
ojos, cualquier acción de parte de los EE.UU. que busque
castigar a Corea del Norte.
De
tal manera que el país llamado a encargarse del espinoso dossier
Corea del Norte, es la China, vecina y aliada del régimen de
Pyongyang desde hace mucho tiempo. Pero la China de hoy ha
cambiado mucho, es una potencia que juega en otra liga muy
distinta a la de Corea del Norte. En ese sentido, desde hace un
tiempo para acá, aproximadamente unos 250 generales norcoreanos
se han asilado en China, una silenciosa disidencia que
constituye una suerte de golpe de estado contra Kim Jong II.
Dicha sedición castrense ha sido administrada por la China con
criterio de escasez, a los fines de ir asfixiando lentamente al
régimen norcoreano. En el marco de una hábil política exterior
China, dado que en Pekín están conscientes que la amenaza
nuclear norcoreana tiene como blanco a la China y no a los EE.UU.
como virtuosa y demagógicamente quieren hacerle ver al mundo
desde Pyongyang.
Si
leemos entrelíneas el anuncio de Kim Jong II, podemos entrever
que éste está claramente consciente que si bien no puede detener
lo que la China hábilmente ha administrado en su contra,
entonces como buen autócrata ha decidido precipitar los
acontecimientos, así no lo quieran ver, ni entender las viudas
de la guerra fría, que aún creen que la China juega en la liga
roja.
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