El
lado humano de Hollywood se reivindica con tres películas
intimistas: Golpes del destino, Entre copas y Llevados
por el deseo.
A diferencias de años anteriores, donde prevalecieron
superproducciones como Gladiador y Señor de los
Anillos en la premiación de la Academia, esta vez las
películas más apreciadas –especialmente por la crítica- fueron
tres dramas de buena factura, que en estos días se estrenan
tardíamente en el país, donde son más conocidos por sus títulos
originales: Million dollar baby, Sideways y Closer.
El boxeo femenino en la palestra
A pesar de los pronósticos, la modesta película de
Clint Eastwood, titulada aquí Golpes del destino,
llegó a ganarle a una cinta de alto presupuesto como El
aviador -y a frustrar nuevamente al esperanzado Martin
Scorsese- gracias a una buena combinación de producción
meticulosa, virtuosismo actoral y solidez narrativa, en el mismo
estilo de otro éxito reciente del veteranísimo actor-director,
Río místico. Según las evaluaciones críticas del norte,
el filme de Eastwood tuvo una altísima calificación, signo de
que los conocedores supieron apreciar sus variados mensajes
filosóficos, transmitidos con inusitada sinceridad. Aunque
muchos la equipararon con clásicos premiados de boxeo como
Rocky y Toro salvaje, en realidad la película impactó
más por su énfasis en aspectos humanos como la culpa, la
responsabilidad, la necesidad de afecto y el deseo de
sobresalir. En el fondo, más que un filme de boxeo, el intento
de una boxeadora novata (una excelente Hilary Swank) para
llegar al campeonato es todo un himno al valor del esfuerzo
individual, el trabajo en equipo y la constancia, aunque al
final esas cualidades fueran desbaratadas en un trágico
desenlace por los golpes inesperados del destino, tal como
sucede a veces en la vida real, donde la virtud y el empeño no
siempre son recompensados justamente.
Con un estilo atípico en el Hollywood de hoy, sin acudir a
los efectos especiales ni al erotismo, Eastwood demuestra
nuevamente sus dotes de buen cineasta –a diferencia de las
películas de acción que lo llevaron a la fama- luciéndose tanto
en su rol del envejecido entrenador como en su trabajo de
dirección, tan sensible y refinado como en Los imperdonables
y Río Mistico. Sin embargo, a pesar de la lentitud y
extensión del filme, éste logra retener la atención del
espectador hasta el final, aunque la fascinación por la
violencia aflora en todo momento, evidenciándose nuevamente esta
inquietante faceta de la sociedad norteamericana. La misma
presencia de una mujer como protagonista del masculino mundo del
boxeo, un tema poco trajinado en el cine, hace que la cinta
sobresalga del montón al mostrar el lado feminista de una
sociedad crecientemente igualitaria.
Filosofía vivencial entre copas y parejas
Otro filme que se destacó en las nominaciones de la
Academia fue una producción independiente, Sideways o
Entre copas, que fue considerada por críticos de revistas
prestigiosas como Time y Newsweek -y de emisoras
locales como Mágica- como la mejor película del año, a pesar de
su limitado éxito de taquilla. Y aunque ganara apenas el Oscar
para el mejor guión adaptado, quedó como un inteligente ensayo
fílmico del joven director Alexander Payne (el mismo de
Las confesiones del Sr. Schmidt, con Jack Nicholson),
sobre la crisis de la edad madura y las relaciones
sentimentales, en una trama centrada en un insólito periplo
existencial -ambientado en la atractiva zona vinícola de
California- de dos amigos en busca del mítico “significado de la
vida” mientras degustan ocasionalmente muestras del apreciado
vino pinot noir. Dos simpáticos actores muestran su
talento interpretativo, Paul Giamatti y Thomas
Haden-Church, secundados por la subestimada veterana
Virginia Madsen y la novata coreana-americana Sandra Oh,
todos poco conocidos dentro de la farándula pero que seguramente
serán tomados muy en cuenta en futuras obras del género, pues
ofrecen caracterizaciones llenas de profundidad y elocuencia.
Quizás por esas raras cualidades el mensaje del filme caló en un
público ávido de películas que llaman a la reflexión mientras
divierten, en lugar del entretenimiento banal a que nos tiene
acostumbrados el cine de Hollywood, lleno de persecuciones,
combates y explosiones mostrados con ingeniosos efectos
especiales.
El último producto de esta excepcional tríada fílmica es
Closer, titulado aquí Llevados por el deseo en
lugar del lógico “Acercándose” (Closer), quizás para dar la
impresión a nuestros públicos de una película erótica de
intercambio de parejas, cuando en realidad es un penetrante
drama sobre el enamoramiento y la fidelidad, en el fino tono de
comedia a que nos tiene acostumbrados el veterano Mike
Nichols. No hace falta recordar que este cineasta nos dio
una docena de buenas “dramedias” (El graduado, Carnal
knowledge y Working girl, entre otras) con temáticas
siempre actuales y de gran relevancia sobre el compejo mundo de
los adultos. Un cuarteto inmejorable de actores (Julia
Roberts, Jude Law, Natalie Portman y Clive Owen) animan
admirablemente la trama, ambientada en la Londres moderna, para
darnos un producto acabado y entretenido que encantará a los
cinéfilos aficionados a filmes sobre enredos sentimentales, con
una trama que trae a colación inquietudes muy válidas sobre la
infidelidad y la monogamia dentro de las uniones matrimoniales.
En particular, sobresalen las dos caracterizaciones masculinas,
con un Jude Law en un papel que lo consagra como primer actor
británico, mientras su paisano Clive Owen tiene una buena
oportunidad de darse a conocer ante los públicos mundiales,
reforzando así sus posibilidades de ser el próximo James Bond.

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