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El Cine Alemán Experimenta Nuevo Boom
por Roberto Palmitesta

 

Los signos lucen alentadores y ya se puede hablar de un nuevo boom del cine alemán, si tomamos en cuenta que en los últimos dos años varias películas germanas han tenido un éxito tanto nacional como internacional. Empezó con Corre, Lola, corre, seguida de En ninguna parte de Africa, como sucesos de público del 2002, para seguir con la popularísima Goodbye Lenin el año pasado - que ya vendió unas 8 millones de entradas sólo en Alemania- con un tema ideológico al igual que su predecesor, The edukators, y luego con el premio mayor del festival Berlinale de 2004, Contra la pared, que arrasa por toda Europa. Finalmente está el suceso taquillero del momento, La caida de Hitler, que ya ha sido visto por 5 millones de alemanes y disputó recientemente a Mar adentro el Oscar del 2005 a la mejor cinta extranjera.

No hay duda que Alemania, que fue una potencia cinematográfica en otras épocas (años 1920-35 y luego en 1955-75), está recuperándose del período de estancamiento que sufrió en el último cuarto de siglo, mayormente por la fuerte competencia de las películas norteamericanas, que acaparaban hasta hace poco el 80% de los espectadores. Pero el año pasado se produjo en Alemania más de un centenar de filmes, que han llegado a vender un 25% de los boletos, esperándose que ese porcentaje aumente gradualmente en el futuro inmediato. Pero mientras Hollywood se puede permitir presupuestos promedio del orden de unos $ 80 millones, las cintas alemanas son mucho más modestas y cuestan diez veces menos, aunque tratan temas mucho más sustanciosos y trascendentes, sin depender demasiado en efectos especiales, escenas violentas y estrellas mundiales.

Sigue la fascinación con Hitler 

Mientras se aproxima el sexagésimo aniversario del fin de la II Guerra Mundial, Alemania no puede evitar el recuerdo del notorio dictador Nazi, pero si bien Hitler fue tratado muy despectivamente en las primeras cintas alemanas (la primera fue El último acto, de 1956, con el gran Oskar Werner), las nuevas generaciones –ya desligadas del lamentable período nazi- se sienten menos culpables de ser paisanos del nefasto personaje, dándose el lujo de mostrar en sus filmes el lado humano de Hitler junto con sus arbitrariedades y manías. Así es en la cinta Max, que muestra la juventud de Hitler en Viena, cuando luchaba por destacarse como pintor, y nuevamente en La caída de Hitler, la más costosa producción alemana de la posguerra, con el excelente actor suizo-germano Bruno Ganz interpretando admirablemente al Füehrer en sus últimos días.

La cinta está basada tanto en un texto del aclamado escritor Joachim Fest como en el relato testimonial de la secretaria privada de Hitler, Truedl Junge, quien sobrevivió el episodio en el bunker y vivió hasta 2002, no sin antes narrar los bizarros incidentes sucedidos en el inexpugnable refugio subterráneo, mientras las tropas soviéticas terminaban de conquistar Berlín. Obviamente las escenas más patéticas son las del tardío matrimonio de Hitler con su amante Eva Braun, y luego el  posterior suicidio de ambos, acto que fue acompañado por el de Goebbels y su esposa Magda, que asesinaron a sus seis niños con cianuro mientras dormían. Entre escenas en que muestran el fútil heroísmo de los jóvenes soldados alemanes –condecorados por Hitler en una de sus salidas del bunker- aflora a menudo la paranoia de un tirano demente, iluso y acorralado, que vuelve a ser humano a ratos al conmoverse con la muerte de su mascota canina, o mientas degusta un plato de ravioli en su última cena.

En 1973, el cine británico había tratado este tema en Los últimos 10 días con Alec Guinness , y nuevamente en 1981  en El bunker con Anthony Hopkins, pero a juicio del público la actual versión alemana es la más fidedigna, especialmente porque el dictador y otros funcionarios son interpretados por actores alemanes y no se expresan en perfecto inglés. Al mismo tiempo que es la crónica desgarradora de un período decisivo de la historia mundial, La caída es una alerta oportuna sobre los peligros del totalitarismo y ciertos factores que lo hacen posible, tales como el fanatismo, el servilismo y la ambición desmedida.

Otros éxitos recientes

Una muestra fehaciente de la importancia del cine alemán en la actualidad es el recurrente éxito del festival Berninale, que compite con los de Cannes y Venecia al atraer anualmente cerca de 350 películas de medio centenar de naciones, y donde las cintas alemanas concursan equitativamente contra buenas producciones extranjeras, a diferencia del Oscar. El año pasado, por primera vez en mucho tiempo, ganó el Oso de Oro una película alemana, Contra la pared (Head on), sobre los conflictos familiares de la numerosa etnia turca en la Alemania de hoy, realizada por el cineasta turco-germano Fatih Akin y con una interpretación inmejorable de la bella Sibel Kekili. Otro filme, aclamado hace poco en el festival de Miami, exhibió allí el título de The edukators y toca el tema de la juventud rebelde, con un trío de delincuentes (uno de ellos es Daniel Bruhl, el héroe de Goodbye Lenin) dedicados a ‘reeducar’ a los ricachones que acosan en sus mansiones. Por último, no puede ignorarse Música Cubana, la última producción del legendario Wim Wenders, empeñado en promocionar las cualidades de la música caribeña desde el descomunal éxito que tuvo su Buena Vista Social Club.  

Pero el problema del acceso a los lucrativos mercados de habla inglesa, sigue preocupando a los estudios alemanes, que piensan contratar estrellas norteamericanas y utilizar el idioma inglés en futuras producciones, como está sucediendo con Perfume, sobre un morboso ‘serial killer’ del siglo 18, en el que se verá a Dustin Hoffman como protagonista. Incidentalmente, su director será el joven cineasta Tom Tykwer, el mismo de Corre Lola, corre, que resultó un éxito descomunal y un original thriller de bajo presupuesto, demostrando que la creatividad puede ser muy rentable si se tiene un buena historia que contar. Hace un par de años, la obra de la joven directora Caroline Fest, En ninguna parte de Africa (Nowhere in Africa) hechizó a los públicos con su penetrante relato sobre una pareja de judíos que escapan de la Alemania nazi para radicarse en la Kenia colonial, un drama intimista que fue nominada al Oscar del 2003. Como puede verse, desde inicios de este siglo el cine alemán ha hecho sentir su presencia en todo el mundo, haciendo presagiar renovados logros artísticos en el futuro previsible.

rpalmi@yahoo.com
 

 
 
 
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