Un
extraño vacío signa el regreso de Teodoro Petkoff desde Santiago
de Chile, adonde asistiera a la asunción del mando de la
socialista Michelle Bachelet financiado por la Friedrich Ebert
Stiftung, la fundación internacional del Partido Socialista
Alemán dirigida en Caracas por Kurt-Peter Schütt y coordinada
con el teodorismo por el internacionalista y diplomático
Demetrio Boersner. Se sabía de su viaje previo a Corea,
exquisito refugio bancario de la izquierda chavista o proto
chavista. Pero luego de hacer lobby con la concertación chilena
desaparece de los radares y vuelve a Caracas desde “terra
ignota”. Informantes uniformados con acceso a esos sofisticados
implementos de navegación y seguimiento a rutas clandestinas
datean al halcón con una información candente y de alta
peligrosidad: luego de encontrarse con sus amigos de “la nueva
izquierda” – españoles, alemanes y latinoamericanos – Petkoff
fue a un cónclave secreto con el gurú de “la vieja izquierda”:
nada más y nada menos que el propio Fidel Castro, en su guarida
habanera. Hasta Rancho Boyeros, el principal aeropuerto cubano,
habría llegado en un jet privado facilitado por uno de sus
amigos empresarios “de la nueva izquierda”, probablemente
Parsifal de Sola.
¿Qué se le está perdiendo al catire que debió ir a buscarlo al
Palacio de la Revolución? Según fuentes uniformadas de la más
alta credibilidad vinculados a los aparatos de
contrainteligencia de la oposición dura, Castro sería el
factotum de esa campaña presidencial de Petkoff, tras el sublime
objetivo de presentarle a Chávez un antagonista, así sea de
anime, al estilo de Francisco Arias Cárdenas en el 2000 – amigo
y camarada entrañable de Petkoff desde los tiempos del PAMI.
Petkoff jugaría así el papel de Arias Cárdenas versión 2006. Con
un solo objetivo: permitir las elecciones presidenciales y
obtener la representación de un porcentaje opositor que le
permita sentarse a la diestra del caudillo. Una suerte de vice
honorario que garantice ciertos espacios y permita una
extraordinaria operación Lampedusa: cambiar algo para que no
cambie nada. A cambio: Chávez relegitimado formalmente y la
triangulación petrolera con Cuba viento en popa.
Es aquí que aparece la tan mentada lista de Patricia Poleo,
filtrada por los aparatos de contra información cubana por
ordenes de la secretaría América – luego de la muerte de
Barbarroja Piñeiro en manos de “Gary” – a través de sus
infiltrados en Miami. Es una lista pergeñada por Petkoff y
Fidel, en la que en medio de precipitados afanes cuelan a
personalidades como Ernesto Alvarenga y Julio Sosa, militantes
de Alianza Popular absolutamente contrarios a dicha candidatura.
El halcón me está verificando la pertinencia de nombres como el
de Luis Miquilena y otros asomados en dicho extraño listado. De
Pancho Layrisse y Fernando Egaña, no caben dudas: sirven al
juego. De la mal llamada “izquierda democrática” y del grupete
de Bandera Roja tampoco. Y de muchos que allí no aparecen, pero
están. Lo cierto es que “Gary el jefe”, quien se mueve por
Caracas como Pedro por su casa, tiene a todos sus agentes
haciendo lobby por montarle a Chávez la gran contrafigura en la
candidatura de Teodoro Petkoff. Visitan a diario grandes
emporios empresariales, incluso mediáticos, con el fin de
conseguirle respaldo y sostén al candidato del castrismo.
¿Qué lleva a los cubanos a convertirse en los grandes promotores
del Catire? El temor a una debacle abstencionista en diciembre,
que genere las condiciones para una gigantesca crisis de
gobernabilidad que empuje definitivamente a Chávez a su propio
abismo. De Miraflores al infierno. Puesto que José Vicente
Rangel perdió toda credibilidad, el asunto debe ser manejado al
más alto nivel vía La Habana. Y dadas las condiciones
internacionales y el endurecimiento de las posturas del
Pentágono hacia Caracas, una profunda crisis interna con el
aislamiento internacional y la dureza de los Estados Unidos, el
futuro para Chávez, para Castro y sendas “revoluciones” sería de
pronóstico reservado. Incluso, agentes travestidos de
diplomáticos como el cubano Rafael Hidalgo, encargado político
de la embajada cubana en Caracas, no cesan de plantear el temor
de un “Noriegazo”. Las 5 toneladas y media de cocaína incautada
en México y proveniente de Venezuela muestran que al terrorismo
de las guerrillas colombianas, al uranio enriquecido, a los
misiles norcoreanos de un alcance de más de tres mil kilómetros
entrados al país bajo la covertura de material especial de PDVSA
y que podrían poner a La Florida en la mira de un ataque
misilístico de graves consecuencias mundiales, comienza a
sumarse una sólida plataforma de terrorismo y narcotráfico que
tendría a Miraflores como centro estratégico y operativo. Tanto
o más peligroso para la paz mundial que el que operaba desde
Bagdad con Sadam Hussein o desde Panamá con el general Manuel
Antonio Noriega.
De allí el lobby: viejos políticos como Enrique Mendoza,
auxiliares menores como Alberto López Oliver o Enrique Naime,
empresarios mediáticos y fablistanes de alto vuelo de cuyo
nombre el halcón prefiere olvidarse comienzan a ser cooptados
por el aparato cubano para montar “La Zarzuela del Catire. ¿Será
posible?
La sociedad civil y la nueva oposición venezolana tienen la
palabra.
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