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Estimado abstencionista 
por Carlos Blanco - El Universal
domingo, 27 noviembre 2005

 
No se deje chantajear. No vote si no quiere; con el mismo derecho que tienen quienes desean hacerlo. No se deje amedrentar, especialmente por los que han provocado su abstención, que no son otros que los autores del fraude del revocatorio y también los que lo dejaron a usted colgado de la brocha en la madrugada del 16 de agosto. No se deje intimidar por quienes hoy le piden el voto y ayer no hicieron nada para que su voto valiera. Si usted quiere votar, hágalo; pero, si no lo quiere hacer, recuerde que esa conducta también es una acción, tan válida como la otra. No crea en la bobería que le dicen quienes lo ofenden, señalándole que abstenerse es no actuar, eso es falso. Es una acción rebelde, cuyas consecuencias no las verá el 5 de diciembre, sino a lo largo de una trayectoria. No admita la necedad del chantajista que le dice que no votar es votar por Chávez, cuando usted ya sabe que los puestos de la Asamblea Nacional ya están distribuidos por los autores del fraude. Si no lo desea, no atienda el llamado de algunos de los diputados actuales, con récord de inasistencia a la Asamblea Nacional, que piden hoy el voto para ir a esa misma institución. Usted tiene derecho a no creer en aquellos que en 2004 le dijeron que las negociaciones "iban bien" para el RR, cuando hoy le dicen a cada rato, casi como voceros de Jorge Rodríguez Gómez, que las negociaciones "van bien". Dicho lo anterior, permítase a este narrador pensar que hay una última oportunidad para el reencuentro.

El problema. El país tiene muchas tragedias a cuestas, una de ellas es la desarticulación de la disidencia. Aunque ésta es poderosa, su carencia de unidad y organicidad se le convierte en debilidad. El problema estratégico central de los sectores democráticos consiste en unirse bajo patrones diferentes a los hasta ahora experimentados. La oportunidad existe; sin embargo, requiere de una dosis de audacia, desprendimiento y visión que no están garantizados. Si todos los partidos retiran las candidaturas y se genera un formidable movimiento que rechace el fraude electoral, se abren las compuertas para un poderosísimo movimiento popular social para el año 2006.

El voto y sus condiciones. En una democracia, votar no se discute. Se vota y punto, porque es el mecanismo para el relevo de la representación popular en los organismos del Estado. En un sistema político que no es democrático, como es el caso de Venezuela, el voto depende de las conveniencias políticas; si sirve o no sirve para la causa democrática. Así como no debe haber abstencionismo automático, en estas condiciones tampoco existe una participación automática. Todo depende.

Este es un tema que divide hoy diversos enfoques. Unos sostienen que votar es la mejor manera de hacer presente la protesta y otros piensan que el método aconsejable es el de la abstención. Pese a esta gruesa diferencia, pocos dudan del carácter fraudulento del proceso electoral en marcha, de la falta de idoneidad del CNE y del diseño tramposo que preexiste al acto de votación, que ya tiene las cuotas asignadas. A pesar de esta visión compartida, hay diferencia entre los que se abstienen y los que desean votar.

Esa diferencia, además, se corresponde con una división política muy honda. La mayoría de los abstencionistas pertenecen a la sociedad civil, desencantada por las prácticas partidistas, tanto de la oposición como del Gobierno; en tanto, los promotores de la participación se identifican, mayoritariamente, con los partidos. La equivalencia entre partidos y participación y, del otro lado, la identificación entre abstención y sociedad civil, pareciera ser el signo del momento actual. Al rescoldo de esa división iniciada el 16 de agosto en la madrugada, cuando los jefes partidistas no supieron, quisieron o pudieron dar una respuesta apropiada al fraude, se ha colado el desencanto y han aumentado las distancias.

La trampa electoral. El CNE hace algunas concesiones después de triturar los derechos y las garantías de los venezolanos desde hace dos años. Lo hace porque sabe que la abstención promete ser muy poderosa, y que los partidos todavía tienen sus dudas. Sin embargo, el desarrollo del fraude continuado ya ha hecho su labor en el Registro Electoral, en las cedulaciones tramposas, en la miserable intimidación apadrinada por los dueños del poder y en la abierta represión.

En los partidos hay dudas. No solo por las condiciones electorales tan bellacas, sino porque los candidatos se ven ahogados y sin recursos, casi paralizados y enfrentados a una campaña opulenta del Gobierno y sus parásitos. Debe recordarse que los partidos políticos tienen casi en cero sus fuentes de financiamiento; no reciben dinero del Estado, los empresarios andan temerosos de aportar a los partidos por las represalias oficiales e internacionalmente no hay mucha comprensión de la indigencia partidista. El resultado es que estas organizaciones están casi en la inopia.

Después de haber ahogado el significado competitivo de las elecciones, el CNE hace algunas concesiones para lavarse la cara, pero con partidos inanes por la asfixia. Con contendores al borde del colapso, viene el Gobierno y los invita a correr los 400 metros planos.

Es el momento. En estas condiciones podría ocurrir un retiro masivo de candidaturas, lo que podría producir, como dijo el jefe de la Misión de la OEA, Rubén Perina, una gran deslegitimación por la vía de la abstención. Si esta abstención fuese encabezada por los partidos se podrían producir dos resultados importantes: el primero es que se engendraría una unificación de toda la sociedad democrática; el segundo, sería la dotación de una dirección incipiente para las jornadas de lucha del año próximo. Esa abstención no implica que se adopte esta táctica para siempre. Bien podría desarrollarse esa política ahora y el año que viene, si conviene a las fuerzas democráticas ir a la contienda presidencial.

Supóngase que hay una gigantesca abstención en un marco unitario y que en enero los partidos y las organizaciones de la sociedad civil comienzan a escoger un candidato presidencial, entre la docena y media de aspirantes que parecen andar por allí. Este enfoque cambiaría totalmente la situación y abriría una compuerta para la unidad.

El propio proceso de selección de un candidato presidencial el año 2006 a través de una consulta democrática, por ejemplo elecciones primarias, permitiría la formación de un liderazgo reconocido. En su momento se vería si hay condiciones para participar en esas elecciones o si, por el contrario, la abstención fuese lo aconsejable. Tal política no puede ser establecida desde ahora, sino que depende de las condiciones que, en su momento, se planteen.

Respetar a los electores. Los partidos y algunos de sus candidatos están cometiendo un error fatal cuando atacan a los ciudadanos que se van a abstener ahora. No entienden que la abstención de los electores de hoy es resultado de la abstención de los dirigentes en la madrugada del 16 de agosto del año pasado.

Hay una última oportunidad estos días. Ojalá se aproveche.

carlosblancog@cantv.net

*   Artículo publicado en el diario El Universal, 27 noviembre 2005

 

 
 
 
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