Inicio | Editor | Contáctenos 
 
Webarticulistas
Manuel Malaver
Eli Bravo
Luis  DE LION
Roberto Palmitesta
Lucy Gómez
Alexis Márquez Rodríguez
Ted Córdova-Claure
Antonio Sánchez García
Aníbal Romero
Charles Cholaleesa
 
 
 
 
 
 
 
 

 

referencement

 
 

Capitalismo y Revolución por Aníbal Romero
miércoles, 20 abril 2005

 

 


Es una lástima que nuestra prensa, en líneas generales, conceda tan
escasa importancia a los pronunciamientos del Presidente Hugo Chávez sobre cuestiones ideológicas. Lo mismo ocurre con buena parte de los comentaristas, que o bien ignoran el asunto o bien lo tratan como algo exótico, otra manifestación de la personalidad un tanto excéntrica del Jefe de Estado venezolano.

No obstante, es un error subestimar el tema ideológico y su papel en la revolución de Chávez. Tal vez, por los momentos, en tanto se sostenga la abundancia fiscal originada por el alto precio del petróleo, el populismo y la demagogia resulten suficientes para el proceso
revolucionario. Pero esta revolución tiene el firme propósito de
perdurar en el tiempo y hacerse irreversible. El Presidente Chávez
trabaja hoy para asegurar el futuro, y él también sabe que la bonanza
fiscal no será eterna.

Una vez más, hace pocos días, Chávez arremetió contra el capitalismo y reivindicó el socialismo. En concreto, afirmó que "es el capitalismo el que fracasó". Aseverar esto luego del derrumbe de la URSS, del patente fracaso cubano, del horror norcoreano, y de la decisión china de resucitar el capitalismo salvaje e inundar el planeta de baratijas, requiere algo más que audacia. Exige realmente una notable ignorancia y la voluntad indoblegable de escapar de la realidad. Esta ignorancia, y el deseo de aferrarse a la utopía por encima de lo que sea, se hacen aún más obvios si tomamos en cuenta que es la economía de Estados Unidos la que sostiene al mundo, incluida Europa, y que los socialistas como Lula, Lagos, Kirschner, los socialdemócratas europeos y los radicales asiáticos, hace rato entendieron que el socialismo no genera riqueza y
hunde a los pueblos en la miseria.

Pero Hugo Chávez es diferente. Es un verdadero revolucionario, que une en su visión la misma mezcolanza de violencia feroz y romanticismo utópico de un Che Guevara, hoy celebrado por un Hollywood que prefiere olvidar los fusilamientos ordenados por el guerrillero argentino.


Insisto: por ahora Chávez actúa en dos planos. De un lado admite la
continuación del capitalismo de Estado en Venezuela, acepta la inversión extranjera en sectores clave, y tolera a aquél empresariado local que se pliega al régimen o en todo caso abandona la política. Pero por otro lado, Chávez construye con tenacidad y visión a largo plazo los mecanismos de control político y económico que le permitirán sobrevivir cuando las circunstancias cambien, y la revolución ingrese a un territorio mucho menos complaciente del que hoy transita en medio de millones que se disiparán, y de un apoyo popular destinado inexorablemente a la mengua.

En ese orden de ideas, cabe enfatizar que las convicciones
anti-capitalistas de Chávez son profundas, y tienen que ver, en primer
término, con la tendencia colectivista tan arraigada en la especie
humana, producto de siglos de tribalismo, tendencia que siempre está
allí en lo más recóndito de nuestros espíritus, y que fue analizada con
gran lucidez por Friedrich Hayek y Carlos Rangel, entre otros.

Por otra parte, el anticapitalismo de Chávez se enraíza en el
resentimiento de los que menos tienen o han tenido, en el culto
cristiano-comunista a la pobreza, en un igualitarismo violento y
envidioso, y en la percepción (acertada por lo demás) de que sólo un
sistema comunista será capaz de asegurar el control político necesario para que la revolución se extienda "hasta el infinito", como lo anunció alguno de los acólitos del régimen en días recientes.

De allí que los analistas que hoy hacen mofa de las diatribas
anticapitalistas de Chávez, de su fervor pro-comunista, de sus alianzas internacionales con Cuba, Corea del Norte e Irán, y de su incontenible antiyanquismo, cometen de nuevo la equivocación de subestimarle, y pierden de vista que lo esencial es enfocar el sentido de dirección de la revolución y no sus veleidades presentes, algo silenciadas bajo la sordina del boom petrolero.

Por todo ello, cabe una vez más aclarar que las llamadas "reservas"
militarizadas del régimen no son otra cosa que milicias, es decir, el
brazo armado de un proyecto y un régimen, brazo armado que está siendo construido ahora para ser usado más adelante. Su verdadera función no será la defensa externa sino el control interno de la sociedad. Más específicamente, el control de lo que reste de la FAN tradicional, la ocupación de espacios públicos para impedir que se repitan las grandes protestas de oposición, la intimidación permanente de la población, y la garantía de que el régimen sólo sea reversible a sangre y fuego.

 

 Imprima el artículo Subir Página

 
 
 
 
 
 
© Copyright 2005 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.