El
triunfo del partido Laborista en las últimas elecciones
británicas, le otorga al primer ministro Tony Blair, un
histórico tercer mandato consecutivo, que lo iguala con Margaret
Thatcher. Sin embargo, la reducida mayoría que en ésta ocasión
obtuvieron los laboristas británicos, reduce sus márgenes de
maniobra en el seno del parlamento. Una correlación de fuerzas
que para mantenerse necesitará de coraje, estabilidad y madurez;
justamente los tres ingredientes que han distinguido el
gestionar político de Tony Blair.
Los conservadores recuperaron espacios gracias a
una campaña nacionalista y evidentemente antieuropea, así como
también la ventaja de los laboristas se redujo en virtud de la
división que causó en la sociedad británica la intervención en
Irak.
No obstante, el secreto de ésta tercera victoria
seguida radica en el positivo balance que se desprende de la
gestión de Blair. Un crecimiento económico sostenido en los
últimos 10 años, superior al de Europa continental, una tasa de
desempleo reducida a 4.7%, inferior a la de los EE.UU., una
economía dinámica orientada hacia la innovación y a la creación
de empleos, así como también unas universidades que no tienen
nada que envidiarle a las norteamericanas.
Pero esto no es un milagro, sino que los
laboristas fueron lo suficientemente inteligentes, para
preservar los frutos de la revolución de M. Thatcher,
remodelando los aspectos mas extremistas de dicha revolución, la
administración de los servicios públicos se valió de los métodos
del mundo privado, se detuvo la caída libre del sistema de salud
pública y se sigue en pie de lucha contra la pobreza.
La
Europa continental, que tiene dos veces mas desempleo, que ve
caer el poder adquisitivo de sus trabajadores y que
económicamente no crece con la misma fuerza que crecen del lado
allá de la Mancha, mira con intriga y cierta envidia, el milagro
británico.
Cabe
igualmente destacar, el hecho que muy a pesar de haber tenido
Blair a toda la opinión pública en su contra, éste logra que su
partido obtenga por primera vez en su historia tres victorias
seguidas. Una matriz de opinión, ejercida tanto por la prensa
escandalosa de los tabloides empeñada en la personalidad del
primer ministro cual estrella de fútbol; pasando por el muy
leído, mas no seguido The Economist, el cual en sus
páginas pregona un libertarismo político que solo existe en su
sala de redacción. Dichos vectores de la opinión pública,
estaban de manera flagrante dándole la espalda a una tradición
británica que consiste en nunca aceptar la presidencialización
de sus instituciones, y más allá del personaje Tony Blair, los
electores reeligieron al partido laborista por sus políticas.
Este
respeto de los británicos por sus instituciones democráticas,
nos lleva inevitablemente a pensar en la Venezuela de la campaña
electoral del año 1998. Para aquélla ocasión no se estableció
una matriz de opinión, sino una devastadora aplanadora que
buscaba destruir – con el rostro descubierto – todas las
instituciones democráticas venezolanas. Medios, políticos,
empresarios e intelectuales hacían un solo coro en ese sentido.
Recuerdo que hasta los publicistas de la campaña de Hugo Chávez,
junto a algunos articulistas, cometieron la extravagancia de
presentar al candidato golpista, como el hombre de la tercera
vía latinoamericana. Seis años mas tarde las incongruencias
siguen latentes, ahora nos venden al mismo personaje pero como
el líder del socialismo del siglo XXI.
Pero
como quiera que sea, éste “neoliberal salvaje” que es Tony Blair,
el cual ha sabido darle estabilidad laboral, bonanza económica y
seguridad social a su pueblo; va inevitablemente a inyectarle
nuevos y positivos aires a la construcción europea y mas
particularmente a la batalla por la aprobación de la
Constitución Europea. En ese sentido, a partir del venidero
primero de julio le toca a los británicos estar por seis meses
al frente de la Unión Europea. La ocasión sería mas que
propicia, para que la desordenada oposición política venezolana,
lleve de manera seria y bien sustentada ante las instancias
europeas sus cada vez más justificados reclamos, en favor de la
reinstauración de la democracia en Venezuela.
Así pues, no podíamos culminar sin resaltar que además de todo
lo positivo de la gestión de Tony Blair, en la Inglaterra de
hoy, igualmente gozan de buena salud el arte moderno, la
arquitectura, la moda y la creación cultural en general. Esto
atrae enormemente a los jóvenes europeos, los cuales responden
al llamado de un Londres que está en ebullición, un Londres que
arde en el buen sentido de la palabra, el “London’s burning”
que hace treinta años proclamara el grupo “The Clash”
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