Filmes polémicos sobre un tema delicado
Roberto Palmitesta
diciembre 2004
El estreno de la
polémica cinta Birth (literalmente: nacimiento) ha
suscitado fuertes comentarios en la prensa mundial, pues toca un
tema muy delicado como lo es la corrupción de menores por parte de
adultos. En la obra, que fue muy criticada cuando se exhibió en el
Festival de Venecia, una viuda –interpretada por una excelente
Nicole Kidman, se topa con un muchacho de 10 años (Cameron
Bright) que asegura ser la reencarnación de su marido y
eventualmente llega a bañarse desnuda con él y a besarlo
apasionadamente. Esas candentes escenas hicieron fruncir el ceño a
más de un moralista, especialmente en la “vieja Europa”, donde
algunas críticas la calificaron como “vergonzosa” y “lamentable”,
aunque otros elogiaron su sensible tratamiento de un tema tabú.
Pero la controversia no debería extrañar a los cinéfilos, siendo
la segunda obra de un director como Jonathan Glazer, quien
nos había dado en su primer intento un atrevido pero interesante
film-noir titulado Bestia sexual, con Ben Kingsley,
el recordado intérprete de Gandhi.
El
nacimiento de un niño-actor
La
hermosa Nicole trata de moderar el impacto del filme ateniéndose
al discreto desarrollo de la trama, que no va más allá de las dos
escenas eróticas con el precoz jovencito. Bright, con apenas 11
años de edad, ya se le ha visto en cintas impactantes como
Godsend y El efecto mariposa, siendo considerado por
los conocedores como el sucesor de legendarios niños-actores como
Macaulay Culkin, Ricky Schroder y Mark Lester. En el
plató, los realizadores y los padres del jovenzuelo hicieron lo
posible por minimizarle el impacto sexual, ocultándole el guión
completo y evitándole la visión del filme hasta que sea mayor.
Otros atenuantes: en la polémica escena del baño, tanto él como la
Kidman llevaban ajustados trajes color carne para simular una
desnudez total, y antes del pasional beso se le explicó al
muchacho que “así se besan los mayores cuando se quieren mucho”,
algo que posiblemente le habrá sonado innecesario a un miembro de
la juventud actual, acostumbrada a ver tanto sexo en cine, tv,
revistas e internet.
Asimismo, la Kidman comentaría luego en la prensa: “Al besarlo
trataba de ver en Cameron a un hombre pequeño y muy profesional
que sabía que se trataba de una historia ficticia. Además, entre
tomas, mis hijos adolescentes jugaban con él, generándose una
relación muy amistosa entre todos, sin que hubiera comentarios
maliciosos.” Sin embargo, es natural que el joven alardee en la
escuela con sus compañeros por haber sido “el amante fílmico de
Nicole Kidman”, una de las actrices más sensuales y solicitadas
del cine contemporáneo.
Un
tema muy esquivado
Excepto en películas de tinte pornográfico o erótico, el tema de
las relaciones consensuales entre adultos y muchachos había sido
poco frecuente y sólo algunos realizadores de talento se habían
atrevido a tratarlo. Recientemente vimos aquel interesante ensayo
sobre las relaciones familiares en el laureado film de 2001,
Belleza americana, de Sam Mendes, con un maduro
Kevin Spacey fantaseando eróticamente con la amiga quinceañera
de su hija, pero sin llegar a consumar sus deseos, para que la
cinta no fuera prohibida en círculos conservadores, llegando
apenas a la ca
lificación R o para criterio maduro.
No
siempre estas cintas con tema risqué tuvieron la misma suerte,
pues Stanley Kubrick levantó una densa polvareda cuando se
estrenó en 1962 su versión de la novela de Nabokov, Lolita,
generando de paso un nuevo término para calificar a muchachas
precoces en términos sexuales. En la cinta, un profesor de mediana
edad (James Mason) era el receptor de una pasión enfermiza
de una atractiva joven de 12 años, edad que fue cambiada a 14 años
en el filme para no generar demasiadas críticas, aunque de todos
modos fue prohibida en muchos países hasta que se liberalizara la
censura en los 70.
Niñas bonitas y viejos verdes
El
director francés Louis Malle fue uno de los más osados, al
tratar en 1978 el tema de la prostitución infantil con una
excelente Brooke Shields en Niña bonita (Pretty baby),
donde una joven de 12 años vive en un burdel de Nueva Orleáns
hasta que un fotógrafo maduro se casa con ella. Siete años antes,
el mismo Malle había escandalizado el ámbito cinematográfico con
su inteligente tratamiento del incesto en Un soplo al corazón,
donde un adolescente se revuelca con su propia madre, después de
una fiesta etílica, aunque ella le dice al final, para arreglar
las cosas, que “será nuestro secreto y no se repetirá”.
El
mismo tema fue tratado con menos delicadeza en La luna de
Bernardo Bertolucci, donde la madre-soprano (Jill
Clayburgh) ayuda a masturbar a su hijo adolescente para
calmarle las angustias producidas por la desorientación sexual y
la adicción a las drogas. En los años 50, un tema similar pero con
un tratamiento mucho más puritano había sido abordado por
Vincente Minnelli, en Té y simpatía, donde un madura
Deborah Kerr ayuda a un alumno un poco afeminado a encontrar
su identidad sexual, acostándose con él. Más recientemente, el
legendario Stanley Donen (el mismo de Cantando bajo la
lluvia) había traído a colación en La culpa es de Rio
(1984) un tema sobre “romances mayo-diciembre”, al mostrar
la atracción de una joven de 16 años por un hombre maduro (Michael
Caine), a la postre padre de su mejor amiga, durante una
vacación en Rio de Janeiro.
En
fin, se trata de temas de difícil tratamiento en un arte de masas
como el cine, donde la censura de muchos países esta siempre al
acecho y donde una clasificación X significaría la pérdida de
importantes mercados en los teatros de provincia, aunque se pueda
recuperar luego la inversión en tv, videocintas y muy pronto en
el novedoso y libérrimo medio del internet, donde ya campean
impunemente portales pornográficos que muestran en forma descarada
y explícita, relaciones ilegales entre adultos y niños, sin que
las autoridades tenga todavía a la mano herramientas efectivas
para prohibirlos.
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