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Barril con fondo
por Eli Bravo
jueves, 5 mayo 2005

 

            La edad de piedra no se acabó por falta de piedras y la era del petróleo se acabará antes de que el mundo se quede sin petróleo. Esta frase tiene años rodando y cada vez parece más una profecía que un chiste. Si bien los hidrocarburos prometen ser la principal fuente de energía para el siglo XXI, el desarrollo de alternativas es cada vez más claro, e incluso, mejor negocio.

            Cuánto petróleo queda en el planeta es una pregunta cuya respuesta cambia cada año. Los pesimistas dicen que ya hemos alcanzado el pico de las reservas y que de ahora en adelante el crudo es más escaso, difícil de explotar y de refinar. Quienes ven el vaso medio lleno dicen que las nuevas tecnologías, exploraciones en áreas remotas y eficiencia en el consumo empujan el fin de la era del petróleo hacia el siglo XXII. Pero con unos precios sobre los $50 los gobiernos y las compañías están invirtiendo cada vez más en energía solar, nuclear, eólica, gas natural, celdas de hidrógeno y biomasa. Hace cinco años el entonces presidente de la Shell, Sir Moody-Stuart declaró “tenemos que satisfacer las necesidades energéticas de nuestros clientes, incluso si esto significa dejar los hidrocarburos atrás”

             La crisis de precios en 1970 obligó a los consumidores a buscar alternativas energéticas y a estimular la conservación y eficiencia. Como apunta esta semana la revista The Economist en su informe especial “los gobiernos serían prudentes si aceleraran el final de la era del petróleo”. Si bien hoy en día no se puede hablar de crisis mundial, la inestabilidad del mercado  y las complicaciones geopolíticas de la dependencia petrolera están motivando la apertura de alternativas. Además está el factor ecológico que gana terreno.

              General Electric pronostica para este año ganancias de $ 2 millardos en su división eólica. En Europa y EE.UU. la energía nuclear vuelve a tomar fuerza con el desarrollo de nuevas plantas. La General Motors planea tener para 2010 la tecnología de celdas de hidrógeno disponible en un millón de autos y ya hay modelos híbridos (que combinan motores eléctricos y de gasolina) en el mercado. En países como Brasil y EEUU crece la inversión para hacer más eficiente el combustible de biomasa, es decir, derivado de caña de azúcar o maíz.

              Para el presidente de Exxon, Lee Raymond, esas inversiones son una pérdida de dinero, pues sus proyecciones son que para 2030 el 95% del transporte se moverá con hidrocarburos y la producción de energía dependerá fuertemente del petróleo. Dos terceras partes de las potenciales reservas mundiales no han sido explotadas o no son rentables pero quizás lo sean en el futuro. Según él, hay petróleo para rato.

              Mientras la sed del planeta aumenta (el consumo de hidrocarburos creció 3.4% el año pasado, muy por encima del promedio) la industria y los gobiernos miran más allá de la próxima curva. El asunto no es cuándo se acabará el petróleo, sino cuándo dejará de ser la sangre del sistema

              Y cuando esto pase ¿cuánto valdrá el oro negro?

ebravo@unionradio.com.ve 

 
 
 
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