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La autopista de la seda - por Eli Bravo
jueves, 14 abril 2005

 

 

Cuando el primer ministro chino Wen Jiabao firmó esta semana en Delhi un acuerdo de largo aliento con su homólogo indio Manhoman Singh, un tercio de la humanidad estaba tras ellos. Los dos países más poblados, con los índices de crecimiento sostenido más sólidos de la última década y con siglos de intercambio en el pasado, saben que deben ser socios y competidores en los años por venir. Dos historias, dos estilos de gobierno y dos realidades con un objetivo: crecer.

            Los acuerdos firmados incluyen la búsqueda de una solución pacífica a la disputa fronteriza en las zonas de Kashmir e Himalaya que los llevó a una guerra en 1962, incrementar el comercio en $ 30 millardos para el 2010 e incluso la posibilidad de llevar los impuestos y restricciones al mínimo. Con el poder industrial chino y el desarrollo tecnológico indio, pareciera que la relación es de tal para cual.

            Pero hay sus diferencias y sus obstáculos. China es un régimen autoritario bajo el mando del partido comunista. India es la democracia más grande del planeta. Cerca del 90% de la población china es de la etnia Han. La diversidad étnica y cultural de India es uno de sus aspectos más fascinantes. Y si bien ambos países han logrado reducir el número de pobres de forma sorprendente (400 millones en China entre 1981-2001 y 69 millones en India entre 1977-2000) el rápido enriquecimiento de los chinos ha venido dejando atrás a los indios: hoy en día China es 70% más rica que su vecino lo cual genera temores y suspicacias de ser arrollados por un dragón gigante. No en vano el premier indio Manhoman Singh dijo en enero que sería buena idea “adoptar el modelo chino” en el sentido de enfocarse en agricultura, industria, inversiones extranjeras y comercio internacional. Algunos indios se preguntan si la diferencia no será producto de un gobierno con una sola voz que no requiere negociaciones complicadas, pero en general aceptan que es mejor vivir con mayores libertades aunque los números no sean tan brillantes.

            “Si ambos países trabajan juntos, el mundo debería prestar atención” declaró en 2003 desde Pekín el entonces primer ministro de India A.B. Vajpayee cuando ambos países hacían su primera reunión oficial en una década. Para el encuentro de esta semana el mundo tenía los ojos muy abiertos: el impulso de China e India promete definir las reglas del juego por venir, y en el plano inmediato, ya está rigiendo sobre temas como precios del petróleo, costos de producción y derechos de propiedad intelectual.

            Hubo una época fascinante cuando las gemas y especia de India, junto a las telas y cerámicas de China, fluían hacia occidente por la Ruta de la Seda. En el mundo interconectado que vivimos, múltiple y dinámico, un nuevo camino pareciera gestarse en Oriente. Sin camellos ni Marco Polos, estos dos gigantes están dispuestos a recobrar el protagonismo que una vez tuvieron. 

            ebravo@unionradio.com.ve            

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