Cuando el primer
ministro chino Wen Jiabao firmó esta semana en Delhi un acuerdo
de largo aliento con su homólogo indio Manhoman Singh, un tercio
de la humanidad estaba tras ellos. Los dos países más poblados,
con los índices de crecimiento sostenido más sólidos de la
última década y con siglos de intercambio en el pasado, saben
que deben ser socios y competidores en los años por venir. Dos
historias, dos estilos de gobierno y dos realidades con un
objetivo: crecer.
Los acuerdos firmados incluyen la
búsqueda de una solución pacífica a la disputa fronteriza en las
zonas de Kashmir e Himalaya que los llevó a una guerra en 1962,
incrementar el comercio en $ 30 millardos para el 2010 e incluso
la posibilidad de llevar los impuestos y restricciones al
mínimo. Con el poder industrial chino y el desarrollo
tecnológico indio, pareciera que la relación es de tal para
cual.
Pero hay sus diferencias y sus
obstáculos. China es un régimen autoritario bajo el mando del
partido comunista. India es la democracia más grande del
planeta. Cerca del 90% de la población china es de la etnia Han.
La diversidad étnica y cultural de India es uno de sus aspectos
más fascinantes. Y si bien ambos países han logrado reducir el
número de pobres de forma sorprendente (400 millones en China
entre 1981-2001 y 69 millones en India entre 1977-2000) el
rápido enriquecimiento de los chinos ha venido dejando atrás a
los indios: hoy en día China es 70% más rica que su vecino lo
cual genera temores y suspicacias de ser arrollados por un
dragón gigante. No en vano el premier indio Manhoman Singh dijo
en enero que sería buena idea “adoptar el modelo chino” en el
sentido de enfocarse en agricultura, industria, inversiones
extranjeras y comercio internacional. Algunos indios se
preguntan si la diferencia no será producto de un gobierno con
una sola voz que no requiere negociaciones complicadas, pero en
general aceptan que es mejor vivir con mayores libertades aunque
los números no sean tan brillantes.
“Si ambos países trabajan juntos, el
mundo debería prestar atención” declaró en 2003 desde Pekín el
entonces primer ministro de India A.B. Vajpayee cuando ambos
países hacían su primera reunión oficial en una década. Para el
encuentro de esta semana el mundo tenía los ojos muy abiertos:
el impulso de China e India promete definir las reglas del juego
por venir, y en el plano inmediato, ya está rigiendo sobre temas
como precios del petróleo, costos de producción y derechos de
propiedad intelectual.
Hubo una época fascinante cuando las
gemas y especia de India, junto a las telas y cerámicas de
China, fluían hacia occidente por la Ruta de la Seda. En el
mundo interconectado que vivimos, múltiple y dinámico, un nuevo
camino pareciera gestarse en Oriente. Sin camellos ni Marco
Polos, estos dos gigantes están dispuestos a recobrar el
protagonismo que una vez tuvieron.
ebravo@unionradio.com.ve

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