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La farandulización de la política
Hugo Chávez no salió de la nada ni es el
producto de una intromisión extranjera en nuestros asuntos
domésticos: es la consecuencia directa de la más grave crisis
de identidad nacional que haya sufrido la Venezuela moderna.
En cuyo vértice se situara su síntoma más preocupante: el odio
contra lo político, el más craso desconocimiento de la
política, el desprecio por los políticos. Y sus dañinos
efectos colaterales: el despiadado, injusto y estúpido ataque
- convertido en matriz de opinión - a la democracia
representativa y a los partidos, su fundamento orgánico. Con
dos elementos concomitantes: la violenta irrupción en la vida
pública de masas apolíticas, tradicionalmente marginalizadas
de nuestra vida ciudadana, absolutamente indiferentes a la
política y a los problemas nacionales, por una parte; y la
exacerbación de la anti política en las clases medias,
igualmente apáticas ante los problemas nacionales y casi
exclusivamente interesadas en los beneficios de una economía
artificiosamente sustentada por un Estado filantrópico, de la
que fueran sus principales beneficiarias.
No es por casualidad que la grave inestabilidad política que
conduce al Caracazo, a los golpes de Estado de 1992, al
asesinato político de Carlos Andrés Pérez, al interregno de
Rafael Caldera y al ascenso aluvional del chavismo al Poder –
un proceso sistemático de asalto al Poder por el golpismo
venezolano - se desarrolla a partir del llamado viernes negro,
la histórica devaluación del Bolívar y la pérdida del dólar a
4.30. Crisis que las clases medias jamás le perdonaran al
establecimiento político, culpada por la pérdida del
paradisíaco “tá’ barato, dame dos”.
Esta auténtica “rebelión de las masas” – de la
marginalidad social en un extraño contubernio con sectores
importantes de las clases medias - contra lo político, que ha
desencajado todas las estructuras de representación dejando el
cuerpo social en carne viva, es lo que aún hoy obstaculiza el
nacimiento de un auténtico liderazgo renovado, lo que
pervierte todas las iniciativas de los sectores opositores más
lúcidos respecto de una adecuada comprensión de nuestros
problemas y la correcta solución a los mismos. Es la que le
abrió los portones del Poder totalitario al golpismo
militarista, la que lo respaldó en siete procesos electorales,
la que buscó desesperados atajos para resolver los graves
impasses que ella misma provocara, la que pretende salidas
mágicas e inmediatistas a graves callejones sin salida. Es la
que confunde el mercadeo con la gestión pública, el manejo de
imagen con las ideas, la pequeña pantalla y las portadas de
periódicos con el ágora en que se discuten y metabolizan los
grandes problemas nacionales. En otro contexto hemos llamado a
este proceso de auto mutilación llevado en andas de las clases
medias “la farandulización de la política”. La misma que, para
nuestra infinita desgracia, copa todos los espacios mediáticos
y adelanta iniciativas extemporáneas y contradictorias,
incluso diletantes para darle salida a graves conflictos
irresueltos.
2
UN PACTO CONTRA EL TOTALITARISMO
No ha sido el diagnóstico de nuestros males lo que
nos ha fallado en el esfuerzo por encontrar sus adecuados
correctivos: ha sido la balcanización de los distintos
sectores que se sienten tocados en sus legítimos intereses y
quisieran resolverlos en el más corto plazo sin asimilar y
metabolizar las debidas consecuencias. Balcanización provocada
por la misma crisis, agravada y empujada por la acción
disolvente del régimen y ampliada por la carencia de
conciencia auténticamente nacional de la inmensa gravedad del
mal mayor que nos aqueja: la construcción y montaje de un
régimen totalitario en nuestro país. Frente al que cabe la
vieja sabiduría que reza que frente a grande males, sólo son
eficaces los grandes remedios. No paños calientes.
La experiencia vivida por otras sociedades
sometidas al embate del totalitarismo, - en nuestra región,
Cuba y su régimen castro-comunista - demuestra que el
totalitarismo sólo fue posible y se impuso por la profunda
división, el desinterés, la cobardía o la complacencia de
quienes estaban en la obligación de plantarle caras y hacerle
frente. Sebastián Haffner, el más lúcido de los analistas
alemanes del totalismo hitleriano lo expresó de manera
irrefutable:”El Tercer Reich nació a partir de esta traición
practicada por los adversarios políticos de Hitler, así como
de la sensación de impotencia, debilidad y repugnancia que
aquella generó. En aquel momento la ira y la repugnancia
vertidas contra los propios dirigentes cobardes y traidores
fueron mucho más fuertes que la ira y el odio de que era
objeto el auténtico enemigo.”
Por lo tanto, una vez comprendida la inminencia
del colapso definitivo de nuestra democracia y el montaje
inmediato de un sistema totalitario, se hace urgente la
superación de las fallas de nuestro liderazgo, de las cuales
la más grave es la división. La unidad de la oposición bajo
una dirección única y el desarrollo de un programa de acción
BÁSICO, compartido por todas las fuerzas democráticas, con el
fin de impedir el cumplimiento de los propósitos totalitarios
del régimen – un Pacto contra el totalitarismo - se
convierten así en la más urgente, más inmediata y más
necesaria de todas las acciones. Toda actividad opositora
debe, pues, subordinarse a este imperativo. Siempre, bajo el
fin último del bien nacional, la restauración de nuestra
institucionalidad democrática y la construcción de las bases
que permitan la transición hacia un régimen pacífico,
democrático y progresista en nuestra patria.
Todo otro objetivo es subalterno. Sobre todo si es
electoralista, dado que no se saldrá del totalitarismo
mediante sencillas elecciones. Ningún mecanismo que no sea la
inmediata construcción de dicha unidad y la firma de un
acuerdo de obligatorio cumplimiento para las partes
involucradas podría suplantarlo. Por el contrario: gastar
esfuerzos y retardar el logro de dicha unidad atenta contra
los fines últimos y más trascendentes de la nación.
3
NI PRIMARIAS NI CANDIDATOS:
¡CONDICIONES!
Por todo lo anterior no estuve, no estoy ni estaré a favor de
escenificar un proceso de primarias ni lanzamiento de
candidaturas, si ellas no están subordinadas de manera clara y
categórica a la lucha por condiciones electorales limpias y
transparentes y si no abarcan al conjunto opositor. Sin
exclusiones ni excluidos. Que comprometa a quien resultare
electo – de realizarse bajo las condiciones señaladas - a
luchar frontalmente, a pecho descubierto y sin traicionar los
anhelos democráticos de las mayorías contra el teniente
coronel, su régimen y los verdaderos problemas que enfrentan
las fuerzas democráticas en la Venezuela de hoy. Y aún así: su
implementación desperdicia un tiempo precioso que debiera ser
empleado en la denuncia contra la carencia de condiciones.
A seis meses de la farsa electoral de diciembre, cuando todas
las preocupaciones políticas debían centrarse en la denuncia
del proceso de montaje de un Estado totalitario por parte del
régimen, al que sirven objetivamente dichas elecciones, no
debemos avalar un proceso de primarias si ellas no cuentan con
la totalidad de las fuerzas opositoras y si quienes se han
inscritos evadan la obligación juramentada de no participar en
dichas elecciones si no se obtienen las condiciones que nos
son garantizadas por la constitución y las leyes. No se
trata de darle un cheque en blanco a quien resultara
eventualmente electo: se trata de convertirlo en el portavoz
de nuestras exigencias, no de sus personales ambiciones.
Canalizar de manera impositiva y unilateral todos los
esfuerzos opositores a un simple proceso de medición de
popularidades es, cuando menos, contribuir de manera
irresponsable al escamoteo de los auténticos problemas
nacionales. La ausencia de factores tan definitorios como
aquellos que no participarán del 3D bajo ninguna circunstancia
a menos que se cuente con condiciones electorales de
transparencia y justicia, así como de algunos que han
postulado sus candidaturas rechazando tal mecanismo de
selección previa, es razón suficiente para que dicho proceso
sea cuando menos controversial. Y su realización no cuente con
el sólido respaldo de nuestras mayorías.
Es de suma gravedad que una organización tan respetable y
considerada nacional e internacionalmente, como SÚMATE, desvíe
sus talentos, su capacidad operativa y sus recursos en la
administración de unas elecciones subordinadas, objetivamente
condenadas al fracaso si se desvinculan del objetivo
primordial: rescatar el voto y recuperar la confianza de los
electores en sus procesos electorales. Sería verdaderamente
lamentable que ese talento, ese esfuerzo y esos recursos no se
empeñaran de manera prioritaria en la denuncia del carácter
fraudulento que tendrán las elecciones de diciembre de no
lograrse las mencionadas condiciones de transparencia y
limpieza, no hubieran servido a sembrar conciencia y a
unificar criterios entre los ciudadanos acerca de la necesidad
de fortalecer su rechazo a un estado de cosas verdaderamente
trágicos, ni hubieran sido invertidos en la construcción de un
gran frente anti totalitario en el país, poniendo al régimen
desde ahora mismo ante la necesidad de justificar ante el
mundo la inconstitucionalidad del CNE, el control que sobre
sus autoridades ejerce la presidencia de la república, la
inmensa cuantía de las irregularidades que plenan el REP, la
naturaleza totalitaria que signa a los poderes copados por el
ejecutivo y el ilimitado abuso de los recursos del Estado en
la lucha por su entronización, todo lo cual crea un marco en
absoluto propicio a la celebración de elecciones limpias y
transparentes, que garanticen el secreto y la validez del
voto, en Venezuela. Sería imperdonable que no se hubiera usado
este ingente esfuerzo organizativo en denunciar ante las
democracias del mundo que mientras en Costa Rica, en Chile, en
Bolivia, en Colombia, en Perú, en México y próximamente en
Nicaragua y Brasil se celebran elecciones manuales, secretas y
transparentes bajo la plena autoridad de organismos
electorales inmaculados, con la plena observancia de las
normas internacionales y con resultados absolutamente
confiables, donde un solo voto puede llegar a definir un
proceso electoral de millones y millones de ciudadanos, en
Venezuela tales elecciones constituyan un fraude electrónico
montado de antemano.
Por todas estas razones y otras que he expuesto en otros
artículos no puedo aportar más que un respaldo condicionado a
las primarias. Si no son vinculantes respecto de la lucha por
las condiciones, no participaré en ellas. Seguiré luchando por
las condiciones. Y me opondré tanto como me sea humanamente
posible a que la oposición democrática venezolana participe de
las elecciones de diciembre si ellas se cumplen burlando la
voluntad popular.
Es un compromiso sagrado.