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¡Condiciones, idiota!
por Antonio Sánchez García
martes, 11 julio 2006

 

1

La farandulización de la política

 

            Hugo Chávez no salió de la nada ni es el producto de una intromisión extranjera en nuestros asuntos domésticos: es la consecuencia directa de la más grave crisis de identidad nacional que haya sufrido la Venezuela moderna. En cuyo vértice se situara su síntoma más preocupante: el odio contra lo político, el más craso desconocimiento de la política, el desprecio por los políticos. Y sus dañinos efectos colaterales: el despiadado, injusto y estúpido ataque - convertido en matriz de opinión - a la democracia representativa y a los partidos, su fundamento orgánico. Con dos elementos concomitantes: la violenta irrupción en la vida pública de masas apolíticas, tradicionalmente marginalizadas de nuestra vida ciudadana, absolutamente indiferentes a la política y a los problemas nacionales, por una parte; y la exacerbación de la anti política en las clases medias, igualmente apáticas ante los problemas nacionales y casi exclusivamente interesadas en los beneficios de una economía artificiosamente sustentada por un Estado filantrópico, de la que fueran sus principales beneficiarias.

 

No es por casualidad que la grave inestabilidad política que conduce al Caracazo, a los golpes de Estado de 1992, al asesinato político de Carlos Andrés Pérez, al interregno de Rafael Caldera y al ascenso aluvional del chavismo al Poder – un proceso sistemático de asalto al Poder por el golpismo venezolano - se desarrolla a partir del llamado viernes negro, la histórica devaluación del Bolívar y la pérdida del dólar a 4.30. Crisis que las clases medias jamás le perdonaran al establecimiento político, culpada por la pérdida del paradisíaco “tá’ barato, dame dos”.

 

            Esta auténtica “rebelión de las masas” – de la marginalidad social en un extraño contubernio con sectores importantes de las clases medias - contra lo político, que ha desencajado todas las estructuras de representación dejando el cuerpo social en carne viva, es lo que aún hoy obstaculiza el nacimiento de un auténtico liderazgo renovado, lo que pervierte todas las iniciativas de los sectores opositores más lúcidos respecto de una adecuada comprensión de nuestros problemas y la correcta solución a los mismos. Es la que le abrió los portones del Poder totalitario al golpismo militarista, la que lo respaldó en siete procesos electorales, la que buscó desesperados atajos para resolver los graves impasses que ella misma provocara, la que pretende salidas mágicas e inmediatistas a graves callejones sin salida. Es la que confunde el mercadeo con la gestión pública, el manejo de imagen con las ideas, la pequeña pantalla y las portadas de periódicos con el ágora en que se discuten y metabolizan los grandes problemas nacionales. En otro contexto hemos llamado a este proceso de auto mutilación llevado en andas de las clases medias “la farandulización de la política”. La misma que, para nuestra infinita desgracia, copa todos los espacios mediáticos y adelanta iniciativas extemporáneas y contradictorias, incluso diletantes para darle salida a graves conflictos irresueltos.

 

2

 

UN PACTO CONTRA EL TOTALITARISMO

 

            No ha sido el diagnóstico de nuestros males lo que nos ha fallado en el esfuerzo por encontrar sus adecuados correctivos: ha sido la balcanización de los distintos sectores que se sienten tocados en sus legítimos intereses y quisieran resolverlos en el más corto plazo sin asimilar y metabolizar las debidas consecuencias. Balcanización provocada por la misma crisis, agravada y empujada por la acción disolvente del régimen y ampliada por la carencia de conciencia auténticamente nacional de la inmensa gravedad del mal mayor que nos aqueja: la construcción y montaje de un régimen totalitario en nuestro país. Frente al que cabe la vieja sabiduría que reza que frente a grande males, sólo son eficaces los grandes remedios. No paños calientes.

 

            La experiencia vivida por otras sociedades sometidas al embate del totalitarismo, - en nuestra región, Cuba y su régimen castro-comunista - demuestra que el totalitarismo sólo fue posible y se impuso por la profunda división, el desinterés, la cobardía o la complacencia de quienes estaban en la obligación de plantarle caras y hacerle frente. Sebastián Haffner, el más lúcido de los analistas alemanes del totalismo hitleriano lo expresó de manera irrefutable:”El Tercer Reich nació a partir de esta traición practicada por los adversarios políticos de Hitler, así como de la sensación de impotencia, debilidad y repugnancia que aquella generó.  En aquel momento la ira y la repugnancia vertidas contra los propios dirigentes cobardes y traidores fueron mucho más fuertes que la ira y el odio de que era objeto el auténtico enemigo.”[1]

 

            Por lo tanto, una vez comprendida la inminencia del colapso definitivo de nuestra democracia y el montaje inmediato de un sistema totalitario, se hace urgente la superación de las fallas de nuestro liderazgo, de las cuales la más grave es la división. La unidad de la oposición bajo una dirección única y el desarrollo de un programa de acción BÁSICO, compartido por todas las fuerzas democráticas, con el fin de impedir el cumplimiento de los propósitos totalitarios del régimen – un Pacto contra el totalitarismo - se convierten así en la más urgente, más inmediata y más necesaria de todas las acciones. Toda actividad opositora debe, pues, subordinarse a este imperativo. Siempre, bajo el fin último del bien nacional, la restauración de nuestra institucionalidad democrática y la construcción de las bases que permitan la transición hacia un régimen pacífico, democrático y progresista en nuestra patria.

 

            Todo otro objetivo es subalterno. Sobre todo si es electoralista, dado que no se saldrá del totalitarismo mediante sencillas elecciones. Ningún mecanismo que no sea la inmediata construcción de dicha unidad y la firma de un acuerdo de obligatorio cumplimiento para las partes involucradas podría suplantarlo. Por el contrario: gastar esfuerzos y retardar el logro de dicha unidad atenta contra los fines últimos y más trascendentes de la nación.

 

3

 

NI PRIMARIAS NI CANDIDATOS:  

¡CONDICIONES!

 

Por todo lo anterior no estuve, no estoy ni estaré a favor de escenificar un proceso de primarias ni lanzamiento de candidaturas, si ellas no están subordinadas de manera clara y categórica  a la lucha por condiciones electorales limpias y transparentes y si no abarcan al conjunto opositor. Sin exclusiones ni excluidos. Que comprometa a quien resultare electo – de realizarse bajo las condiciones señaladas - a luchar frontalmente, a pecho descubierto y sin traicionar los anhelos democráticos de las mayorías contra el teniente coronel, su régimen y los verdaderos problemas que enfrentan las fuerzas democráticas en la Venezuela de hoy. Y aún así: su implementación desperdicia un tiempo precioso que debiera ser empleado en la denuncia contra la carencia de condiciones.

 

A seis meses de la farsa electoral de diciembre, cuando todas las preocupaciones políticas debían centrarse en la denuncia del proceso de montaje de un Estado totalitario por parte del régimen, al que sirven objetivamente dichas elecciones, no debemos avalar un proceso de primarias si ellas no cuentan con la totalidad de las fuerzas opositoras y si quienes se han inscritos evadan la obligación juramentada de no participar en dichas elecciones si no se obtienen las condiciones que nos son garantizadas por la constitución y las leyes. No se trata de darle un cheque en blanco a quien resultara eventualmente electo: se trata de convertirlo en el portavoz de nuestras exigencias, no de sus personales ambiciones. Canalizar de manera impositiva y unilateral todos los esfuerzos opositores a un simple proceso de medición de popularidades es, cuando menos, contribuir de manera irresponsable al escamoteo de los auténticos problemas nacionales. La ausencia de factores tan definitorios como aquellos que no participarán del 3D bajo ninguna circunstancia a menos que se cuente con condiciones electorales de transparencia y justicia, así como de algunos que han postulado sus candidaturas rechazando tal mecanismo de selección previa, es razón suficiente para que dicho proceso sea cuando menos controversial. Y su realización no cuente con el sólido respaldo de nuestras mayorías.

 

Es de suma gravedad que una organización tan respetable y considerada nacional e internacionalmente, como SÚMATE, desvíe sus talentos, su capacidad operativa y sus recursos en la administración de unas elecciones subordinadas, objetivamente condenadas al fracaso si se desvinculan del objetivo primordial: rescatar el voto y recuperar la confianza de los electores en sus procesos electorales. Sería verdaderamente lamentable que ese talento, ese esfuerzo y esos recursos no se empeñaran de manera prioritaria en la denuncia del carácter fraudulento que tendrán las elecciones de diciembre de no lograrse las mencionadas condiciones de transparencia y limpieza, no hubieran servido a sembrar conciencia y a unificar criterios entre los ciudadanos acerca de la necesidad de fortalecer su rechazo a un estado de cosas verdaderamente trágicos, ni hubieran sido invertidos en la construcción de un gran frente anti totalitario en el país, poniendo al régimen desde ahora mismo ante la necesidad de justificar ante el mundo la inconstitucionalidad del CNE, el control que sobre sus autoridades ejerce la presidencia de la república, la inmensa cuantía de las irregularidades que plenan el REP, la naturaleza totalitaria que signa a los poderes copados por el ejecutivo y el ilimitado abuso de los recursos del Estado en la lucha por su entronización, todo lo cual crea un marco en absoluto propicio a la celebración de elecciones limpias y transparentes, que garanticen el secreto y la validez del voto, en Venezuela. Sería imperdonable que no se hubiera usado este ingente esfuerzo organizativo en denunciar ante las democracias del mundo que mientras en Costa Rica, en Chile, en Bolivia, en Colombia, en Perú, en México y próximamente en Nicaragua y Brasil se celebran elecciones manuales, secretas y transparentes bajo la plena autoridad de organismos electorales inmaculados, con la plena observancia de las normas internacionales y con resultados absolutamente confiables, donde un solo voto puede llegar a definir un proceso electoral de millones y millones de ciudadanos, en Venezuela tales elecciones constituyan un fraude electrónico montado de antemano.

 

Por todas estas razones y otras que he expuesto en otros artículos no puedo aportar más que un respaldo condicionado a las primarias. Si no son vinculantes respecto de la lucha por las condiciones, no participaré en ellas. Seguiré luchando por las condiciones. Y me opondré tanto como me sea humanamente posible a que la oposición democrática venezolana participe de las elecciones de diciembre si ellas se cumplen burlando la voluntad popular.

 

Es un compromiso sagrado.


[1] Sebastián Haffner, Historia de un alemán, pág. 143. Barcelona, 2001.

sanchez2000@cantv.net

 
 
 
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