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Tres sabios consejos
por Antonio Sánchez García
sábado, 7 octubre 2006

 

Tres cosas deben recordar Manuel Rosales y su equipo de colaboradores para asegurar el éxito en esta campaña electoral: evitar las necedades del triunfalismo, tener siempre presentes las condiciones institucionales en que vivimos y prestarle mayor atención al "cobro".

Ramón Piñango, El Nacional, 5 de octubre de 2006.

 

1

 

UN NECIO TRIUNFALISMO

 

            Pecaría de necedad quien negara la resurrección que la conciencia opositora está viviendo en estos días, y de la cual la majestuosa manifestación de respaldo al candidato unitario Manuel Rosales vivida este mediodía fue prueba categórica y concluyente. Caracas no vivía una alegría tan desbordante, un entusiasmo tan contagioso y una voluntad de combate tan manifiesta como “la avalancha” que se expresara hoy en la Avda. Libertador, lugar de confluencia de los cuatro puntos cardinales de Caracas.

 

            La oposición ha vuelto a tomar las calles. Por cierto: como en los mejores tiempos del pasado. Sin acarreo, sin abusos de las autoridades, sin imposiciones de nómina y asistencia, sin poner en el fiel de la balanza la prepotencia totalitaria y los inconmensurables medios crematísticos de un régimen inescrupuloso y corruptor como el que esta candidatura pretende enterrar.

 

            El hecho ya había sido constatado en las múltiples caravanas, caminatas, marchas y concentraciones celebradas por Manuel Rosales en los barrios, caseríos, aldeas y ciudades de todo el país. Donde la oposición se abstenía y Chávez se ha ausentado, ha penetrado como una avalancha el candidato unitario. Un encuentro cuerpo a cuerpo de un líder con sus seguidores, sin la mediación de anillos de seguridad, aparatos uniformados, chalecos antibalas, matones de aparato ni mucho menos becas, misiones, almuerzos y salarios. A pecho descubierto y con puro corazón, algo absolutamente imposible para un régimen que no apuesta al corazón.

 

            Pues Chávez se alienó el apoyo popular, se encumbró a las alturas siderales de su ambición y no puede liberarse de esa pesada parafernalia que le medio protege sus miedos y terrores. A él, no precisamente un ejemplo de coraje y entereza.

 

            Pero ojo: de allí a imaginar que el mandado está hecho media una eternidad. Sin duda: la oposición es virtualmente mayoritaria en Venezuela. Pero para que esa mayoría virtual se convierta en real, para que esa mayoría en sí se convierta en una mayoría para sí materializándose en fuerza activa deben comprometerse los amarres orgánicos, derrotarse los temores, derribarse las atalayas de la persecución, el amedrentamiento y los favores sobre los que descansa el Poder de un caudillo que no posee una pizca de grandeza ni un adarme de razón: un autócrata aferrado al Poder como una garrapata a las ubres de la nación. Apertrechado tras unas fuerzas armadas comprometidas con un bando y un proyecto, rodeado de un entorno delictivo, montado sobre unas instituciones humilladas y ofendidas, que le proveen del foso de seguridad que fortalece un poder vacío de auténtica legitimidad,  fundado en la represión, el cohecho, la persecución y la coima.

 

            De allí la necedad de dar el triunfo por garantizado y proclamarlo a voz en cuello, siguiendo el pésimo ejemplo de aquellos tiempos de la CD y el RR, cuando jurábamos que aplastaríamos a Chávez en las urnas. Nos aplastó en cambio con el fraude y el engaño. Y nadie dijo nada. Que no se repita ese necio triunfalismo, preparando el camino al silencio y la apatía: he allí la primera recomendación.

 

2

 

LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN

 

            La razón para sofrenar nuestros ímpetus triunfalistas y bajarnos al crudo terreno de la realidad está a la vista: el 3 de diciembre no se enfrentan dos candidatos en igualdad de condiciones y hermanados por una común comprensión de la sociedad, la nación y el estado que persiguen. Se enfrenta un demócrata a carta cabal, sin más medios que sus ideales y el pueblo que lo respalda, contra un régimen autocrático que ha concentrado en manos del caudillo todos los medios habidos y por haber: el Estado todopoderoso, las instituciones arrodilladas al pie de sus caprichos, el poder de las armas, de la policía, de la justicia, del petróleo.

 

            Se trata de una auténtica guerra asimétrica en que Goliat, cabalgando el leviatán todopoderoso del estado petrolero, se ve desafiado por David sin otra arma que la honda de las ideas, los anhelos, el sueño libertario. Chávez lo tiene casi todo. Rosales tiene casi nada. La diferencia, sin embargo, es descomunal: es el casi del corazón del pueblo, del sentimiento libertario de un pueblo que está harto de tanto estupro, tanto abuso, tanto robo, tanta estupidez.

 

            Chávez es un cascarón vacío, pero truena omnipotente sobre unas instituciones secuestradas, humilladas, pisoteadas y reducidas al papel de comparsas de los afanes y ambiciones más descomunales de que tenga memoria la república. Descomunales no sólo por su tamaño, sino por su impostura. Un teniente coronel analfabeta y agalludo que perdiendo todo sentido de la realidad y del ridículo pretende dominar el mundo.

 

            Por eso mismo, porque el candidato oficialista no representa nada positivo, creador y novedoso y sólo se sustenta en la ignorancia, la represión, la corrupción y el miedo, es que el candidato unitario y su comando de campaña deben afincarse en el suelo de la cruda realidad y conducir la campaña y el enfrentamiento político con la mayor sangre fría y el más acerado realismo, conscientes de que no están ante una santa criatura. Chávez no es un demócrata, no entregará el Poder de manera pacífica y civilizada, hará cuanto esté a su alcance por impedir el triunfo de su opositor, hará uso de los instrumentos de control y manipulación electoral de que dispone en absoluta libertad para falsear y pervertir los resultados.

 

            E incluso, así la avalancha electoral del 3D sea la más pura y flagrante evidencia, es capaz de mover cielo y tierra para atornillarse en el cargo.

 

            Tener conciencia de este hecho incontrovertible y de su escandalosa certidumbre es una obligación de alta político para quien conduce hoy a la oposición democrática venezolana. Es el segundo de los consejos.

 

3

 

NADA SERÁ COMO ANTES

 

            De allí la imperiosa y urgente necesidad de alertar a la ciudadanía, a los millones y millones de electores que están dispuestos a dar su vida por su candidato y defender el voto del secuestro inmisericorde de las tropas de asalto chavistas, acerca de la gravedad histórica del combate que estamos librando en el terreno electoral. No iremos a las elecciones del mismo con que acaban de hacerlo chilenos y bolivianos, argentinos y uruguayos, brasileños, mexicanos y colombianos: simplemente a depositar nuestro voto, seguros de que basta con depositar la papeleta u oprimir una tecla para que nuestra voluntad defina el curso de nuestra vida, de nuestra historia política.

 

            Debemos tener conciencia de que no basta con ese sencillo y maravilloso gesto de votar, ritual de las democracias que algún día tuviéramos. No. Además de votar el 3D tenemos que permanecer en nuestros centros de votación, en nuestros hogares, en nuestros sitios de reunión, en nuestros barrios, en nuestros vecindarios atentos al curso de los acontecimientos, vigilantes y garantes de que nuestro voto no será traicionado, vendido, robado, menospreciado, usurpado.

 

            Pues si Chávez ganara en buena lid: bienvenido fuera. Aunque tendría que aceptar un hecho trascendental sobre el que no trepida en excretar: ningún presidente electo democráticamente puede malversar ese triunfo para destruir la democracia, como él lo hiciero durante estos ocho años. Ningún presidente electo democráticamente puede hacer tabula rasa del cincuenta por ciento contrario aplastándolo en las mazmorras del totalitarismo, como intenta hacerlo. Ningún presidente electo democráticamente puede imponer una autocracia antidemocrática. Como lo quisiera secuestrando el 3D.

 

            No es ese sin embargo el quid del asunto. Mucho más importante es que el candidato opositor se convierta en el general de las tropas de sus electores y las conduzca a la victoria. Dando su vida por luchar contra el fraude, el robo, el estupro electoral. Vigilando día y noche, minuto a minuto los pasos de las autoridades electorales, exigiendo las condiciones que la constitución le garantiza, denunciando urbi et orbe cualquier abuso, trampa o degüello que se le infrinja.

 

            Más importante aún: en el supuesto negado de una estrecha derrota electoral, si comprobadamente limpia y democrática, ese candidato ha dejado de serlo para convertirse en el líder de la democracia venezolana. No debe permitir un segundo más allá de ese 3D el lamentable estado de cosas que sufrimos los demócratas venezolanos. Debe exigir la inmediata liberación de todos los presos políticos, la separación de los poderes, la libertad de expresión, la libertad de enseñanza, el reintegro a sus puestos de trabajo de todos quienes han sido echados a la calle por sus convicciones políticas, el respeto a la propiedad privada, seguridad ciudadana, política de pleno empleo, viviendas, salud y trabajo para todos. Pero deseamos de todo corazón que triunfe y reconstruya la patria, la única y verdadera tarea que la historia nos plantea.

 

            El 3D es una fecha imborrable en nuestro calendario. Después del 3D nada debiera ser como antes. Esperemos que Manuel Rosales selle con todo nuestro pueblo ese compromiso de honor. Venezuela no se negocia. Es el imperativo de la historia.

           

POR FIN UNA PRIMERA DAMA

 

            La aparición de la esposa del gobernador Manuel Rosales en la contienda electoral ha introducido una andanada de frescura, belleza, espontaneidad y emoción en una lucha política dura y fragorosa que amenazaba con encasillarnos en los viejos esquemas candidaturales.

 

            Entre los puntos negros de esta época de tinieblas quedará como una mácula la desaparición de la familia presidencial en el imaginario nacional. Diera la impresión que el ego presidencial alcanza tales cotas de inflación, que no deja espacio para nadie que pueda hacerle una gota de sombra. Así sea una esposa.

 

            Todos sabemos qué ha sucedido con las suyas, así se trate de asuntos íntimos que no tienen por qué ser ventilados en público. Pero el país no puede olvidar el papel descollante que han tenido las primeras damas en la historia de la república. Incluso cuando escapaban a las leyes del buen uso y nos remitían al universo venturoso de encuentros de otra naturaleza. Manuelita Saenz fue el máximo ejemplo de entereza, perspicacia, entrega y grandeza. Hasta el extremo de salvarle la vida al Libertador. Antes de la democracia hubo brillantes mujeres en la cercanía del trono presidencial. También las hubo en tiempos de la modernidad, que dejaron una huella imborrable en la conciencia histórica nacional. Entre ellas Menca de Leoni, Alicia Pietri de Caldera y Blanquita Rodríguez de Pérez, para sólo mencionar a algunas. Que todas ellas estuvieron a la altura de sus responsabilidades.

 

            Con excepción de estos ocho años huérfanos de primera dama. No tiene Hugo Chávez una figura femenina que le acompañe en esta campaña. Como sí lo tiene Manuel Rosales en la hermosa, inteligente y carismática figura de Evelyn de Rosales, su esposa.

 

            Pueda que a la final, ella ponga el plus que hace falta para que Rosales llegue a lo hondo del corazón de nuestro pueblo y permita el renacimiento de la ilusión y la esperanza de un país abatido por la desgracia. Que falta que le hace.

 

            Bienvenida Evelyn. Dios permita que se convierta en nuestra Primera Dama.

       

sanchez2000@cantv.net

 
 
 
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