Tres cosas deben
recordar Manuel Rosales y su equipo de colaboradores para
asegurar el éxito en esta campaña electoral: evitar las
necedades del triunfalismo, tener siempre presentes las
condiciones institucionales en que vivimos y prestarle mayor
atención al "cobro".
Ramón Piñango, El Nacional, 5 de octubre de
2006.
1
UN NECIO TRIUNFALISMO
Pecaría de necedad quien
negara la resurrección que la conciencia opositora está viviendo
en estos días, y de la cual la majestuosa manifestación de
respaldo al candidato unitario Manuel Rosales vivida este
mediodía fue prueba categórica y concluyente. Caracas no vivía
una alegría tan desbordante, un entusiasmo tan contagioso y una
voluntad de combate tan manifiesta como “la avalancha” que se
expresara hoy en la Avda. Libertador, lugar de confluencia de
los cuatro puntos cardinales de Caracas.
La oposición ha vuelto a tomar las
calles. Por cierto: como en los mejores tiempos del pasado. Sin
acarreo, sin abusos de las autoridades, sin imposiciones de
nómina y asistencia, sin poner en el fiel de la balanza la
prepotencia totalitaria y los inconmensurables medios
crematísticos de un régimen inescrupuloso y corruptor como el
que esta candidatura pretende enterrar.
El hecho ya había sido constatado
en las múltiples caravanas, caminatas, marchas y concentraciones
celebradas por Manuel Rosales en los barrios, caseríos, aldeas y
ciudades de todo el país. Donde la oposición se abstenía y
Chávez se ha ausentado, ha penetrado como una avalancha el
candidato unitario. Un encuentro cuerpo a cuerpo de un líder con
sus seguidores, sin la mediación de anillos de seguridad,
aparatos uniformados, chalecos antibalas, matones de aparato ni
mucho menos becas, misiones, almuerzos y salarios. A pecho
descubierto y con puro corazón, algo absolutamente imposible
para un régimen que no apuesta al corazón.
Pues Chávez se alienó el apoyo
popular, se encumbró a las alturas siderales de su ambición y no
puede liberarse de esa pesada parafernalia que le medio protege
sus miedos y terrores. A él, no precisamente un ejemplo de
coraje y entereza.
Pero ojo: de allí a imaginar que
el mandado está hecho media una eternidad. Sin duda: la
oposición es virtualmente mayoritaria en Venezuela. Pero para
que esa mayoría virtual se convierta en real, para que esa
mayoría en sí se convierta en una mayoría para sí
materializándose en fuerza activa deben comprometerse los
amarres orgánicos, derrotarse los temores, derribarse las
atalayas de la persecución, el amedrentamiento y los favores
sobre los que descansa el Poder de un caudillo que no posee una
pizca de grandeza ni un adarme de razón: un autócrata aferrado
al Poder como una garrapata a las ubres de la nación.
Apertrechado tras unas fuerzas armadas comprometidas con un
bando y un proyecto, rodeado de un entorno delictivo, montado
sobre unas instituciones humilladas y ofendidas, que le proveen
del foso de seguridad que fortalece un poder vacío de auténtica
legitimidad, fundado en la represión, el cohecho, la
persecución y la coima.
De allí la necedad de dar el
triunfo por garantizado y proclamarlo a voz en cuello, siguiendo
el pésimo ejemplo de aquellos tiempos de la CD y el RR, cuando
jurábamos que aplastaríamos a Chávez en las urnas. Nos aplastó
en cambio con el fraude y el engaño. Y nadie dijo nada. Que no
se repita ese necio triunfalismo, preparando el camino al
silencio y la apatía: he allí la primera recomendación.
2
LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN
La razón para sofrenar
nuestros ímpetus triunfalistas y bajarnos al crudo terreno de la
realidad está a la vista: el 3 de diciembre no se enfrentan dos
candidatos en igualdad de condiciones y hermanados por una común
comprensión de la sociedad, la nación y el estado que persiguen.
Se enfrenta un demócrata a carta cabal, sin más medios que sus
ideales y el pueblo que lo respalda, contra un régimen
autocrático que ha concentrado en manos del caudillo todos los
medios habidos y por haber: el Estado todopoderoso, las
instituciones arrodilladas al pie de sus caprichos, el poder de
las armas, de la policía, de la justicia, del petróleo.
Se trata de una auténtica guerra
asimétrica en que Goliat, cabalgando el leviatán todopoderoso
del estado petrolero, se ve desafiado por David sin otra arma
que la honda de las ideas, los anhelos, el sueño libertario.
Chávez lo tiene casi todo. Rosales tiene casi nada. La
diferencia, sin embargo, es descomunal: es el casi del corazón
del pueblo, del sentimiento libertario de un pueblo que está
harto de tanto estupro, tanto abuso, tanto robo, tanta
estupidez.
Chávez es un cascarón vacío, pero
truena omnipotente sobre unas instituciones secuestradas,
humilladas, pisoteadas y reducidas al papel de comparsas de los
afanes y ambiciones más descomunales de que tenga memoria la
república. Descomunales no sólo por su tamaño, sino por su
impostura. Un teniente coronel analfabeta y agalludo que
perdiendo todo sentido de la realidad y del ridículo pretende
dominar el mundo.
Por eso mismo, porque el candidato
oficialista no representa nada positivo, creador y novedoso y
sólo se sustenta en la ignorancia, la represión, la corrupción y
el miedo, es que el candidato unitario y su comando de campaña
deben afincarse en el suelo de la cruda realidad y conducir la
campaña y el enfrentamiento político con la mayor sangre fría y
el más acerado realismo, conscientes de que no están ante una
santa criatura. Chávez no es un demócrata, no entregará el Poder
de manera pacífica y civilizada, hará cuanto esté a su alcance
por impedir el triunfo de su opositor, hará uso de los
instrumentos de control y manipulación electoral de que dispone
en absoluta libertad para falsear y pervertir los resultados.
E incluso, así la avalancha
electoral del 3D sea la más pura y flagrante evidencia, es capaz
de mover cielo y tierra para atornillarse en el cargo.
Tener conciencia de este hecho
incontrovertible y de su escandalosa certidumbre es una
obligación de alta político para quien conduce hoy a la
oposición democrática venezolana. Es el segundo de los consejos.
3
NADA SERÁ COMO ANTES
De allí la imperiosa y urgente
necesidad de alertar a la ciudadanía, a los millones y millones
de electores que están dispuestos a dar su vida por su candidato
y defender el voto del secuestro inmisericorde de las tropas de
asalto chavistas, acerca de la gravedad histórica del combate
que estamos librando en el terreno electoral. No iremos a las
elecciones del mismo con que acaban de hacerlo chilenos y
bolivianos, argentinos y uruguayos, brasileños, mexicanos y
colombianos: simplemente a depositar nuestro voto, seguros de
que basta con depositar la papeleta u oprimir una tecla para que
nuestra voluntad defina el curso de nuestra vida, de nuestra
historia política.
Debemos tener conciencia de que no
basta con ese sencillo y maravilloso gesto de votar, ritual de
las democracias que algún día tuviéramos. No. Además de votar el
3D tenemos que permanecer en nuestros centros de votación, en
nuestros hogares, en nuestros sitios de reunión, en nuestros
barrios, en nuestros vecindarios atentos al curso de los
acontecimientos, vigilantes y garantes de que nuestro voto no
será traicionado, vendido, robado, menospreciado, usurpado.
Pues si Chávez ganara en buena
lid: bienvenido fuera. Aunque tendría que aceptar un hecho
trascendental sobre el que no trepida en excretar: ningún
presidente electo democráticamente puede malversar ese triunfo
para destruir la democracia, como él lo hiciero durante estos
ocho años. Ningún presidente electo democráticamente puede hacer
tabula rasa del cincuenta por ciento contrario aplastándolo en
las mazmorras del totalitarismo, como intenta hacerlo. Ningún
presidente electo democráticamente puede imponer una autocracia
antidemocrática. Como lo quisiera secuestrando el 3D.
No es ese sin embargo el quid del
asunto. Mucho más importante es que el candidato opositor se
convierta en el general de las tropas de sus electores y las
conduzca a la victoria. Dando su vida por luchar contra el
fraude, el robo, el estupro electoral. Vigilando día y noche,
minuto a minuto los pasos de las autoridades electorales,
exigiendo las condiciones que la constitución le garantiza,
denunciando urbi et orbe cualquier abuso, trampa o degüello que
se le infrinja.
Más importante aún: en el
supuesto negado de una estrecha derrota electoral, si
comprobadamente limpia y democrática, ese candidato ha dejado de
serlo para convertirse en el líder de la democracia venezolana.
No debe permitir un segundo más allá de ese 3D el lamentable
estado de cosas que sufrimos los demócratas venezolanos. Debe
exigir la inmediata liberación de todos los presos políticos, la
separación de los poderes, la libertad de expresión, la libertad
de enseñanza, el reintegro a sus puestos de trabajo de todos
quienes han sido echados a la calle por sus convicciones
políticas, el respeto a la propiedad privada, seguridad
ciudadana, política de pleno empleo, viviendas, salud y trabajo
para todos. Pero deseamos de todo corazón que triunfe y
reconstruya la patria, la única y verdadera tarea que la
historia nos plantea.
El 3D es una fecha imborrable en
nuestro calendario. Después del 3D nada debiera ser como antes.
Esperemos que Manuel Rosales selle con todo nuestro pueblo ese
compromiso de honor. Venezuela no se negocia. Es el imperativo
de la historia.
POR FIN UNA PRIMERA DAMA
La aparición de la
esposa del gobernador Manuel Rosales en la contienda
electoral ha introducido una andanada de frescura,
belleza, espontaneidad y emoción en una lucha política
dura y fragorosa que amenazaba con encasillarnos en los
viejos esquemas candidaturales.
Entre los puntos negros de
esta época de tinieblas quedará como una mácula la
desaparición de la familia presidencial en el imaginario
nacional. Diera la impresión que el ego presidencial
alcanza tales cotas de inflación, que no deja espacio
para nadie que pueda hacerle una gota de sombra. Así sea
una esposa.
Todos sabemos qué ha
sucedido con las suyas, así se trate de asuntos íntimos
que no tienen por qué ser ventilados en público. Pero el
país no puede olvidar el papel descollante que han
tenido las primeras damas en la historia de la
república. Incluso cuando escapaban a las leyes del buen
uso y nos remitían al universo venturoso de encuentros
de otra naturaleza. Manuelita Saenz fue el máximo
ejemplo de entereza, perspicacia, entrega y grandeza.
Hasta el extremo de salvarle la vida al Libertador.
Antes de la democracia hubo brillantes mujeres en la
cercanía del trono presidencial. También las hubo en
tiempos de la modernidad, que dejaron una huella
imborrable en la conciencia histórica nacional. Entre
ellas Menca de Leoni, Alicia Pietri de Caldera y
Blanquita Rodríguez de Pérez, para sólo mencionar a
algunas. Que todas ellas estuvieron a la altura de sus
responsabilidades.
Con excepción de estos
ocho años huérfanos de primera dama. No tiene Hugo
Chávez una figura femenina que le acompañe en esta
campaña. Como sí lo tiene Manuel Rosales en la hermosa,
inteligente y carismática figura de Evelyn de Rosales,
su esposa.
Pueda que a la final, ella
ponga el plus que hace falta para que Rosales llegue a
lo hondo del corazón de nuestro pueblo y permita el
renacimiento de la ilusión y la esperanza de un país
abatido por la desgracia. Que falta que le hace.
Bienvenida Evelyn. Dios
permita que se convierta en nuestra Primera Dama.
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