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¡No al 4D!
por Antonio Sánchez García
jueves, 24 noviembre 2005

 

El arte del liderazgo no consiste en decir “sí”.

Consiste en decir “no”

Tony Blair

 

            Para la inmensa fortuna de la Venezuela democrática, no nos enfrentaremos al matadero del 4 de diciembre inermes y con las manos vacías. El ominoso expediente del Referéndum Revocatorio y las farsas comiciales del 31 de octubre y del 7 de agosto han colmado el vaso de la paciencia y han permitido que emerja por primera vez un nuevo liderazgo. Es aquel que hoy se agrupa en el Comando Nacional por la Resistencia y dando pruebas de saber ejercer su liderazgo ha decidido decirle NO al circo electoral del 4 de diciembre.

 

            Puede que este liderazgo, que abarca expresiones disímiles y todavía balbuceantes, no consiga aglutinar aún al conjunto de las fuerzas opositoras y a la totalidad del antichavismo militante. Está en vías de lograrlo. No existía antes del 15 de agosto, fecha emblemática que divide en dos la lucha antidictatorial. Hoy ya tiene la fuerza política y moral como para movilizar a la ciudadanía de manera muchísimo más contundente y entusiasta de lo que es capaz de hacerlo la vieja oposición partidista. Incluso el chavismo. Y está recién en sus comienzos.

 

            Es natural que los partidos tradicionales de antigua y nueva factura desconozcan el valor de la abstención. Continúan prisioneros de los viejos conceptos y aceptan de buen grado la premisa adelantada de manera errónea e inoportuna por el jefe de la misión electoral de la OEA, Rubén Perina cuando afirmara que “la abstención daña a la democracia”. Sería cierto si ésta fuera de verdad una democracia y los abstencionistas unos políticos malcriados. La verdad es exactamente la inversa: la tendencia altamente abstencionista que domina la actual matriz de opinión es síntoma y reflejo de una democracia profundamente dañada. De allí la insólita paradoja de que el abstencionismo militante sea hoy, bajo las particulares circunstancias de este régimen, prueba de un comportamiento altamente democrático. La abstención significa decirle NO a la infamia electoral, negarse a bailar al chasquido del látigo del dueño del circo. Y exigir un nuevo CNE capaz de garantizar condiciones verdaderamente transparentes e imparciales, que permitan el alto ejercicio comicial sin mediaciones tramposas y amañadas. Desbrozando el camino para que,  mediante el libre y legítimo expediente del voto, podamos ponerle fin al régimen y garantizar el regreso a la democracia.

 

            Esta reivindicación, contrariamente a lo que sostiene el viejo liderazgo, no expresa un comportamiento puramente moral sino altamente político. Expresa una fuerza social mayoritaria y tiene un objetivo estratégico: desenmascarar y debilitar al régimen. Tan política es la presión que ejerce la oposición abstencionista y tan demoledores sus efectos, que ya el régimen se apresura a permitir pedazos de concesiones, aterrado por la avalancha de rechazo que se le avecina. ¿O cree Teodoro Petkoff que Jorge Rodríguez comienza a calarse una pequeña parte de nuestras exigencias gracias a la presión metafórica de sus editoriales o a las jaculatorias de Gerardo Blyde?

 

            Cuando el 4 de diciembre las pantallas nos muestren la devastación de calles y avenidas desiertas, el mundo sabrá cuán ilegítimo y falaz es este gobierno y cuán mendaz su parlamento. Que no quiera darse por enterado es harina de otro costal. Tomaremos cuenta de ello. Pero entretanto no hay que ceder ni un milímetro. La lucha recién comienza.

sanchez2000@cantv.net

 
 
 
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